Capítulo 9

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Después de quedarse sola en casa como antes, decidió buscarla, impulsada por sus instintos.

Ivonne abrió la puerta sin saber de quién se trataba, al verla, trató de cerrarla.

-Ivonne no seas inmadura, tenemos que hablar - intenta entrar.

-¡¿Qué quieres?! - Enfatizó.

-Ya te lo dije, tenemos que hablar - parecía divertida de ver el efecto de molestia que causaba en su amiga.

- No te dignaste a venir antes, ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes?

-Oye, tranquila- canturreaba Karla.- Aunque no lo creas vine a sacrificarme.

-¡Vete de aquí! Lárgate, no pienso, ni quiero seguir escuchando tus estupideces.

-No te pongas así de agresiva, déjame hablar ¿si?- Se queja mirando con desgano.

- Si no te largas en este momento, te echaré yo misma - dijo amenazándola.

-Espera, es sobre Edu, - se detuvo al ver la reacción de enfado de Ivonne al oírla llamarlo de esa manera- digo, Eduardo. Sé lo mucho que estará sufriendo, por eso te lo digo, si aceptas perdonarlo, yo...me iré para siempre, de sus vidas.

No esperó un segundo más, estaba loca, o despechada, no lo sabía; pero no quería seguir escuchando sus tonterías le cerró la puerta en la cara, haciendo un ruido tremendo.
Dejando al aire sus últimas palabras:

-¡Piénsalo!

Camina hacia la cocina encontrándose con su mamá, tocando su abultado vientre, cansada y molesta de escuchar a Karla.

-¿Quién era?

Le pregunta su madre ante la evidente molestia de su hija.

-Estoy harta de sus mentiras, no los soporto - dijo al borde de la histeria.- Estoy...harta de Karla, de Eduardo, ¡de todos mamá!

-Tranquila, todo va a estar bien.

-¿Bien? Después que...- mueve la cabeza, tragando sus palabras.

-¿Qué? ¿Qué hiciste Ivonne?

-Fui con Sergio mamá- dijo nerviosa y sin querer mirarla directamente.- Lo acepté, acepté su propuesta. Para que mi bebé pueda tener una figura paterna.

-No andes inventando cosas Ivonne, con eso no se juega- abrió los ojos como platos.

-No estoy jugando mamá. Es la verdad.

-Una tras otra Ivonne- su madre se detuvo de la mesa al borde de la ira.- ¡¿En qué estás pensando?! ¿He? Contesta hija, no puedes, simplemente no puedes jugar con los sentimientos de otra persona ¡No está bien, no es correcto!

-No me grites mamá, sé bien a lo que me enfrento- ahora estaba al límite de llorar como una niña pequeña.

-¡Qué vas a estar sabiendo! No sabes nada de la vida Ivonne, nada. Tú no quieres a Sergio, al menos como una pareja, no te vas a aprovechar de él, no te lo voy a permitir...

-Sí lo quiero -la contradijo.

-No me mientas en la cara, ¿crees que soy tonta o qué? No me quieras tomar el pelo, ¿piensas que te vas a librar tan fácilmente de Eduardo? Ese muchacho tarde que temprano, vendrá a reclamar a su hijo Ivonne y no puedes negarle ese derecho.

-¡No lo entiendes mamá! Él no nos quiere, por eso nos engañó y no pienso volver a verlo. Nunca. Nunca voy a perdonarlo, si es lo que te preocupa.

-Si estás segura hija de lo que estás haciendo, no me queda más remedio, si te vas a conformar a ese estilo de vida con Sergio, a formar una familia feliz, con un esposo trailero, que te amará a ti y a un niño que no es suyo, y tú vas a vivir pensando siempre en lo que pudo ser tu vida con Eduardo, y vas a ser feliz con eso, entonces te apoyaré.

-No te burles mamá, - espetó.- Sé que Sergio no es rico, pero si, vive mejor que nosotros...

-¿Te vas a conformar a tan poquito? Tú mereces algo mucho mejor, no eches a perder tu vida niña.

