Admiro la sensación de la paz en un cuerpo cómo el mío.
Admiro aquellos días de diciembre junto al cerezo de mi jardín.
Admiro cada gota de sangre que corría por mis venas.
Admiro y admiraré cada paso que di sobre esta cuerda:Todos mis errores fueron hechos con pura avaricia y recelo, pero sobretodo con el corazón hecho tripas.
Abro los ojos y no veo nada. Los cierro. Noto el suelo, pero no es duro, es blando como las nubes.
- ¿Dónde estoy?- Estoy cansado, me duele la cabeza.
Nadie contesta, abro los ojos y la oscuridad desaparece y frente a mí dos ojos negros se posaron.
El susto de mi vida.
Una chica se echa hacia atrás y se pega contra una pared hecha de un material blando, quizá tan blando como el suelo.
Me siento nervioso, miro a mi alrededor, dos hombres de temprana edad me miraban desconfiados desde las distancias.
- Rita, ven aquí, seguro que lleva una navaja.- El hombre que habló era gordo y calvo, su cuerpo estaba ahogado en tinta y su cara no transmitía diversión.
- Rita se la... Se la.. JAJAJAJAAJJAJ... Ritaaa... Se...- Este segundo se calla tras aquella confusa intervención (O graciosa). Era delgado, tenía el pelo largo hasta la espalda y dos de sus perfectos dientes eran de plata pura.La chica me miraba atenta. No era hermosa, pero tampoco fea. No era delgada, pero tampoco gorda. Sus ojos eran grandes y ovalados como los de un cordero y sus labios finos y pequeños.
- Esta es la sala de castigo, o como la llaman algunos, la Sala de los Carbonizados.- La chica por fin me habla.
A mi alrededor no había nada, solo tres personas y una puerta. Un cuarto sin ventanas y seguramente de unos 20m cuadrados.
- ¿Qué? Pero si yo no he hecho nada.
- Eso dicen todos.- La tal Rita se descentra de mí y comienza a morderse la mano.- Yo por lo menos acepto lo que hago, que asco de gente, tío.La miro con odio.
- Que te den, zorra.
Me siento en una esquina y espero hasta que alguien me diga qué cojones pasa.
A ver, primero intentan matarme y luego me meten en una sala de mierda con una zorra y dos payasos que se comen cucarachas. Vale, hasta ahí lo veo normal en un psiquiátrico, pero lo que no voy a tolerar es que no me dejen ir a mear, POR QUE ME ESTOY MEANDO.
- ¿Aquí nadie abre o qué?- Dejé de golpear la puerta, finalmente.
- Cuando les da la gana. Si no has hecho nada grave en menos de dos horas estas fuera.UPS...
- ¿Qué habéis hecho vosotros? - Me siento cerca de ellos.
Se miran entre ellos.
- Comencemos.- La zorra ha hablado.- Me llamo Rita, y me metieron en esta sala por intentar apuñalar con una cuchara a la puta de la señora Cambridge. Le tengo un asco, dios.
- ¿Con una cuchara?- Río divertido.- ¿Se puede vale?- Me guiña un ojo.
- Yo rompí una ventana.- Le miré extrañado.- Vale... Fueron dos.- Aquel hombre parecía tierno, nada que ver con sus físico. (El de los tatuajes)
- Yo.. nada... JAJAJAJAJAA
- El mordió a la cocinera por no darle un beso.- Me contó Rita sobre su epiléptico amigo.- Está bien, te toca, chaval.
-Yo pulsé la alarma de incendios.
-¿Enserio?
- Sí.La puerta se abrió.
- Leonardo. Sal fuera.- Una mujer gorda y vieja me ordenaba salir con voz de amargada. Qué típico.
- Hala, que puta suerte... Nos veremos más veces por aquí.- Rita me choca el puño y salgo tras despedirme del resto.
- Vete a tu habitación y mañana más te vale no faltar a rehabilitación.- Leí en su camiseta. ST. CAMBRIDGE.
¿Esta es la vieja odiada por todos? Normal.
- No faltaré.
- Y dile al señor Kevin que tampoco falte, no sé que hacéis los dos pero no podéis seguir haciéndolo.¿Follar? JAJAJA seguiré metiéndosela. Porque quiero, porque le gusta.
- Se lo diré, descuida.- Me acerco a ella.- Se lo diré mientras me lo fo...
- ¡Cambridge! ¡Hay otro cadáver!- O'Connor se detiene al verme.- Tú, a tu habitación, de inmediato.
- ¡Voy!Subí en el ascensor, y a toda prosa entré en la habitación a contarle todo a Kevin.
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Los Psiquiátricos También Pueden Ser Rosas.
Misterio / Suspenso"Hazlo, hazlo, Leo, enciende la cerilla y deja que su cuerpo arda, ¡Venga, hazlo! ¡HAZLO LEO, TODOS QUEREMOS LO MISMO, ÉL SE RIÓ DE TI, VAMOS!" Pasé la cerilla por el lateral de la caja y arrojé esta al hombre que suplicaba empapado de gasolina qu...