Where's...?

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Primavera del 79.
Lafayette, Indiana.

Ese día había estado lloviendo, cosa que es muy rara por estos lares, más aún en mayo, cuando se supone que debe hacer demasiado calor. La lluvia me pone mal, peor de lo que ya estoy. Prefiero el calor.

Hace un par de días Penny se fue de la casa por un imbécil que la trata de lo peor y mamá se puso todavía más histérica de lo que ya estaba; ahora me insiste más con eso de irme también de la casa dizque porque ya soy lo suficientemente mayor como para cuidar de mi persona. Oh, madre, si tan sólo supieras...
Extraño a mi hermana.

No entiendo por qué insisten con eso de que el tabaco es malo, si en realidad es verdaderamente bueno para la gente como yo: la tristeza te la quita enseguida, y esa extraña sensación de frescor... Definitivamente el cigarro es lo mejor que le ha pasado al mundo. Sobre todo cuando nos escapamos de casa o salimos temprano de la escuela para ir al sótano de Richard, con el tío de Ian o al patio trasero de Bryan para quemar algo más que una pila de tabaco. Pasábamos por una época en la que sólo la Cannabis nos contentaba el día, o al menos nos daba una pequeña ayuda para soportar esta realidad.

—Richard, sácala, no nos ve nadie.

—Espera Ian, ¿no ves que el abuelo Joe nos puede pillar? —decía mientras hacía guardia tras la puerta— Necesito distraerlo mientras que alguien la lleva consigo.

—¿Pero no crees que se de cuenta si pasamos uno por uno? Tendrá sospechas de que algo malo hacemos.

Queda pensativo y le da la razón, pues la mayoría de nosotros parecíamos de mala fe.

—Bueno, entonces pasaremos todos juntos. Si le da por revisar nuestras pertenencias de nuevo, le tendremos que dejar la mercancía en alguien que sea de confianza.

—Yo puedo hacerlo —se ofreció Axl— El viejo y yo somos tan camaradas que no sospechará de mi - finalizó triunfante.

—No, se ha enterado de tus últimos encuentros con la ley, Bailey. Además, eres unas de las mentes maestras aquí en esto de las drogas.

Le sigue molestando que lo llamen así.

Barre con la mirada a todos, buscando al más tranquilo de nuestro grupo. Ian: Del estilo punk, puberto aún con granos y espinillas esparcidos por todo el rostro y una actitud tan desaliñada que ni él mismo se soportaba. Bryan: Un chico de lo más noble, pero a falta de una madre quien lo dirija se a vuelto más violento y de las sustancias desconocidas que se ha metido le da un aire decaído, como si todo el tiempo estuviera drogado.
No, ninguno era buen partido.

—¡Ya sé! ¿Qué tal Jeffrey?— Ian apunta hacia mi con ambas manos, dando un esplendor imaginario a mi persona. -Sólo de mirarlo, no parece que vaya a matar ni una mosca. Bueno, con decirte que no ha mencionado palabra alguna en todo este tiempo.

Dios mio, era verdad.

—Bien, a que tu pasas primero Jeffrey. —me empuja hacia afuera— Nosotros te hacemos segunda.

Pasamos sigilosos, pues aquel señor parecía dormido, pero cual fue nuestra sorpresa, que no.

—Hey, niños, ¿quién se creen ustedes como para pasar así sin saludar a una persona mayor? —ese gran hombre se acerca, la verdad sentía miedo. —Seguramente se van a hacer sus maldades. ¡Quiero que me muestren todo lo que tienen!

Todos obedecían menos yo, pues si los delataba seguramente los muchachos me darían una paliza más tarde. Joe me miraba con desaprobación y algo de enojo, pues no obedecer sus órdenes lo ponía de mal humor. Por desgracia fue militar y dirigió un pelotón durante la guerra de Vietnam.

You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora