Capítulo 8: un secreto de altos vuelos

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PoV April:

Me empuja contra la pared mientras tapa mi boca. Entrecierro los ojos, mirándole mal.
Oh no. No, no, no, no, no, no, NO. No iba a pasar por eso. No. No caería en su trampa.
- ¿Estás segura de querer hacer eso? Quiero decir, dado que tú estabas allí y todo eso ... - Murmuró, con cara inocente, y soltó mi boca para escuchar mi respuesta.
- ¿Qué? Eso no es verdad, yo no estaba ... - Intenté decir, pero me cortó poniendo una mano sobre mi boca y empujándome contra la pared de nuevo.
Asustada, aguanté mi respiración y me quedé totalmente quieta.
- ¿Realmente crees que a Andrea le importará eso? - Preguntó, mirándome a los ojos. Lo miré con las pupilas dilatadas por el miedo, incapaz de reaccionar. - Aunque, - Dijo, bajando su tono de voz y acercando su cara lentamente a la mía, haciendo que mi corazón corriese en mi pecho por el pánico.
Mierda, April, reacciona. Me apremió mi conciencia, pero no dependía solo de mí, y su rodilla estaba entre mis piernas, apoyada contra la pared, de forma que si trataba de salir me estaría acercando aún más a él, y eso era totalmente imposible.
- Si tú trabajases allí podríamos llegar a conocernos muy bien. - Susurró en mi oído, haciéndome cosquillas, y un escalofrío recorrió mi espalda.
Las llaves sonaron al meterse en la cerradura y comenzó a echarse hacia atrás, liberándome lo suficiente como para salir.
Reacciona, vamos. Dijo mi conciencia.
Justo cuando la puerta se abrió mis músculos se activaron de golpe y agarré a Ares por los brazos, atrayéndole hacia mí y estampando mis labios en los suyos de golpe. Moví mi boca, profundizando un poco el beso, y luego me separé.
Pero no así. Definitivamente NO ASÍ.
Su cara. Oh dios, su cara. Estaba totalmente sorprendido y confuso.
Y entonces escuché la bolsa de la compra caer al suelo mientras Andrea se llevaba las manos a la boca por la sorpresa.
- ¿Qué ...? - Bendita palabra. Ese "qué" reflejaba todo lo que Ares sentía en ese momento que, incidentalmente, era lo mismo que yo había sentido hace unos segundos. Prueba de tu propia medicina. - Andrea, espera, ¡no! - Gritó, mientras se tropezaba al salir corriendo tras ella.
Solo por un minúsculo segundo sentí un punto de dolor y culpabilidad, pero luego el calor que aún sentía en mi oreja hizo que apretase los dientes y me diese una palmadita de "bien hecho" mental.
Aunque por otra parte estaba sinceramente decepcionada, porque era verdad. Yo no podía decir nada sobre la primera vez que nos habíamos conocido, porque sino él contaría mi parte, y realmente a Andrea le daría igual que yo no hubiese estado trabajando allí.
Podía escuchar gritos desde la calle así que fui hasta la ventana y me asomé.
Allí abajo estaba Ares tratando de explicarse desesperadamente, lo cual me hizo sentir ligeramente satisfecha ... Hasta que vi a Andrea llorando con la cara entre sus manos.
Mierda, tenía que arreglar esto.
Salí a la terraza corriendo.
- ¡ANDREA! - Grité - ¡ANDREA ERA UNA BROMA IDIOTA! - Pero ella obviamente no quería ni verme, lo cual me hizo sentir aún peor. - ¡ANDREA, MALDITA SEA, MÍRAME! - Grité, sintiendo mis cuerdas vocales resentirse.
Pero solo conseguí que sus hombros se agitaran con aún más llanto, así que me bloqueé y no supe qué decir. Mis ojos viajaron hasta Ares, que me miraba fatal.
Ya lo sé idiota. Lo sé. Sé que la he fastidiado, no hace falta que me hagas sentir peor.
Bufé y pasé una pierna por encima de la valla.
Por el rabillo del ojo observé cómo la cara de acusación Ares se transformaba en una de terror.
Me mordí el labio, porque yo realmente era muy, muy patosa, y pasé la otra pierna por encima de la valla con dificultad, quedando a un paso literal de la muerte.
- ¡ANDREA MÍRAME! - Grité, cerrando los ojos y cogiendo aire para no marearme y caer. - Por favor. Por favor, por favor, perdóname. - Rogué, frunciendo el ceño.
- ¿¡SE PUEDE SABER QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO!? - Rugió la voz grave y fuerte de Ares. - ¿¡ERES UNA MALDITA SUICIDA!? -
Sus ojos estaban llenos de pánico. De pánico real.
- ¡TE PERDONO! - Gritó de repente Andrea, sorprendiéndome. - ¡Te perdono así que bájate ya de ahí, loca! -
Sonreí. Hasta que me di cuenta de que mis piernas no querían mucho moverse.
- Ya te he perdonado, idiota, vuelve a dentro. - Me apremió Andrea. Sus hombros subían y bajaban con la tensión de la situación.
Un gemido salió de entre mis labios inconscientemente.
- N-no puedo. - Sollocé.
La mandíbula de ambos cayó ligeramente, abriéndose.
- No me jodas, April, por favor. -
- ¡No te estoy jodiendo Ares! ¿En serio crees que quiero pasar un solo segundo más aquí? - Dije, con sarcasmo, cabreada.
Entonces mi pie resbaló y grité, pero me agarré a tiempo, quedando temblando agarrada a la valla.
- Está bien. De acuerdo, de acuerdo, pero no te sueltes, ¿vale? Solo ... Solo no te sueltes. - Dijo, con sus manos extendidas hacia mí, como intentando tranquilizarme.
- ¿Llamo a los bomberos? - Preguntó Andrea.
Rápidamente sacudí la cabeza.
Mi madre se enteraría si venían los bomberos, y vendría a buscarme y a llevarme de vuelta a casa. Mi padre me odiaría por dejarle de nuevo.
- No. No, no hace falta. - Respondió Ares por mí, cogiendo aire. Luego se giró y me miró a los ojos. - Salta. -
- ¿Estás mal de la cabeza? ¡No voy a saltar! - Exclamé.
Este tío está totalmente loco, en serio.
- No voy a dejar que mueras. En serio, te cogeré. - Me aseguró, rodando sus ojos.
Levanté una ceja escépticamente.
- Vamos, sólo salta. - Me apremió, irritado.
Me mordí el labio inferior tan fuerte que pude saborear mi sangre en la boca.
- Sí, venga. A la cuenta de tres. Ares es fuerte. Te cogerá. - Se puso de su parte Andrea.
Bufé. Bueno, bueno, todos a la vez no. ¿En serio todos estaban deseando que muriese? Porque, quiero decir, para Ares seguro era gracioso y una forma de venganza, pero me esperaba algo más de amor por parte de mi prima.
- Bueno, voy. - Avisé. - Uno, dos, y ... -
- ¡ESPERA! - Gritó Ares, pero yo ya me estaba tirando, mientras gritaba "¡treeees!".
Maldito bipolar.

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