Atracción Eterna

Siete. Confesiones Y Sorpresas.

Casi me eché a reír ante sus palabras. Me parecía tan estúpida su propuesta que no le presté atención y ni me molesté en contestar. Jamás hasta este momento me había dado cuanta de lo superficial e interesada que era Jane. Sin embargo, una parte de mí se preguntó si de tener que elegir, escogería a Peter sin dudar. Lo quería muchísimo, pero Jack... mi corazón se aceleró al pensar en lo que hubiera pasado de no habernos interrumpido Jane, y eso sólo sirvió para acrecentar mi odio.

-Jane-me dirgí a ella-. No responderé lo que acabas de decir por que me parece una estupidez tremenda, sabes? Además, en caso de que tuviera que elegir, cómo estás tan segura que el elegido se quedaría conmigo?

Mi plan consistía en hacerle creer que ninguno de ellos me quería, ya que sospechaba que ella los deseaba por que no podía tenerlos tan fácilmente. Pero su respuesta echó todo a perder.

-¿Crees que no me doy cuenta cómo te miran?-dijo con tristeza repentina y sorpresiva- ¡Te miran como si fueras lo más importante de su vida! ¿Sabes lo que yo daría por que me trataran y me miraran así? Cómo me gustaría que alguien me considerara la más importante? Seguro que no lo sabes, ya que todos te quieren por lo que eres, no por lo que tienes como a mí.

Quedé realmente sorprendida ante sus palabras. Jamás hubiese esperado que algo así viniera de Jane, pero aparte de la sorpresa, sentí culpa. Por que yo, que era su amiga, no conocía lo que ella pensaba. Por que aunque nos conocíamos desde los siete anios, últimamente ni hablábamos. Por que creía que Jane estaba satisfecha con su vida, cuando en realidad ella sentía sola. Se sentía sola y necesitaba que alguien la amase.

Me sentí la peor persona del mundo y extendí una mano en su dirección, pero ella se apartó.

-No-dijo, con lágrimas brillando en sus ojos-. No quiero tu lástima. Y como, al parecer, no me contestarás, supongo que puedo elegir.

Y me gunió un ojo, avanzando hacia Peter, que aún estaba a mi ldo, y pegó su cuerpo al de él, posando sus delicadas manos en su cuello, seductoramente. Se relamió los labios, y yo no pude más que quedarme allí, petrificada.

Y sin más, se inclinó hacia Peter y lo besó.