Unas semanas después de entrar a clases, la maestra de español tuvo una loca idea, al principio no estaba de acuerdo con ella, quería movernos de lugar para que nos conociéramos entre todos.
Al final nos acomodó a cuatro alumnos por mesa, dos mujeres y dos hombres, no sabes cuánto deseaba sentarme contigo, esperamos afuera para que nos asignara el lugar.
Cuando fue mi turno, en la mesa ya estaban sentados un muchacho gordito y tierno, y una muchacha bonita y simpática, quedaba un lugar vacío y para suerte mía te sentaste ahí.
El acomodo era así: el chico gordito, tú a su lado, yo enfrente de ti y la chica a un lado mío, sin duda era el mejor día de mi vida.