Capítulo 9: lecciones de abofeteamiento

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PoV April:

- Oooooooooooooooooohhhhhhhhhh ......... - Protestó una voz debajo de mí.
Miré hacia abajo y mis ojos se encontraron con los de Ares.
Observé nuestra posición.
Mierda.
Mi pecho estaba sobre su nariz, mis brazos entre sus omóplatos, bajo su espalda, y mi rodilla ... Había fallado en darle a su entrepierna por ... Digamos medio milímetro.
- ¡Mghnñghjk! - Gruñó, mirándome con el ceño fruncido y furia en sus pupilas.
Ay, claro, ahora era mi culpa que se estuviese ahogando con mis bonitas pequeñas, ¿no? Pues no es por nada pero yo aquí no era la que había tenido la "magnífica" idea de tirarme desde un balcón sobre el hombre al que posiblemente más odiaba en este momento.
- ¡MGHNÑGHJK! - Gritó.
Oh, ya va, ya va. Qué insistencia, por dios.
Me levanté apoyándome sobre su estómago con ambas manos, haciéndole gruñir de dolor.
Me levanté con ayuda de Andrea, que había estado mirándonos tapándose la boca con sorpresa, y me peiné el cabello con los dedos tratando de recuperar la poca dignidad que me quedaba y levantar un muro de indiferencia a mi alrededor.
- Oh dios, ¿qué has comido? - Dijo Ares. - ¿Una vaca? -
Me giré con rapidez hacia él y estampé mi mano entera contra su mejilla.
No quedó tan espectacular como en las películas porque ... Bueno, como ya dije no sé golpear duro.
- Auch. - Murmuró Ares, frotándose la mejilla. - Buen golpe, pero no tienes un buen movimiento de muñeca. Si añades un poco de efecto conseguirías mover mi cara al otro lado, ¿sabes? Queda mejor. -
¿Se estaba burlando de mí? Sonrió con expresión divertida. Oh, sí, se estaba riendo de mí.
Golpeé de nuevo su mejilla, usando más fuerza aún, y un ligero movimiento de muñeca.
Su cara salió despedida hacia el lado contrario con rapidez.
- ¿Así? - Pregunté, y sacudí mis pantalones y me marché, andando con rapidez.
¿Qué se había creído ese capullo? ¿Que podía tratarme así y no haría nada al respecto? Por mí que se muriese.
- Sí, así exactamente. - Escuché que murmuraba, mientras yo casi había llegado a la verja del jardín que rodeaba el edificio.
Apreté los labios, pero no pude evitar la pequeña sonrisa que se dibujó en mi rostro.

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