Doce. ¡Jack!

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El grito sólo duró unos momentos, pero nos dejó helados. Nos separamos, y nos vestimos rápidamente; el momento había pasado. Aún así lamenté la interrupción, pero era Ezra el que nos necesitaba.

Bajamos corriendo las escaleras, pero me detuve la mitad de ellas por el shock. La escena que presentaba el living era horribe.

Ezra estaba todo manchado con sangre, sosteniendo algo contra su cuerpo. Al principio no podía ver bien. Era una persona, aunque parecía más un bulto enrojecido. Sin embargo, al acercarme un poco más, noté que era Jack, y mi garganta ardió mientras un grito sonaba. Tardé unos instantes al notar que era yo. De pronto me encontraba junto a Jack, acariciando su rostro lleno de sangre, junto a Ezra. Este me miró, y luego soltó a Jack, dejándomelo.

Sollocé mientras limpiaba su rostro, y para mi alivio, comenzó a abrir los ojos. Sus hermosos ojos azules se fijaron en mí, confusos, y entreabrió los labios.

-Alice... -murmuró muy bajo, moviendo la cabeza, mirando a su alrededor con confusión, perdido- ¿En dónde estoy, Alice?

-Shhhh -susurre-. Todo está bien, Jack, tranquilo.

Acaricié su rostro un poco más, y luego oí un carraspeo proveniente de la puerta de entrada. Levanté la mirada y ví allí a dos vampiros desconocidos. Noté como Peter se posicionaba entre mi persona y los desconocidos. Sin embargo, Ezra hablaba con ellos como si fuesen de confianza, aunque no despegaba los ojos de Jack.

-¿Por qué no lo llevan a su habitación y lo curan, chicos?-sugirió amablemente Ezra, hablándonos a Peter y a mí.

Miré a Peter, que se había vuelto hacia mi, y asintió. Con mucho cuidado, alzó en sus brazos a Jack, que aún lanzaba gemidos de dolor.

-Alice... No te vayas, no me dejes -suplicó Jack, extendiendo una mano temblorosa en mi dirección, la que me apresuré a tomar.

-Aquí estoy, cariño.

Esa forma de llamarlo me salió naturalmente, y noté como Peter clavaba su mirada en mí, obviamente nada contento con eso. Gruñó de manera apenas perceptible, pero no le presté atención. En este momento, Jack era mi prioridad.

Peter lo llevó hasta su habitación y lo depositó en su cama, sin mucha delicadeza, y lo reprendí.

-Trátalo con más cuidado, ¿qué no ves que está herido?

Me bufó sin mirarme.

-Claro... -me dijo-, ahora como está herido, hay que cuidarlo como si fuera un niño. ¡Oh, pobrecillo, ahora hay que mimarlo!

Dijo esto último con sarcasmo y compasión fingida. Lo miré con incredulidad, no podía creer su comportamiento. Estaba siendo realmente infantil. Encima Jack aún asía mi mano y miraba dolido a Peter, mareado.

-¡Estás siendo totalmente infantil! -le grité, enfadada-. Compórtate.

-¿Sabes algo? ¡Quédate con él! ¡No me importa! -gruñó, y se fue, dándo un portazo.

Lo miré con angustia, pero no le presté atención. Volví mi atención a Jack y acaricié sus cabellos rubios todos pegoteados por la sangre. Con un paño húmedo, comencé a limpiar su rostro, mientras él lanzaba suspiros de alivio. Una vez que terminé, me recosté a su lado, acariciando su rostro suavemente. Él se giró y me miró.

-Gracias por estar siempre, cariño. Eres lo mas importante en mi vida. -me susurró, y se quedó dormido.

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