Narra Edgar:
Hacia medianoche escucho unos toquecitos en la ventana.
Es la señal que estaba esperando, me acerco y al asomarme noto un pinchazo en la frente.Caspar tiene un montoncito de piedras en la mano y se dispone a lanzarlas contra el cristal.
-¡Ay! ¡Me has dado! -digo en voz baja, no quiero despertar a mi padre-.
-¡Lo siento! -grita.
-Shhhhhh -me llevo el dedo a los labios- Enseguida bajo.
Cojo la chaqueta, la mochila con las linternas y abro la ventana todo lo que puedo. Hacía como un año que no me escapaba con Caspar por la noche.
-¡Date prisa! ¡Me estoy congelando! -gime Caspar desde abajo.
-Voy -echo un último vistazo a la puerta cerrada de mi habitación y saco ambas piernas por la ventana.
Tan solo tengo que dar un buen salto hasta la escalera de incendios. Lo habré hecho mil veces en toda mi vida.
-Espero no haber perdido práctica -susurro para mí. La caída, es desde un quinto piso-.
Flexiono las piernas y me preparo para saltar. Pero cuando lo hago, algo falla, la chaqueta se me engancha en un clavo suelto y no logro alcanzar la escalera.
No como esperaba.
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