CAPITULO 12

47 5 0
                                    

En dos grandes tablas de madera una superior y una inferior estaban cuatro flechas dos en la parte superior de la madera y otras dos en la parte inferior de la madera, una persona con esposas en los pies, que estaban colocadas en esas flechas, boca abajo, colgadas en una cadena muy gruesa para que no llegue a caerse, no me pareció uno de los peores castigos ya que a lo largo de mi trayecto habían realmente espantosos, paso una terrible idea por mi cabeza, pero no estaba segura si estaba correcto, hacer que sus castigos se vuelvan realmente espantosos, me daban lastima ya que no estaban haciendo nada, claro estaban gritando y sufriendo pero no era por mi culpa, en un todo; me acerque a hablarles y que me dijeran donde puedo encontrar la salida para el octavo circulo, ellos estaban de espaldas a mí, ninguno me estaba mirando así que empecé a caminar sigilosamente, ellos solamente escuchaban unos pequeños pasos, pero no sabían quién era, trataban de darse la vuelta como podían pero sus intentos era vanos, me puse en frente de todos, empezaron a gritar y moverse tal cual pez fuera del agua, me causo tanta gracia ver cómo les causaba pánico, que comencé a reírme, mientras más me reía mas se asustaban de mí:

- Creo que todos en el averno, cuando estaban vivos tenían un pequeño toque de comediantes, ay no saben lo ridículos que se ven, me pregunto si...

En ese momento alce una piedra del suelo y les mostré a todos de manera amenazante, gritaban con más fuerza y más pánico que nunca, la tire nuevamente a suelo, produciendo un gran ruido al caer y chocar con este

- ¿Ustedes en verdad creen que YO sería capaz de lastimarlos?, no puedo creer que piensen eso de mí, me tiene tan afectada por lo que ustedes vayan a pensar de esta inocente muchacha.....

Sujete mi cara a manera de arrepentimiento, mientras todos se callaban por las palabras suscitadas anteriormente, lentamente bajaba mi mano y los miraba de una manera maliciosa, formándose en mi rostro una sonrisa malvada, empecé a caminar alrededor de todos, se notaba en sus rostros miedo puro

- Si no hubiese pasado nada de lo que me paso, tal vez si me importaría lo que vayan a pensar de mí, pero... paso, ahora me tiene totalmente descuidada ¿Qué? Me tienen... miedo, jà... deberían...

Con toda la rabia junta agarre a uno de ellos y lo lleve hacia abajo para que las flechas se clavaran en sus ojos, este empezó o gritar pero dentro de unos segundos... murió, todos los demás gritaban y suplicaban piedad, hice lo mismo con otro, y con otro, así sucesivamente hasta que ya había "matado" a la mayoría, solamente me quedaba uno, me acerque al mismo y le dije:

- No me tienes miedo...

- ¿Debería?

- Mmm... no sé, tu dime...

- No, no te tengo miedo... ellos me dijeron que tu no existías, y para mí no existes, eres solamente una alucinación

- En realidad, no tendría problema en hacerte creer que yo si existo, estoy frente tus ojos, y ¿aun así no puedes creer en mí?

- No

- Ok... entonces hagamos que el muchacho crea en mi

Tome una piedra filosa que se encontraba en el suelo y comencé a abrir el cuerpo desde la pubis hasta el cuello, el solamente gritaba del dolor que le producía, primeramente le saque todas las tripas que tenía, yo solamente silbaba, para poder sacar su corazón abrí su caja torácica con mis dos manos, antes de arrancarle el corazón le dije:

- ¿Ahora... crees en mí?

Se formó una sonrisa malévola en mi rostro y por ultimo para finalizar su sufrimiento arranque su corazón con todas las fuerzas que tenía, lo mate, el ya no respiraba ni gritaba, abrí su boca para después ponerle el corazón dentro de esta, y posteriormente sacar sus ojos para atragantárselos en la garganta.


El AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora