Capítulo 3

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La señora Agustina y el señor Enrique -los padres del joven- no estaban de acuerdo con ese noviazgo, pensaban que Ivonne no era digna de su querido hijo. Se oponían rotundamente a esa relación.

Las miradas asesinas se hicieron presentes para Ivonne, el ambiente ya era bastante tenso, no imaginaba cómo sería cuando por fin se enteraran de que se convertirían en abuelos.

-Mamá, papá, antes que nada les digo que yo tomé esta decisión y...no pienso cambiar - respiró profundamente.

-¿Pero de qué estás hablando Eduardo?

El semblante de su padre denotaba total incredulidad. Su madre miraba a su hijo pidiéndole al cielo que lo rondaba en su cabeza sólo fueran ideas suyas.

Entrelazado sus manos con Ivonne se sintió un poco más animado. Abrió la boca pero las palabras no lograban salir. Hasta que finalmente declaró ante todos:

- Ivonne y yo, seremos padres.

- ¿Qué dijiste?

-Dije que Ivonne y yo seremos padres, ¿acaso no me han escuchado?

- ¡No le levantes la voz a tu padre jovencito!

-Pero si no he levantado la voz en ningún momento - confiesa Eduardo un poco sarcástico.

¡Cállate ya! Que me tienes muy decepcionada, ¿cuántas veces te advertí que no te metieras con esa tipa?

- Señora, no se altere por favor, la culpa fue de los dos... - interviene Ivonne, un poco desanimada.

- ¡¿Desde cuándo le di permiso a esta gata de tutearme?!

- Mamá no le hables así, ella es la madre de mi hijo y merece ser tratada con respeto - advirtió Eduardo en tono desafiante .

- ¿Cómo te atreviste a involucrarte con esa "muchachita" tan indigna de ti? - Su madre estalla en histeria derramando algunas lágrimas. - Mírala, es un pobretona...

-¡Basta madre!

Ivonne ya estaba sumida en una eterna tristeza por como la habían humillado por sus futuros suegros. Él se limitó a abrazarla mientras enfrentaba una pelea con sus propios padres.

- Eduardo ni siquiera tienes la certeza de que tú seas el verdadero padre de ese niño - dijo don Enrique. - Conozco a las de su clase y acostumbran hacer eso todo el tiempo.

- Ésta trepadora sólo te utilizó por tu dinero, ¿qué no te das cuenta? Hijo por favor, recapacita, saca a esta mujer de mi casa pero ya - la corrió agitando los brazos.

-Si madre, Ivonne se irá de esta casa - su madre comenzaba a esbozar lo que parece ser una sonrisa, que pronto se esfumó.- Pero conmigo.

Eduardo se sentía decepcionante, furioso y triste a la vez. Había roto cualquier vínculo con su familia desde ahora.

- ¡Lárgate ya, malagradecido! Pero, no vengas a lloriquear después de que necesites dinero o que te hayas arrepentido. Desde hoy me encargaré de que se te cierren todas las puertas, empezando por las de esta casa - le sentenció su padre.

-¡No hijo, no te vayas! - Agustina se levanta llorando del sofá donde se había sentado.- Te lo ruego, eres lo único que tengo...

-Déjalo mujer, Eduardo ya tomó su propio camino, deja que se haga cargo - toma de los brazos a su esposa evitando que se arroje a los brazos de su único hijo.

Eduardo tomó sus ahorros y sus pertenencias, rápidamente improvisó una maleta, llevándose a Ivonne hasta su cuarto. Salió de la casa sin decir ni una palabra.

- Agradece que te dejé llevar tus pertenencias que yo te compré, pero tus tarjetas, ¡esas si te las cancelaré, te lo aseguro!
Se escuchó la voz de su padre, al cerrar la puerta de su antigua casa.

Un pequeño imprevistoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora