El Averno

CAPITULO 8

Corría, no podía hacer más que correr, el cansancio empezaba a vencerme, mis piernas estaban debilitándose, pude ver mi fin, de pronto como por arte de magia aparece una gran piedra, muy filosa, sin pensarlo dos veces la agarre, me senté de cuclillas y puse esa piedra a mi lado, esa cosa llego hacia mí, yo solamente cerraba mis ojos para no ver nada, abrí un ojo y pude ver que esa cosa salto, y se clavó con esa piedra, explotó, se escuchó un ruido estruendoso, volando piernas, brazos, cabezas, piel, intestinos, ojos, vencí a esa bola humana, abrí mis ojos , todo a mi alrededor estaba sucio lleno de sangre, personas mutiladas, era un escenario terrible, asqueroso, lo más extraño era que las cabezas estaban mirándome, todas las cabezas, me miraban, me quede observando ese escenario por unos cuantos segundos, me levante y camine, la explosión humana, había abarcado varias partes de ese círculo, note que ya no estaba en el tercer círculo, estaba en el cuarto, lugar de los soberbios.

Mientras caminaba, note que el lugar ya no tenía tantas piedras, ni largas paredes, en un tramo estas habían desaparecido, estaba en una selva, habían plantas, arboles, pero todo eso sin animales, la naturaleza estaba muerta, es decir no tenían el hermoso color verde las hojas, en su lugar estaba un gris muy horrido, los arboles no tenían esas hojas tan lindas, en su lugar estaba lleno de raíces, asimilando más a cabellos, el cielo no era azul, era obscuro, y sin nubes, por lo lejos pude ver un gran cerro, parecía un volcán, parecía apagado, de hecho parecía que nunca hubiese erupcionado, pude escuchar unos sonidos raros que jamás había escuchado de cualquier animal, en el cielo vi unos murciélagos con proporciones descomunales, los vi mejor y no eran del todo murciélagos, tenían cuerpo de ese animal pero rostro de humano, era el Acerodon jubatus humanensis, oí hablar de él en algún momento de mi vida, pero creí que todo era un mito, una leyenda urbana, ahora con mis propios ojos pude ver que no era nada de eso, era real. Habían muchos de ellos, se acercaban a mi dirección, yo corría por miedo de que me hagan algo, un árbol alzo una de sus raíces haciéndome tropezar, y caer bruscamente contra el suelo, caí tan fuerte que creí que me había roto una costilla, sentía un dolor profundo que no cesaba con nada, me levante sin fuerzas para seguir corriendo, pero uno de ellos me agarro del suelo, subiéndome hasta el cielo, empezaron a volar en dirección del volcán, golpeaba sus patas para que me suelte, su torso, sus alas, pero esos intentos eran imposibles, seguía avanzando directo a esa dirección, por fin llegamos, estábamos volando encima del volcán, y me soltó, pude agarrarme de una piedra, así que todos empezaron a golpearme las manos para que me suelte y caiga a este, que estaba para erupcionar, caí, el magma estaba hirviendo pero aún seguía viva, estaba hundiéndome, había una fuerza superior que no quería que muera, me estaba protegiendo, de no ser así, me hubieran matado en el tercer círculo, y ahí hubiese acabado todo, tenía algo planeado para mí. Caí nuevamente en el suelo, y me lastime una pierna por la caída, pero este tenía una peculiaridad muy rara que ningún otro tenia, este era suave, parecía que había caído en un colchón. Me levante nuevamente, sufrir tanto ya se estaba haciendo una costumbre, el techo tenía estalactitas, y el suelo estalagmitas pero no de hielo sino de piedra, si no me iba rápido caerían encima mío, matándome, en este lugar me sentía más humana, podía sentir más, sufrir más, pero estaba careciendo de algo que era la compasión por los demás ¿Por qué? Ni yo se la respuesta, escuche lo mismo que en los anteriores círculos, gritos, así que fui a ver lo que era, estaba ansiosa por ver su castigo de los desgraciados.