Capítulo 3

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—¡Nosotras!

—¡Si nosotras!

—Yo, Isabella Moniqué Simonné Whiteman, siendo humillada por dos plebeyas salvajes, ¿enserio? —preguntó Isabella, botando su cepillo de dientes y sacando otro de un cajón.

—Y yo, que soy tu mejor amiga y tengo la misma cantidad de dinero que tú, tampoco puedo terminar humillada. —dijo Olivia, peinándose la rubia melena.

—Esto se lo voy a contar a mis padres. —dijo Isabella.

—¿Y si nos vengamos? —preguntó Olivia, acariciando a Latisha, la cerdita.

—¿Viste al bombón de Eric? Podríamos quedárnoslo para que esa tal Leah se pudra en celos. —dijo Isabella.

—Oh mejor...

—O mejor qué.

—O mejor vamos a la portería y pedimos algo de ayuda...

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—¿Viste sus caras? —preguntó Dove, aún riendo de lo que habían hecho con las galletas.

—¿Viste a Isabella? ¡Las escupió!

—Creo que fue lo mejor que hicimos hasta ahora. —dijo Eric, sonriéndole a Leah.

—Yo también lo creo... —hubo un silencio incómodo durante treinta segundos entre "La Patata Kriptoniana", pero Flora rompió el silencio.

—Yo creo que si no nos cuidamos bien, querrán venganza, con nosotras o con nuestras cosas.

—¿Tú crees que ese par de Siliconas van a intentar hacer algo contra nosotros que no sea rosearnos perfume Chanel? —preguntó Dove.

—No lo creo...

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Isabella y Olivia tocaron la puerta de mantenimiento, como nadie abría, patearon la madera con sus altos zapatos, haciendo que Walter, el portero de la urbanización, salga de su habitación.

—Oiga usted, duendecillo arrugado. —dijo Isabella.

—Ustedes deben ser las nuevas... Más problemas... —respondió Walter.

—No, no venimos a traerle problemas, más bien a acabar con ellos. Sabemos muy bien que ese grupito, los problemáticos de este hermoso condominio, le han hecho la vida difícil a usted, y sabemos que casi lo despiden innumerables veces por la culpa de Fleekbourn y Miller.

—¿A qué quieren llegar?

—A que vamos a darle su merecido, y para eso, necesitamos la ayuda de un experto en mantenimiento, y ese es usted. ¿Cuánto le pagamos? —preguntó Olivia.

—No lo sé... No quiero que me despidan.

—Si lo despiden, le pagamos el triple de su sueldo.

—Trato.

—Bueno, usted que las conoce mejor que nosotras... ¿Que las molesta más? ¿No tener perfume de marca? ¿Que sean tan pobres que no pueden adquirir el iPhone 6s?- preguntó Isabella.

Walter las miró como si no estuvieran hablando en serio. Él apenas había logrado ahorrar para un Nokia modelo 2005 y de paso la única colonia de marca que tenía era solo una muestra gratis que le habían regalado en la calle.

—No, queridas, a ellas no les molesta eso... Sino que las destronen.

—¿Destronar? ¿Acaso son las reinas o algo así?—preguntó Olivia.

Problemas con Color©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora