Capítulo 4: Alcohol, sexo y ... ¿Ornitorrincos?

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PoV Ares:

- ¡FIESTAAAAA! - Gritó Cali, con todas sus fuerzas, mientras agitaba una botella de algo en la mano.

- ¡Uuuuuuuuuh! ¡SÍIIIIII! - Se unió la chica a la que habíamos recogido en un pub llamado algo así como "Draugh sköpje" y que presumiblemente era el lugar donde nerds y obsesos del hobbit bebían y bailaban con música "élfica".

Ahora mismo me costaba concentrarme, sobre todo porque llevaba en sangre una cantidad de alcohol suficiente como para dejar a un elefante en coma etílico.

El problema es que hay varios tipos de borrachera, y cuando bebes nunca sabes qué tipo de borrachera será la que te agarrará. Están la feliz y despreocupada, la depresiva y confusa, la obsesiva (generalmente incluye síntomas como la necesidad compulsiva de llamar a tu ex y gritar realmente alto que no la necesitas y finalmente ponerte llorar y suplicarle que vuelva contigo), y otras muchas. La mía en particular era el tipo de borrachera en la que eres consciente de lo que te rodea como si estuvieses sobrio ... Pero no eres capaz de hacer ni una puta cosa coherente. Sí, esa en la que tus pies se mueven solo, tu estómago vomita solo y tus manos pasan por culos mientras tu boca grita cosas que bajo ningún concepto dirías en ninguna otra ocasión. Y mientras haces todo eso, eres consciente de la tremenda idiotez que supone.

- ¡FIESTAAAAAA! - Grité, yo también. ¿Ven? A eso me refiero.

- ¡ALCOHOOOOOOOOL! - Gritó Cali.

- ¡SEXOOOOOOOOOOOOO! - Esa fue la chica.

- ¡ORNITORRINCO! - Se unió una rubia poco desarrollada físicamente pero muy borracha.

Entonces mis ojos se abrieron como platos, porque al lado de la rubia que acababa de gritar "ornitorrinco" estaba la muchacha del prostíbulo. Oh sí, ese iba a ser su nombre hasta que no supiese cómo se llamaba en realidad.

Entonces mi cerebro hizo conexiones y me di cuenta de lo realmente mala que era la idea de estar con alguien tan claramente inocente mientras yo estaba en este estado.

El gran y maldito problema es que obviamente mi cuerpo no obedecía a mi mente para nada. Y eso quería decir que yo no me iba a ir a ninguna parte, al menos no de momento.

Mientras ella se daba cuenta de mi presencia y sus ojos se abrían con sorpresa me concentré en parecer normal y no hacer nada que luego lamentase.

- Ooooh, te haz quedado impreshionada con mi setso apíl y vienes por MÁAAAS. - Dijo Cali, con un intento de seducción muy penosa.

Antes de darme cuenta de lo que hacía mi puño había impactado en su nariz y él estaba en el suelo con la nariz sangrando y los ojos parpadeando confusos, sin llegar a entender qué acababa de pasar.

- ¿Qué ... Qué hazshez tú? ¡Maldito! - Dijo, levantándose con furia en sus ojos, y poniendo ambos puños frente a él en actitud de pelear.

- ¡UUUUU! ¡Ezto esh una pelea de matchos! - Gritó la rubia sin pechos.

- ¡SEXOOOOO! - Repitió la chica desconocida, y luego cayó al suelo y no se volvió a levantar.

- ¡PELEA IMÉCIIIIL! - Gritó Cali, lanzándose hacia mí, pero su puño falló por mucho.

- ¡Aaaahhhhh! ¡No quierrrrro veeeeeer! - Exclamó la rubia tapándose los ojos.

Di un par de pasos hacia atrás y luego lancé un puñetazo hacia Cali, que le dio en el pecho y lo tiró al suelo de culo. Me acerqué a él tambaleante y levanté el puño.

- ¡AAAAHHHHHHHHH! - Gritó Cali en el suelo, aunque aún no le había golpeado, y yo también empecé a gritar a la vez, hasta que dejé caer el puño, y entonces una onda morena cruzó mi vista con rapidez, y lo último que recuerdo de aquella noche es a la muchacha del prostíbulo en el suelo sobre Cali, que tenía la camiseta llena de la sangre de su nariz, inconsciente, y el sonido de sirenas ensordeciendo mis oídos, antes de caer en un sueño profundo.

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