Estaba en el parque, disfrutando del día con mi mejor amiga. Ella quería distraerse, el chico que le gustaba no hacía nada más que lastimarla, y eso me estaba molestando, pero ella no me hacía caso, seguía sufriendo por alguien que no valía la pena.
La miré y su sonrisa había desaparecido, ahora miraba a un punto fijo. Seguí su mirada y estaba ahí, Dylan, el chico que le gustaba con otra. Ella comenzó a llorar.-Él sabía que íbamos a venir, ¿por qué lo hace, Shawn? ¿Por qué no está conmigo?- preguntó con la voz quebrada.
-Pequeña tonta- dije soltando un suspiro- no te hagas más daño, entiende que él no te quiere de la misma forma. Míralo, es feliz, pero tú no eres la causante de eso, y eso es lo que te quema en el fondo de tu alma causándote un dolor al que le falta poco para que lo sientas en la piel. Tantas lágrimas ocultadas en tu almohada, no harán que solucionen las cosas. Por favor, date cuenta de que el amor no es una perdida de tiempo, pero si lo es atarte por voluntad propia, a una ilusión, a un espejismo que tu mente ha creado. Haz idealizado a una persona que, como todos, tiene defectos aunque no lo quieras reconocer y lo veas como la perfección hecha hombre- la abracé y continúe- Yo sé que cada mañana, frente al espejo, te preguntas que tiene ella que no tengas tú. Esto no es cuestión de tener o no, de ser o no; es cuestión de que no estuvieses en el lugar ni en el tiempo indicado. Solo no busques el amor, cuando esté preparado para ti, te encontrará y será lo mejor que te habrá pasado en la vida- terminé y la miré, tenía sus ojos rojos, pero ya no lloraba.
-Dios, Shawn, eso es lo más hermoso que alguien me ha dicho- dijo y me abrazó más fuerte- Te quiero.
-Yo te quiero más, pequeña.