-¿Qué insinuas? ¿Quieres que le perdone al imbécil de Eduardo el haberme engañado durante semanas "en mi cara" con mi supuesta mejor amiga? ¡Pues no lo voy a hacer!

-Yo no estoy insinuando nada Ivonne, sólo quiero que recapacites, hija...

-Mamá, yo no estoy sola, voy a tener un bebé, y estoy bastante segura que nadie va a amarme tanto como Sergio, él es el único que va a aceptarme con otro hijo mamá, no lo puedes entender...- rodaron agunas lágrimas de su delgado rostro.

Eduardo fue tres veces en busca de Ivonne, no hubo respuesta en ninguna de visitas. Se negaba a recibirlo, y él por mucho que le doliera, empezaba a aceptarlo.

-No te preocupes amigo, te va a perdonar, sólo se haciendo del rogar-se detuvo ante el evidente enojo de Eduardo.- Y si no, pues... es tu hijo y puedes verlo cuando quieras.

-Quiero arreglar las cosas, al menos que me escuche, pero ni siquiera me abre la puerta- exclama con tristeza.

-Está lastimada, es eso. Se le pasará, así son todas- hace el intento de animarlo.

-Te equivocas. Ella es especial, por eso me enamoré de ella- inclina la cabeza con media sonrisa.

-Si la amaras como dices, no te hubieras metido con Karla. ¿No crees?

-¡Ay ya vas a empezar otra vez! Sólo fue un beso, o quizás dos, sólo eso.

Sin embargo, por más que la chica se negaba a verlo, esa vez fue inevitable, el destino decidió juntarlos una vez más. Un día como cualquier otro, en una tienda comercial, Ivonne observaba embelesada unos "zapatitos"de bebé. Eduardo que estaba a unos cuantos metros, sin darle aviso de su presencia, sigilosamente se acercó a ella, su vientre estaba enorme y eso lo asustó.
-Suéltame- exclamó, al sentir prisionero su brazo.

-No Ivonne. Ya me cansé de esto. No podrás seguir escondiéndote de mí, ahora vas a escucharme: estoy asimilando que te perdí, pero, ¿sabes? He pensado si ese beso valió la pena... No sé cómo te enteraste, pero sólo fue un beso- lo interpreta con su dedo, atrapándola con su mirada.- ¿Me crees? Sólo ese beso, el que nos ha lastimado tanto. A Karla, no la he visto desde ese día...

-A ella ni la menciones, -- prosiguió un poco cansada.- Eduardo, yo... no te creo ni una sola palabra. Lo mejor será que te vayas.

Cuando Ivonne declinó la mirada, Eduardo se sintió aún más perdido. Más triste y dolido que nunca. Entonces dejó su brazo, y quiso hacer una última pregunta:

-¿Es tú última palabra?

-Sí- esta vez quiso hacerlo mirando a esos ojos que antes la habían colmado de ternura.- Yo no puedo olvidar todo y... empezar como si nada. No puedo. No soy así.

-No digas eso- sus pupilas se dilataron.- Me estás rompiendo el corazón.

-¡Deja de burlarte!- De verdad deseó gritarlo, pero su voz se quebró al final de la frase.

-Yo te amo- sus manos fueron directamente a su vientre hinchado; después de tantos meses su toque pareció darle toques en su pecho, y esa electricidad se fue extendiendo a lo largo de su espina dorsal, se estremeció totalmente y desbordó en lágrimas.- Tus ojos no me pueden mentir. Hazlo por nuestro hijo.

Cuando sus ojos hicieron contacto directo, comprobaron la humedad de cada uno de ellos.

-Es que en todo este tiempo... nunca me amaste.

Eduardo se sorprendió al escuchar su voz tan frágil y lastimosa. Las palabras no lograron escapar, realmente no sabía que decir, e hizo lo que su corazón le dictó. La abrazó como si no hubiera mañana. Tan fuerte, tan íntimo, pudo sentir el latido de su corazón, y a su pequeño hijo debajo.

-Todo va a estar bien- susurró besando su sien, para luego acariciar su cabello. Te amo.

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Nota: Karla en multimedia.

Un pequeño imprevistoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora