Atracción Eterna

Diecinueve. Una mentira.

Instalar mis cosas en la pieza de Peter fue algo simple y rápido. Cuando vi que la mitad de su armario estaba vacío lo miré interrogativa, y me confesó que hacía unos días había hecho lugar para mí y morí de ternura. Era demasiado dulce. Estábamos riendo y terminando de acomodar cuando Jack entró a la habitación y la risa se me atoró. Peter notó mi cambio de ánimo y miró a su hermano, entrecerrando los ojos con cautela.

-Alice -dijo Jack, suavemente-. Oí que vas a mudarte.

Asentí.

-Así es -dijo Peter, alto, poniéndose entre nosotros, como si quisiera protegerme-. Y también se transformará. Yo lo haré.

La cara de Jack sufrió una transformación completa y supe lo que estaba pensando: si Peter me transformaba, mis sentimientos hacia él aumentarían y lo que sentía por Jack, ese amor que creía sentir del cual ya no estaba segura, se esfumaría y se convertiría en nada.

-No -pidió él, con sus ojos azules brillando, llenándose de lágrimas-. Por favor, no. Alice, no me olvides, te lo ruego.

Abrí la boca para decir algo, pero aparté mis ojos de los suyos. ¿Hasta cuando lo seguiría lastimando? Él era bueno, se merecía algo mucho mejor.

-Peter -lo miré-, ¿podrías dejarnos solos un momento por favor? Yo... tengo que hablar con Jack.

Me miró, inseguro, pero lo abracé y él se soltó y se fue. Se iba a enojar realmente mucho, pero tenía que hacer esto.

-Jack, realmente lo siento -él intentó hablar, pero negué con la cabeza-. No, déjame hablar. Debo agradecerte por encontrarme, por salvarme la vida, por todo. Por incluirme en tu familia, por amarme. 

-¿Es que no me amas? -preguntó, desesperado.

Respiré hondo. Claro que lo amaba, pero rogaba que la transformación sacara eso de mí. Me dolía en el alma, pero debía mentirle. Y lo hice.

-No, Jack -dije, y vi agrandarse sus ojos, llenarse de dolor, y algo se quebró en mí-. Nunca te amé.