Stradlin y Rose

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El fin de semana era para estar en familia, yo regresaba a casa y William a la suya, para descansar de la universidad. Cuando pasaba tiempo con mi familia regresaban a mi mente esos escasos momentos felices que pasamos juntos, eso se intensificaba más cuando tocaba la armónica que me obsequió mi padre, el cual no era tan mala persona después de todo.
Convivíamos como nunca antes, tal vez porque sabían que no estaría ahí por mucho tiempo, que partiría en cuanto la terminara la universidad y que tal vez no regrese nunca, mi hermana bailaba al ritmo del Blues Sureño mientras mamá le hacía segunda.

El domingo, el día para regresar al campus, fui a recoger a William a su casa. Cuando llegué no estaba nadie en casa, regresé a la mía para dejar un mensaje en la contestadora para avisar que ya me había marchado. A los diez minutos recibí una llamada de un número desconocido.

-¿Diga?

-Jeffrey, soy yo, William. Me encuentro en la estación de policía y necesito que pagues mi fianza, es de doscientos dólares. Te explico luego.
Cuelga. ¿Doscientos dólares? No puedo desperdiciar los fondos para el viaje a Los Ángeles, es mi futuro, pero además es mi mejor amigo también. Bueno, voy a sacarlo.

Al llegar a ese lugar se percibe el ambiente de destrucción social, los presos apretados bajo la misma celda, todos con cara de malos a excepción de William, que sus ojos de niño resaltaban de los demás.
Una vez afuera él caminaba cabizbajo, con las manos metidas en las bolsas de su pantalón, mirando la punta de sus zapatillas. Cuando voy a decir algo él habla primero.

-Oye, tengo que decirte algo. Te preguntarás por qué me volvieron a encerrar.

-Así es, tienes mucho por explicarme hombre. Ya es la segunda semana.- dije en tono molesto.

-Agredí a una persona, mi padrastro para ser exacto.

-¿Tu madre se volvió a casar?

-No, ha sido el mismo. Es mi padrastro porque mi padre genético es alguien más. Por eso no tengo ningún parecido con el actual, de mi madre casi no tengo genes. Cuando Phil se enteró de lo que pasó golpeó a Susan más fuerte que de costumbre, no pude evitar agredirlo también. Me molesta que haga eso, siempre me ha molestado.

Su voz se escucha entrecortada, ¿está llorando? Creo que sí, son unas gordas y pesadas lágrimas de sufrimiento, no me gusta verlo llorar, pero tampoco acostumbro a demostrar afecto, me siento acorralado.

-Oye amigo, olvida la universidad, hagamos algo nosotros solos. Que te parece... un tatuaje, o una perforación, vamos por un cigarrillo.

-Gracias compañero, me parece bien.

William viene de una familia problemática desde siempre. Un padre fanático religioso y una madre que no se defiende ni de una mosca no es algo muy prometedor para un niño que necesita demasiada atención.
Sus orígenes cantando fueron en una iglesia cristiana, a los cinco años de edad. El estilo que cantaban eran canciones con orígenes de góspel.
A él le fascinaba tanto a tal punto de aprenderse discos completos de Elton John.

El líder del grupo, fascinado por la voz del niño, sugirió que no le realicen la circuncisión, por temor a perder su afinación como debe ser.

Vivió atormentado por su padrastro, quien tenía el pensamiento de ser el ciudadano americano trofeo, servir a Dios y su patria.

De carácter conflictivo y desdeñoso, siempre metido en peleas de vecindario, en la escuela de música, en bachillerato.

De no haberse enterado quién era su verdadero padre, tal vez viviría odiándose así mismo el resto de su existencia creyendo tener genes de la mierda llamada Philip Bailey.

Su nombre era Austin Rose, del estado de Florida. -Dijo al fin.

-Era, ¿Ya no vive acaso?
Niega con la cabeza –Fue uno de los delincuentes más desgraciados y buscados en todo el estado. Asesinado en un tiroteo en California. Y a pesar de eso creo que ha sido un mejor padre para mí que Philip. -Encoje los hombros de frio -Daría lo que fuera por poder honrarle. ¡Demonios! Que helado está hoy.

Me mira como suplicando la respuesta. Construye un monumento , escribe un poema o canción, monta una ofrenda floral  o un pedestal, no sé, haz lo que quieras, siempre quieres que resuelva tus conflictos. Claramente no le dije eso para no hacerlo sentir peor. Creo que el cielo lo iluminó, porque de en sobre salto tuvo una idea: Cambiar de apellido.

Es una idea trillada pero me agrada. De ahora en
adelante será llamado William Rose, hijo de Austin Rose.

-Ya sé. ¿Porqué no haces lo mismo, Jeffrey? Cambiemos juntos de identidad, al fin y al cabo serás otra persona en Hollywood.

-No lo sé William, no tengo inconvenientes con mi nombre. - Me rasco la cabeza pensando. -Pero creo que también necesito ocultar mi pasado, Jeffrey es el nombre de mi padre.

-Genial, ya sabía yo que hice bien en elegirte como amigo. ¿Cómo te llamarás?
La verdad, tardé mucho en pensarlo, nombres de aquí y allá que consideré demasiado.

Finalmente vino a mi memoria el nombre de una cerveza campesina que servían en el bar del tío de Ian: "Pruebe la bebida de la casa. Cerveza Izzy y Fleming."

Izzy, ese nombre me gusta, es inusual y simple a comparación de Jeffrey Dean, que es más largo y aburrido. Ahora el apellido, Stradlin, eso no tiene una historia en sí, simplemente lo escuché, me gustó y lo incluí.
No debía decirle nada a mi madre, se enojaría si se entera que cambié mi  nombre, el que con tanto esmero escogieron para mí.

***
Ahora que recuerdo, en estas dos semanas después del incidente, no he hablado con mi madre y mucho menos con mi hermana. Tomo el teléfono, marco a casa, suena ocupado, dejo un mensaje y cuelgo. Después de unos minutos me encuentro en mi cama, la parte alta de la litera, tocando la canción de Aerosmith que tanto nos gustaba a Amy y a mí en Bachillerato, la que interpretamos en la graduación. Tampoco he pensado en ella desde que me plantó. Miro el teléfono y pienso en llamarla, lo reflexiono dos veces y lo olvido, pero el pendiente sigue ahí unos minutos después. Al final decido y marco, contesta una voz ronca y pacífica.

-Diga.

-Hola, estoy buscando a Amy Coast. De parte de su amigo Jeff, ¿Se encuentra en casa?

Aquella dulce voz se transformó en una sombría y sarcástica, como que su respuesta estaba llena de odio.

-¿Acaso no te habías largado a Los Ángeles Jeffrey? A tener éxito, acostarte con cuanta mujer se ofrezca y cobrar cantidades monumentales de dinero por tocar una simples e insignificantes canciones.

¡Auch!

Lo primero que pasó por mi mente fue contestarle de igual modo. Al menos yo no me comporté como ramera, ni siquiera me interesé en cosas como las tareas o algo material como para coquetear y mostrar el cuerpo a un desdichado hombre y darle esperanzas. Eso lo pensé.

-Maldita loca -colgué y me acosté en la cama.

Recostado y envuelto entre las sábanas se encontraba este joven, pensando, durmiendo, no lo sé. Tal vez pensando en su futuro, mudarse de ciudad, llegar a ser algo grande y llegar al éxito. Buenas noches.

You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora