«Capítulo 43»

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El adolescente hizo caso del folleto tras comprar algo para comer, sus tripas rugian con fuerza.

Miro el lugar mientras daba el último mordisco de su tercera hamburguesa. Parecía una casona antigua, parecida en la estructura a una de Ginebra.

Empujó la puerta del lugar que anunció su presencia. Se acercó al mesón dónde debería estar atendiendo alguien. Tocó la campanilla la que hizo sonar sin obtener respuestas.

Miro a la estancia  vacía hasta ver una sombra, se acercó con precaución hasta llegar a ver a una mujer pelirroja tras la barra.

Alzó una mano y saludo.

Hola, ¿Están atendiendo? —Pregunto avanzando donde la mujer que parecía anexa hasta que se sorprendió y rio nerviosa al percatarse de su presencia.

Oh, lo lamento, me —hizo un gesto y sacudió levemente la cabeza, —Me distraje en mis pensamientos. No trabajo aquí, el dueño rara vez está atendiendo, este lugar no es muy turístico. —Explico con lentas palabras hasta ver bien al joven. Su acento era notorio y su vestimenta era de alguien de una ciudad más destacada que la de Derry. La chaqueta era hermosa y podía apostar que era de una tienda que por lo menos en este estado no había. —Solo toma una llave.

—¿Solo así?

—Si. Soy Beverly, quizás tu vecina estos días.

—Logan, —Respondio volviendo al mesón para alcanzar una llave y anotarse en el libro con su nombre y firma.

Avanzo con dirección a la escalera hasta detenerse y ver a la mujer que desprendía tanto miedo y pensamientos angustiantes mientras sujetaba su copa de whisky. Era temprano aún para comenzar a beber pero eso no era realmente su problema.

La miro y frunció el ceño. La mujer tenía un leve pánico que reconoció en mayor medida en su madre; era extraño.

Subió a la habitación para dejar su mochila y descansar un par de horas para iniciar su búsqueda.

El aire se sentía denso, demasiado empalagoso para su gusto. Parecía que todo el maldito pueblo tenía un aroma que le revolvía el estómago.

Camino a regañadientes hasta la ventana y la abrió para permitir el flujo de aire antes de poner a cargar el teléfono que se había apagado por la escasa batería.

Apenas cargará lo suficiente hablaría o mandaría un mensaje a sus padres para informar que estaba bien.

Sus padres... Dios, sus padres, quizás con un instinto protector más de países del sur del continente que de sus orígenes, estaban realmente angustiados en el avión, les faltaba poco para aterrizar en Canadá.

Sienna sacudía su pierna incontrolablemente, y con lentes oscuros pese a ir al interior del avión para ocultar el color de sus ojos. Clark estaba a su lado, tomando su mano para tranquilizarla y recordarle que lo que vivió ahí, no lo volvería a vivir.

No estaba sola.

Ya no más. Eran un equipo.

No debían de preocuparse de nada más que de ir por su hijo mayor, y después ver algún vuelo disponible para los tres que no fuese una millonada.

Rosie y Roman se quedaron para el cuidado de Caroline quien acepto sin pedir más detalles el cuidar a sus amados sobrinos a los que consentía como si fuesen los hijos que nunca quiso tener.

Mientras ellos irían a un pueblo maldito, sus hijos estarían en el cine y comiendo tanta cosa quisieran con su tía.

Hubiese sido una irresponsabilidad tremenda el que vinieran ellos también.

𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora