Capítulo 6

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—Necesitamos estos materiales. —Ayden le entregó una lista a Leah y Eric lo leyó junto a ella.

—¿Estás loco? ¡Esto es muy caro! —dijo Leah mirando el precio de cada cosa.

—Si quieres exterminar a esas chicas, creo que es necesario comprar eso.

—¿Cómo los conseguimos? Nuestros padres no van a darnos dinero. Y nosotros somos más pobres que Walter. —dijo Eric.

—Eso es sarcasmo, vives en Albert's Palace. —gruñó Flora.

— Además tienes un iPhone 6. —le recordó Cindy.

— Ay ya, pero no tenemos dinero para comprar esas cosas.—respondió Eric.

— Ya sé.—dijeron Dove y Leah al mismo tiempo.
Ya habían encontrado una forma de conseguir el dinero.

—¿Tienen alguna idea? —preguntó Cindy.

—Si... En unas cuadras más lejos, cerca de la plaza, hay una heladería que requiere personal para ayudar a vender helados. —dijo Dove.

—¿Vamos a vender helados para ganar dinero? —preguntó Eric.

—No. Tú vas a vender helados para ganar dinero. —le contestó Leah.

            ***************

—Bueno, señor Ohreo, ¡vaya a vender ese helado de Oreo! ¡Como todo un campeón! —le dijo el dueño de la heladería a Eric, que por votación unánime resultó elegido para ir a vender helado. (Claro que él ni participó, las chicas lo organizaron a escondidas).

—Vamos, esto es cruel. Vender helado de Oreo cuando mi apellido es Ohreo, esto es muy cruel de su parte.

—CRUEL es bueno.—dijo Leah automáticamente, haciendo referencia a "The Maze Runner".

Nadie entendió su broma de lectora, pero a Leah le dió exactamente igual.

Volviendo con Eric, él estaba de pie con un envase de helado de oreo, ofreciendo a los transeúntes que pasaban por ahí, con mucho éxito, ya que las chicas que lo veían ni disimulaban al irle a comprar un helado para ligar con él. Y como era de esperarse, Leah estaba roja de rabia.

Se enojó aún más cuando una morena (tan alta como Eric) empezó a charlar con él y en un punto de la conversación, le besó la mejilla.

Justo en ese momento, llegaron un par de chicos que habían estado observando a Dove y Leah desde lejos. Uno las miró seductivamente, y el otro... Trató de imitar la mirada de su amigo, pero sobra decir que ni se llegó a parecer.

—Sígueme la corriente.—le susurró Leah a Dove.

—Hola, preciosas damas... ¿Os gustaría dar un paseo con nosotros?—dijo el de la mirada seductiva, intentando un acento español.

—Claro, si no les molesta que mi novia y yo nos tomemos de la mano, ¿cierto mi amor? —dijo Leah, rogando que Dove le siga la corriente.

—Claro mi vida, ¿vamos?—respondió Dove.

—Ehm... Mejor ya no, fue un gusto haberles hablado...—dijo el que no pudo hacer la mirada seductiva, y se alejaron.

Todos, incluyendo la morena que había besado a Eric en la mejilla, empezaron a reír de la broma de Dove y Leah.

—¡Señor Ohreo! ¡Necesitamos que haga promoción! —gritó el gerente del local, haciendo que Eric se acerque.

—¿A qué se refiere?

—Necesitamos que se ponga este disfraz de helado ambulante, y que haga promoción en la plaza en patines. —exclamó el gerente, entregándole un disfraz.

—¿Tengo que pasear por la plaza en patines promocionando helado de Oreo a mitad de precio? —preguntó Eric, mientras las risas de Leah y Dove inundaban el local.

—Exacto. —respondió el señor.
Y en menos de diez minutos, Eric estaba disfrazado de helado, con un cartel en la mano que decía "Helado de Oreo dos por uno" y unos patines rosa y azules que Eric apenas podía controlar.

—¡LEAH FLEEKBOURN MÁS TE VALE QUE ESTE PLAN FUNCIONE! —gritó el helado, mientras salía de la heladería y patinaba tropezándose por toda la plaza. Los niños lo miraban como si fuera un loco, y nadie lo tomaba en cuenta. Poco a poco, pasaron los minutos y las horas. Eric no volvía de promocionar en la plaza, y fue entonces cuando Ayden apareció y se sentó al lado de ambas. (Obvio, Dove.)

—¿Hasta que hora tiene que trabajar? —preguntó Ayden.

—No lo sé, solo sé que vamos a ganar suficiente dinero. —respondió Leah.

—Creo que su turno termina a las seis y media. —dijo Dove, mientras veía los ojos de Ayden poniéndose roja.

Sentados afuera del local, vieron que Eric, (Helado ambulante) se acercaba exhausto a la heladería. Ayden empezó a reír por el color de los patines y porque el cartel de Eric estaba casi destruido.

—¿Ya terminaste? —preguntó Leah, riéndose.

—¿Puedo matarte? —preguntó Eric.

—¿Pueden besarse? —preguntó Dove.

—¿Cuánto cuesta el helado? —preguntó Ayden.
Todos lo miraron como si hubiera arruinado el momento.
De repente, el gerente empieza a acercarse para hablar con Eric.

—Señor Ohreo, falta media hora para que su turno termine, mientras tanto, necesitamos que vaya calle abajo a promocionar a los autos en el semáforo.

—¿Quiere que vaya calle abajo en patines a promocionar helados arriesgando que me atropellen? —preguntó el helado.

—Exacto.

Eric dio media vuelta, con la cabeza cabizbaja. Empezó a patinar, algo rápido, sin darse cuenta que había una calle muy empinada que iba directo a la carretera donde se encontraba el semáforo. Eric patinó más y más rápido, cuando vio un gato dormido y lo esquivó, cayendo calle abajo a una alta velocidad, y para colmo, chocándose con un auto que se lo llevó tres cuadras más lejos.

—¿Alguien más vio eso? —preguntó Leah.

—Todos lo vieron. —contestaron ambos.

—Algo me dice que Eric va a tener que ir al hospital.

—O a la cárcel.

—O a una correccional para helados rebeldes. —dijo Ayden, dando media vuelta.

Problemas con Color©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora