16 de Octubre.

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Recuerdo que era un 16 de Octubre. Me acuerdo porque esa mañana mientras estaba en el trabajo había visto un calendario al pasar por la oficina de la secretaria de uno de los hombres importantes de la empresa y el 16 estaba marcado con un círculo rojo muy grande. El resto de los días anteriores estaba tachado. Dentro de este día había algo escrito pero no llegue a leer que era. Aun así parecía que era un día bastante importante.
Al menos lo fue para mi.
Porque cuando volví a mi casa como a las siete de la tarde me sentía solo y aburrido. En realidad casi siempre me sentía solo y aburrido pero ese día en especial. Jared no había ido al trabajo (por eso me encontraba vagando entre las oficinas de gente que no me interesaba), Hamilton no estaba en casa (seguro estaba en la casa de su novia, o algo) y Mamá y Papá tampoco estaban (se habían ido a cenar).
Estaba solo y aburrido.
Así que decidí volver a Cosmo. Volver con Elise.
***
Entré y me volví a encontrar con la rubia del mostrador. La saludé y me dijo:
- ¡Volviste corazón! Por supuesto, siempre vuelven.
Me reí. No entendía como podía acordarse de todos los hombres que entraban en ese lugar.
- Si, bueno, estoy buscando a Elise.
- Esta bien, a ver.
Sacó una lista y comenzó a buscar.
- Elise, Elise. No. Lo siento, está ocupada en este momento. Pero puedo ofrecerte a otra...
- No. No. Quiero a Elise
- Así que te dio un buen servicio... Esta bien, podés esperar a que se desocupe, pero no sé cuántas horas serán. Podés ir a sentarte en la barra, o a disfrutar del show. Cuando ella esté lista voy a mandar a alguna de mis chicas a buscarte.

Bueno, gracias.

De nada corazón.

Pensé si ir a la barra o a ver el show. Me hubiera gustado tomar un par de tragos, pero mi psiquiatra siempre me había dicho que era peligroso con el alcohol, o las drogas, o cualquiera de esas cosas. Y esa noche quería estar bien. No quería que pase lo mismo que la vez anterior.

Así que me senté en uno de los sillones y me puse a ver el show. Al ver como las chicas bailaban me puse a pensar un poco en Elise, y en que ella debía estar con cualquier hombre que quisiera estar con ella. Sin protestar, sin poder decir que no.
Me imaginé las decenas de hombres con los que ella podría haber estado y me sentí, extraño. Tal vez eran celos, pero no puedo asegurarlo. Lo único que sabía era que quería que ella deje de hacer eso, y se vaya. Preferentemente conmigo.

Luego de una hora o dos, una chica alta vestida igual que las demás se acercó a mi oído y me dijo que Elise ya estaba lista. Me levanté y me dirigí hacia el pasillo de la derecha. Mientras estaba caminando entre las habitaciones vi a un hombre de unos cuarenta años saliendo. Probablemente el fue el anterior.

Habitación 12304. Esta vez entré sin tocar.

Elise estaba sentada en su cama. Fumando un cigarrillo. Tal como la otra noche.
Pero esta vez se la notaba distinta, un poco más acurrucada en ella misma, un poco más pensativa.
Levantó la mirada y sonrió un poco al verme.
- Loquito. ¿Qué hacés acá de nuevo?
- Vine a reclamar lo que me debes.
- Tengo muchas razones para no aceptarte en mi dormitorio. - Dijo riendo un poco.
- Hoy sí tomé mi pastilla.
- Igual. Hoy no estoy de humor para más clientes.
- Tengo el mismo derecho que los demás a recibir mi servicio.
- Pero a vos te conozco.
- No me conoces.
- Se que te llamas Ethan. Se que sos un loquito con problemas de ira que se olvida de tomar su pastilla. Se que estas muy harto de ellas. Suficiente para conocerte. Y hoy no tengo ganas de más clientes. Pero podés quedarte. Vení, vamos a hablar.
Se hizo a un lado en su cama y apoyó su palma un par de veces para indicarme que me sentara a su lado.
- Estoy triste - Me dijo.
- ¿Por qué? - Le pregunté.
- Porque hoy murió mi abuelo.
- Oh. Lo siento. - No sabía qué decirle. Me estaba tratando como su ¿amigo? Uno no le cuenta a cualquiera sobre la muerte de su abuelo.
- Si, es muy triste. En realidad no me acuerdo mucho de él. Era el papá de mi mamá. Tengo un solo recuerdo de una tarde, yo tenía como once años y estaba aburrida. Él no vivía en la ciudad pero esa semana había venido no sé por qué y mi mamá lo trajo a casa para conocerme. Él me dijo que mamá tenía que hacer algunas cosas así que me llevó al parque y jugamos en las hamacas. Fue muy divertido. Y antes de irse me regaló un libro que a él le había gustado mucho y a mi también me gustó. Lo leía todo el tiempo. Esa fue la primera y unica vez que lo vi. Y despues de ese día también dejé de ver a mi mamá. Pero no tiene importancia, no viene al caso. La cosa es que hoy estaba leyendo el diario y vi en la parte de atrás que el había muerto. Y a pesar de que nunca lo conocí me dio bastante pena, supongo que fue un buen hombre.
- ¿No vas a ir a su funeral?
- No. No creo que nadie que este alli quiera verme, o siquiera me conozca. No me consideran parte de su familia.
- ¿Por que?
- Problemas. Tal vez mi mama este allí. Pero no quiero ver a mi mamá.
- ¿Por que?
- ¿No sabes preguntar otra cosa?
- No.
- Bueno, algún día te voy a contar lo que pasó con mi mamá. Pero no hoy.
- ¿Otro día? ¿Como sabés si vamos a vernos otro día?
- Porque vas a volver. Además me debes una historia.
- ¿Que? ¿Por qué te debo una historia?

- Hoy te conté la historia de mi abuelo. Te conté una historia, y no voy a dejar que te vayas sin que me cuentes una a cambio.

- No entiendo...

- La gente está hecha de historias Ethan. Estamos hechos de todas y cada una de esas memorias que nos definen, y nos hacen quienes somos. Y yo acabo de contarte una historia, acabo de darte una parte de mi. Y creo que es injusto que te vayas sin darme una parte tuya a cambio.

- Wow.

- ¿El jueves entonces?

- ¿Por qué no el viernes?

- Porque los viernes bailo. Es una rutina. Los lunes estoy de moza. Martes, atiendo. Miercoles, moza. Jueves, atiendo. Viernes y Sabado, bailo. Domingo, atiendo. Y tenés que venir un día que atienda.

- Bueno, Jueves entonces. No puedo creer que voy a venir y pagarle a una prostituta solo para charlar con ella.

- Si no querés podés no hacerlo. - Dijo algo ofendida. Y me sentí mal por lo que había dicho. Ella no era solo una prostituta, era una persona. Creo que hasta ese momento no lo había pensado así, pero en el fondo ella también necesitaba alguien quien contarle historias, y alguien que le cuente historias a ella.

- Va a ser un placer charlar con usted señorita. Nos vemos el jueves.

Sonrió un poco.

- Nos vemos loquito. Prepará una buena historia.
Dejé un par de billetes en la mesa de luz y me fui. E, increíblemente, me pasé toda la semana esperando que sea jueves.

Hey Elise!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora