Háblame suavemente

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Terminando el evento no recibimos las aclamaciones que esperábamos, pero aún así salimos a celebrar.

Era un viejo bar deportivo, "Ice Bear" se llamaba. Richard consiguió que nos dejaran entrar, ya que su tío es el dueño. En la entrada estábamos imponiendo un poco de desorden en lo que nos conseguían una mesa, en eso escuché una voz familiar.

-¡Vaya! miren quien está aquí, la señorita Isbell- exclamo William.

-Cállate pequeño estúpido corajudo, que de no ser tu berrinche no hubiéramos hecho esto posible.- lo tomé del cuello alborotando su cabello pelirrojo, bueno, rubio rojizo.

-Jeffrey, sólo quería decirte que tocaste genial.

-Gracias, quédate un rato, estamos por festejar.

Aceptó convencida, la tomé de la mano conduciéndola a la mesa en la que ya estaban establecidos los chicos, en mi corta ausencia pidieron seis botellas de cerveza, una para cada uno.

-Hey, Isbell- me acercan una botella.

- Gracias pero... ¿no tienen un cigarro?

-¿Fumas?- por la forma sin vergüenza en que lo dije, Amy se sacó de onda. William intervino ante la situación.

-Oh, claro que si dulzura. A propósito, viendo que están muy enamorados, ¿cuando le darás la prueba de amor a mi amigo? Porque con ese lindo cul...

-Creo que ya estás un poco ebrio Bruce, -salté del lugar en el que estaba sentado levantando un poco la voz para callarlo- yo me retiraré un poco para hablar tranquilo con ella.

Fuimos a una esquina más o menos deshabitada, donde no hubiera personas gritando ¡Gooool! o ¡Ya, al grano, golpéalo! Cerca de las mesas de billar nos establecimos un corto tiempo, ella hablaba de que por un pequeño problema que tuvo con su hermana Sofía y Simón ahora vivirá con sus abuelos no muy lejos del vecindario en el que yo estaba viviendo.

Más tarde, después de contar eso me preguntó qué quería hacer con mi vida, a lo cual le respondí:

-¿Músico? ¿Estás seguro?

-Tan seguro como que mi segundo nombre es Dean, ¿qué tiene de malo? Te vuelves popular, conoces a otros artistas y además, todas las chicas estarán detrás de ti, aunque claro, tengo sólo ojos para una.

Este último comentario creo que la decepcionó un poco, porque bajó la mirada y revolvía la limonada que había pedido unos minutos antes. Tratando de resolverlo recurrí a la única táctica que conocía, cambiar el tema, no sin antes disculparme.

-Pero ninguna como tú cariño- bien hecho- Ahora dime, ¿qué quieres es hacer tú?

-Química bióloga- responde indiferente.

-Bien, es una buena carrera- no sé qué diantres es eso pero igual la felicito.

Tardó un tiempo en silencio, y justo cuando iba a decir algo ella interrumpe.

-Ya me tengo que ir, es tarde.

¡Pero si apenas son las 10:30! Pensé. No dije nada, sólo me levanté y la acompañé a la entrada, esperé a que tomara un taxi y se fue. Después regresé con los chicos, que seguían bebiendo.

-¿Qué pasó mi buen Jeffrey?

-Amy ya se fue.

Me dio una palmada en la espalda y empezó a reír por un chiste que le contaron, fue acercándome la botella de Bacardí, la cual le di un trago con ganas, aunque la verdad no acostumbraba a beber.

En el punto en el que ya todos estábamos casi ebrios Ian comenzó con un discurso patético enfocándose en William.

-Éste joven de aquí les aseguro que es un maldito pervertido de mierda, con esa voz que tiene dejó a todos boquiabiertos, como si se prepararan para hacerle sexo oral.- Después lo abraza y comienza a llorar, típico de borrachera.- Es que, te quiero un montón, a todos los quiero un montón. De no ser por ustedes no sería nadie.

Todos terminamos hechos un desastre, Bryan e Ian se pachequeaban con unos jóvenes algo mayores, Richard desapareció de la nada, William y yo terminamos vomitando a los pies de cualquiera apoyándonos de la pared para caminar.

No sé como llegué a casa, quizá arrastrándome, no sé. Apestando a Bacardí y a Jack Daniel's mientras balbuceaba una vieja canción.

-Mientas me rompes la espalda yo he atormentado mi cerebro... ¡Penny! ¡Soy yo, Jeffrey! ¡Ábreme! Pero nada parece complacerte...-

Se abrió la puerta de golpe "Jeffrey, estás hecho un asco" se escuchó, solamente vi una figura alta y negra, me jaló hacia dentro. Sentado junto a la mesa estaba alguien inesperado, mi padre. El susto me bajó la borrachera, ese hombre que nos abandonó hace ya cinco años regresó para reclamar lo que es suyo.

Nos mudamos de Washington por culpa de él, mi madre no lo toleraba más y vinimos a Indiana. Volvió ahora predicando ser un mejor hombre, que ya había dejado de beber y que su deseo de mujeres se había centrado sólo a una: mi madre. Esa ni él se lo cree.

-¡Que carajos hace él aquí mamá!

-Cariño, ve a tu cuarto.

You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora