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Tu beldad etérea, excéntrica, colmada de vanas lisonjas por tu lampo divino. Tú, cual efigie helénica, observando un punto vespertino en tus dedos de marfil, que desafían a la nieve incluso en las cálidas noches de abril. Dicen que eres el Infierno y que los hombres saltan del Cielo por caer en tu seno. Y aun así, con lánguida mirada te vi llorar ante el espejo como si dentro tuvieras veneno.





Poemas en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora