Capítulo 1: April

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April en multimedia.

PoV April:

- ¡April! ¡Bienvenida a casa, cariño! - Exclamó mi padre, extendiendo los brazos.

- Ni lo menciones. - Respondí, poniendo una mano sobre su pecho para detenerle. - Mamá te envía recuerdos, pero la tía Sara dice que puedes irte al infierno. - Añadí, mientras tiraba mi patinete en el suelo y me subía en él. - Oye, te quiero y todo eso, pero el cabreo de que me hayan metido a la fuerza en un avión para traerme aquí no va a desaparecer a no ser que me de un poco el aire, así que hagamos un trato. - Propuse. - Tú me dejas dar una vuelta, relajarme y sacarme de encima el cabreo y yo prometo ser una niña buena y portarme bien, ¿sí? -

Suspiró.

- Está bien. Ten cuidado. - Aceptó, rendido.

- Guay, nos vemos sobre las diez. - Me despedí, y me impulsé, bajando por la calle a toda velocidad con la mochila aún en mi espalda.

Tenía muy claro lo que quería hacer. Primero, ver si la ciudad seguía igual, luego ir al parque de skate y tercero ir a buscar a June a su casa.

June había sido mi mejor amiga durante los cinco años que pasé aquí con mi padre la última vez que mamá trataba de conseguir un ascenso. Luego lo consiguió, y yo me largué con ella.

Bajé por la carretera a toda velocidad y salté el bache que al parecer no habían arreglado en los últimos siete años que hacía que no venía por aquí.

Algunas tiendas habían cambiado, pero en general todo se parecía bastante a la ciudad que había abandonado a los diez.

Giré en la rotonda, inclinando mi cuerpo hacia dentro con destreza, y luego me impulsé para subir por la pequeña cuesta que iba hasta la cafetería Cali's.

Llegué algo cansada y con las mejillas coloradas y él pelo despeinado, pero me sentía mucho mejor que en aquel maldito avión, o incluso en el coche, con el taxista mirándome con curiosidad desde el retrovisor y de vez en cuando intentando establecer una conversación que yo nunca seguía.

Mierda.

Cali's no estaba y en su lugar había un Starbucks con pinta de nuevo y universitarios con portátiles estudiando como locos mientras inundaban su sistema nervioso de cafeína.

Bufé, sintiendo el cabreo volviendo a brotar en mí, y empecé a tener ganas de golpear a alguien en la cara. Solo que golpear a alguien de verdad duele como mil demonios y además necesitas fuerza para ello. Yo ... Bueno, no era una persona muy fuerte, que digamos, pero sí era rápida. Era mucho más veloz que la mayor parte de los chicos de mi antiguo instituto, y eso que algunos eran del club de atletismo.

A mí me ofrecieron entrar en atletismo muchas veces, pero siempre, lo rechacé. Correr rápido no significa que te guste correr. Solo que tienes unas piernas largas y una buena musculatura en ellas. Además, yo ya estaba apuntada en dos clubs, y me pasaba la mayor parte de la semana en ellos. El primero era el club de taekwondo, porque que no sepa golpear duro no significa que no me guste golpear, solo que tengo una mierda de brazos y de bíceps. El segundo era el club de idiomas. Porque sí, yo era buena en idiomas y además me gustaban.

Sabía hablar en concreto ocho idiomas. Francés, polaco, inglés, español, chino, japonés, gaélico y alemán. Y a mayores entendía bastante bien el ruso, porque se parecía mucho al polaco.

Entonces me sacó de los pensamientos una chica de mi edad, al chocar contra ella de cara por no ir mirando hacia delante.

Caí al suelo de mala manera y como era rápida la sujeté antes de que llegase a golpearse contra el suelo ella también.

- Ayayayay ... - Protestó, frotándose el culo, que era lo único que se había golpeado, y había sido contra mi rodilla.

- Bueno, no te quejes, que te he sujetado. - Respondí, sacándole la lengua a mi dolorida amiga.

- ¡April! - Exclamó, con una sonrisa, abrazándome con fuerza.

- Sí, June, yo también me alegro de verte, ahora, ¿me dejas levantarme? La gente nos mira raro. - Respondí, sonriendo.

Se rió con su voz musical y luego se apartó, dejándome levantarme.

- Eso es porque eres hermosa, April. - Me halagó. - Has sacado unas tetas que ... Vaya, que si fuese hombre ahora tendría una erección. -

Rodé mis ojos.

- Bueno, tú sigues igual. - Dije, haciéndola de rabiar. - Igual de plana e infantil. -

- ¡Eh! - Protestó, golpeando mi hombro.

- Auch. - Dije, frotándomelo.

- Doy palabras bonitas y mira lo que me devuelves, ¡tu desprecio! - Exclamó, poniendo voz melodramática y con una mano sobre su pecho, como si intentase no llorar.
Rodé mis ojos otra vez.

- Oye, ¿acabas de llegar? - Preguntó, de nuevo contenta como un perrito que acaba de recordar que hoy hay chuletón para cenar.

- Sí. - Respondí, cogiendo mi skate y cargándolo sobre mi hombro. - Iba a ir al parque de skate. -

Bufó.

- Pfff ... Siempre igual. Hay mejores cosas que hacer que patinar y romperte la cabeza por ahí, ¿sabes? - Dijo, señalándome como si me acusase de algo.

- ¿Qué hay mejor que patinar? - Pregunté, poniendo cara de obviedad.

Una sonrisa extraña y problemática se extendió por su rostro.

- ¡Prostíbulo! - Gritó.

- ¡Sí! ¡Prostíbulo! Espera, ¿qué? -

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