Oscuros pasillos: ¿Crees en Dios?

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Nunca hubiera pensado en lo atractivo que me podría resultar aquel lugar, me recordaba a Hogwarts, y eso no me parecía para nada malo. Me explicaré, si esto quería decir que viviría una temporada en un puto castillo repleto de locos y sangre podría mencionar "Hogar, dulce hogar" sin rechistar y que le diesen por culo a la zorra de mi madre, a su novio y a quien fuese.

Mi madre terminó de aparcar el coche en un boulevar que le hacía frente al manicomio y todos salimos del coche, esta vez yo fui el primero, mis ojos morirían embelesados por aquella obra de arte gótica.

El edificio contaba con tres campanarios que seguramente (Según mi sentido común) desde arriba estaban colocados como un triángulo, cada uno de ellos poseía un gran número de figuras que apenas vislumbraba, esperemos que no sea un puto colegio de curas pedófilos, si no intentaría pegarme un tiro.

De un momento a otro una de las colosales campanas comenzó a agitarse duramente, provocando un sonido tan penetrante que obligó a varias aves a emprender el vuelo despavoridas.

En la escala musical yo diría que era un FA sostenido, sí.

De repente, otra de las campanas comenzó su serenata, pero esta era un poco más grave, y sin perder el tiempo la última realizó también su función.
Su sonido era indescriptible, completamente agonizador, nauseabundo. Puso mis pelos de punta y apuesto mi vida a que mi hermana estaba asustada.

- Que mal rollo, espero aquí. - Puta pringada.
- Está bien Cassie, yo no tardaré mucho, es solo firmar unas autorizaciones y todo listo para volver.
- Pues da...date prisa.

Mi madre, vestida de Prada, comenzó a subir las escaleras de piedra que llevaban a la puerta principal, la cual era mucho más moderna que la infraestructura. La seguí. De vez en cuando miraba hacia atrás asegurándose de que iba tras ella.

Al entrar mis expectativas se torcieron, por no decir que se esfumaron. Por dentro era todo mucho más moderno, ascensores, ordenadores, sillas para la espera... ¿Dónde estaban las mazmorras, las monjas y los exorcistas?
Creo que American Horror Story me había dado una visión de los manicomios no muy acertada. Que mierda.

- Leo, cariño, espera aquí, ahora vengo.

Asentí y mi madre entró en una habitación, en la que ponía Dr. Larios, ¿Se apellida como un tipo de Ginebra? Deduje que sería el psiqiuiastra o psicólogo. Me senté a esperar.

Resulta frustrante ver como todo el mundo a tu alrededor te mira como a un monstruo, como a un ser perverso, enfermo y desgraciado. No era mi culpa oír estas voces, no fue mi culpa quemar a ese hombre.
Nadie sabe por lo que paso ni lo que me pasa. Nadie está conmigo, el precipicio fue creado para que nadie me salvara.
17 años y enfermo mental, 17 años llenos de ausencias, de falsas ilusiones y opresión social.

¿De qué me valía tener mi propia filosofía si se quedaba atrapada junto con la moral y la ética bajo llave en mi interior?

Nací demente y moriré demente.

Delante había había un cartel muy grande que ponía: PROHIBICIONES.
Me había quedado claro, gracias, comencé a leerlas:

1. Se prohíben las bebidas alcohólicas.
2. Se prohíben las drogas.
3. Se prohíben las armas.
4. Se prohíbe ver la TV
5. Se prohíbe escuchar música de carácter depresivo o violento (Eminem, Lana Del Rey, Marina And The Diamonds, Marilyn Manson, etc...)

Los Psiquiátricos También Pueden Ser Rosas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora