CAPITULO 5

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De rodillas y con las manos apoyadas en el suelo, infinitas personas tenían que estar sujetados con bozales de hierro para que no se escapasen de cara específicamente de la boca al ano de la persona que estaba delante; la mayoría de ellos estaban obesos, un verdugo con una gran máscara de hierro pesado y un látigo de púas oxidadas y dobladas, al primero de todos le daba comida de varias semanas de descomposición para que defeque en la boca de la desgraciada persona detrás suyo, y así se iba creando una gran cadena de excremento, muchos del asco vomitaban en las nalgas de la persona delante suyo, otros por el miedo de sentir eso en su boca se desmayaban, pero los verdugos no hacían nada para trasladarlo de lugar, lo dejaban ahí tirado mientras que la otra persona sin compasión alguna defecaba encima del desmayado, al despertar, lo acomodaban en la misma posición, nadie podía salvarse de esta desdicha.

Al ver todo eso mi estómago no aguanto ni un solo segundo más y vomite, uno de los verdugos escucho el sonido de mis arcadas, y fue a ver lo que pasaba, me encontró vomitando; yo lo mire y no dije palabra, tenía miedo de lo que pueda llegar a hacerme

- Párate

- S...si

- Tú que aún viva estas en estos pútridos lares, sin cometer el pecado por el que aquí ves a todos los humanos que alguna vez te acompañaron durante tus días en la tierra, ¿Qué haces aquí?

- Caí por el espejo, no sé dónde estoy, no tengo a donde ir

- Te encuentras en el tercer círculo del averno, lugar para los que en vida no fueron ni malos ni buenos, pero tenían algo que les garantizaba su entrada a este círculo llamado "el Milpiés humano" supongo que te diste cuenta del porque se llama de esa forma, su gula origino humanos con ambición por más comida solo para complacerse por más de que ya lo estaban, comer solamente por comer, quitarle el pan diario a los humildes para poder aumentar más capas de grasa a su apariencia externa, el único vocabulario que podías conocer de ellos eran recetas de cocina además de una guía con más de mil maneras para que las persona se compadecieran de su alma y enriquecieran su apetito, haciéndoles más daño de lo que ya tenía.

- ¿Así que en este círculo están las personas con gula?

- Si...

Después de decir eso comenzó a gritar, tal cual las demás almas de los anteriores cirulos, ese grito... tan característico del averno, por más de que ya lo escuché varias veces, aun no me acostumbro

- ¡SUELTAME! NO ME TOQUES... ¡ALEJATE!

- Pero si yo no estoy...

- ¡LARGO!

Después de decir eso elevo su látigo y trato de golpearme con este, yo me escape, él me seguía persiguiendo, de pronto se quedó quieto sin hacer movimiento alguno, se sacó la máscara que llevaba puesta, su cara se estaba deformando en mis propios ojos, lanzo un grito de desesperación, y elevo su látigo, golpeo el suelo, una y otra vez, golpeándose el también, se golpeaba repetidas veces, totalmente desangrado cae al suelo y me dice:

- Eres la culpable de toda mi desgracia, de todos mis días de dolor y de sufrimiento, de todos los días que tuve que pasar con un pedazo de pan mohoso, gracias a ti estoy donde y como estoy... espero de todo corazón que nunca encuentres la salida para volver a tu hogar, como yo no tuve uno, te deseo a ti el mismo destino, espero que te pudras en este averno, ¡TE MALDIGO!, no te escupo porque no eres digna de recibir este escupitajo.

No me dejo decir nada, el hombre estaba yaciendo en el suelo del Milpiés humano, de lejos veo una gran masa acercándose al lugar donde estaba yo y el cuerpo, era la gran horda de hombres y mujeres acercándose muy velozmente, cuál milpiés yendo por su presa todos muy furiosos, detrás de ellos estaban los demás verdugos, golpeándoles con su látigo para que parasen, pero sin ningún resultado, corrí lo más rápido que pude, me escondí detrás de una gran roca y veo como devoran al que me maldijo, ellos comían la carne del pobre desdichado como si no hubiera un mañana, con tanto odio, desprecio, con tanta brutalidad, tratando de no hacer sonido alguno, empiezo a caminar sigilosamente para que no me escuchen, por mala suerte pateo una piedra que al principio ni me percaté de que estaba ahí, uno de ellos me ve y grita:

- ¡ES ELLA, LA CAUSANTE DE TANTO DOLOR NUESTRO, ATRAPEMOSLA!

Corrí totalmente asustada y con tanta adrenalina en todo mi cuerpo, no podía ver algún lugar, alguna salida, por su parte ellos corrían por las paredes, por el techo, todo con tal de atraparme, me tropecé con una parte que estaba afuera del suelo, ellos iban directo hacia mí, pero algo detrás de mí les impide seguir avanzado, miran con mucho temor, y más rápido que un rayo, se van del lugar, dejando sin aliento, miro hacia atrás para ver al que me salvo y no encuentro a nada ni a nadie

- Pero... como, estoy sola, como pude defenderme, estaba segura que ese era mi fin, no veía escapatoria.

Sople, empecé a caminar para poder encontrar, una salida lo más rápido posible, ese lugar era tenebroso, lúgubre, escuche unos pasos muy fuerte a muchos kilómetros de distancia, parecían que estaban corriendo, dentro de unos minutos los pasos se escuchaban más fuertes, acercándose a mí, de pronto no solamente se escuchaba por una dirección, sino tanto adelante mío y atrás mío, pude ver a unos hombres justo como el anterior, pero estos tenían algo, una cosa indescriptible, tuve la sensación de que ya había compartido algo con ellos, no los veía muy bien pero podía notar algo aparte de eso, una cosa muy extraña, uno de ellos estaba con un palo muy grande y grueso y otro con dos cuerdas, otro estaba con una gran piedra en su mano izquierda.


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