Abuela Jo

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Lafayette, Indiana. 1976.

La abuela Jo se la ha pasado junto a sus amigas desde hace unos meses, en el garaje de su casa, en el sótano de alguna de sus amigas, en fin, cada sábado era lo mismo, la abuela se desaparecía todo el sábado y regresaba más joven y feliz. Como si los cincuenta y cinco años que se cargaba encima no le afectaban en lo absoluto, pues se sentía aún una jovencita de veinte o treinta años. Lo que más nos intrigaba a Penny y a mi (bueno, a Penny en realidad no le interesaba) era saber qué es lo que hacía esa longeva señora cada sábado. ¿Tenía un amante en secreto y sus amigas la escondían? ¿Acaso se iba a una terapia rejuvenecedora? O simplemente hacía una actividad que disfrutaba mucho realizar... Todas esas dudas creo que se resolverán haciendo una sola cosa, ¿preguntarle? No, qué va, lo mejor sería seguirla a hurtadillas para ver con más detalle, si le pregunto es posible que no me diga con sinceridad.

Salió en su auto, a las diez con diez de la mañana rumbo a la conocida universidad de Lafayette, cosa rara, pues nunca había ido más allá de esa escuela, mientras, del otro lado de la calle, yo la seguía con mi skate board a toda prisa, pues mi bicicleta había sido destrozada por la puerta del garaje, pero eso es historia para otra ocasión. Había llegado al límite de la colonia, donde paró frente a una casa enorme de dos pisos, sin cerca o algo que pueda impedir el paso a aquella casa, lo cual fue una ventaja para que pueda espiarla más de cerca. Tocó la puerta en forma de un tresillo y un octavo, como si fuese una clase de clave secreta para entrar, de inmediato una señora un poco más grande en edad le abrió la puerta, saludándose con camaradería, se vio extraño eso en mi abuela. Bueno, descienden unas escaleras hacia el sótano, y no pude saber más nada... A excepción de que aquella anciana dejó torpemente la puerta abierta, así pude escabullirme. Sólo bastó con asomarme un poco para ver que mi abuela tenía una guitarra al hombro, ¡La abuela Jo con una guitarra!

Chicago, Illinois. 1991.

Silencio, absoluto silencio en aquella habitación de hotel. Axl se encuentra recargado en la mesita de noche a un costado de la cama, mientras que yo estoy acostado casi desnudo sobre la cama, con el bóxer puesto al revés pues soy muy perezoso para arreglarlo; y se preguntarán ¿Porqué estás desnudo Jeffrey? Bueno, les diré que no me importó nada más que ir al baño en el avión. En mi asiento me estaba casi orinando, tuve que levantarme y correr hacia el baño de aquel transporte y ¡oh sorpresa! Estaba ocupado. ¿Qué querían que hiciera? ¿Esperar? Jajaja, soy una súper estrella del rock, no podía esperar a que el infeliz desocupara el baño, yo puedo hacer lo que quiera solo por ser famoso y nadie debe decirme nada, así se han convertido los artistas, en unos arrogantes buenos para nada que con solo pensar algo lo consiguen, en idiotas que rompen botellas de cerveza en la cara de sus seguidores y les aplauden... Malditos estúpidos. ¿Creen que si aceptan eso deberían decirme algo sólo por orinar en el avión? No, no tenían derecho a hacerlo, pero sin embargo una azafata se negó a seguir al resto y... Terminó accidentalmente golpeada, en realidad no quise golpearla, pero sentí que me atacaba algo enorme... O era el efecto aún de las drogas. Fue un vergonzoso momento, no recuerdo más de aquella escena en el avión, cuando comencé a recuperar la razón me encontré en la cama de este hotel de la manera en que me describí anteriormente.

-¿Y mi ropa?- Dije de manera torpe y somnolienta.

-En la tintorería del hotel. Después de que golpeaste a la azafata Mike te colocó en tu asiento de nuevo y justo cuando iba aterrizando el avión, vomitaste sobre tu pantalón y tu camiseta. -Respondió secamente, mirando fijamente el enorme espejo.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2020 ⏰

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