-Existís...-fue lo único que pude llegar a decir. Creía en ellas y todo eso, pero nunca llegué a creer que me encontraría con un hada o más bien que ella me estuviera buscando.
-¿Lo dudabas?-me contestó con una sonrisa traviesa e inofensiva que daba a que confiaras en ella.-Soy Shaylee, tu guardiana.
-¿Mi qué?
-Noa, tú eres La Hija del Bosque y yo soy tu guardiana.-me explicó seriamente.-Es difícil de explicar.
-¿La Hija del Bosque?-en ese momento sonó la alarma del reloj, avisándome de que eran las once, la hora a la que toca el recreo en el instituto. Se me había olvidado quitármela.-¡Qué tarde es!
-¿Recuerdas el camino hasta aquí, Noa?-me dijo volando hasta mí. Yo asentí tragando saliva.-Ven esta tarde a las seis.-toda ilusionada, Shaylee se lanzó a mi cuello para intentar darme un abrazo, a lo que sólo consiguió rodear con sus pequeños brazos parte de mi cuello. Yo me quedé completamente quieta.-No veas cuánto tiempo he esperado este momento.
Su cuerpo era cálido y me transmitía paz y tranquilidad, a partir de ese momento noté que un vínculo nos unía fuertemente, que podía confiar en ella sin temor y notaba como si desde que nací, ambas nos hubiéramos estado buscando.
En cuanto se separó de mí, con un suspiro salí corriendo en busca del hotel. No me costó encontrarlo, pero si llegar. Sin embargo no estaba cansada, me sentía cómo nueva, era cómo si el hada al abrazarme me hubiera dado nuevas energías.
Una vez en el hotel, ni siquiera me paré a llamar al ascensor, subí rápidamente las escaleras, saqué la tarjeta de mi bolsillo y abrí el mini apartamento. Para mi sorpresa, allí no había nadie. Bueno, la verdad es que en parte me lo esperaba, pensé que me esperarían y que no irían a avisar a la policía.
Entonces entré en pánico. ¿Y si se habían ido a avisar a la policía? ¿Y si...? ¿Pero qué estoy diciendo? Ellos me conocen, al menos eso creo, se supone que llevo viviendo con ellos desde que nací, catorce años, sería un poco cruel decir que no me conocen.
Decidí asomarme a la ventana por si estaban por allí cerca. Cómo no los vi, quise meterme dentro de nuevo, pero la puerta se había cerrado, y resulta que sólo se podía abrir por dentro. Sin poder contenerme, de rabia y frustración, le di cuatro patadas a la puerta para desahogarme. Dejé caerme en el banco que había en el lado de la pared, en ese momento me di cuenta de lo cansaba que estaba, me acomodé un poco más, cogiendo un cojín de una de las sillas que había alrededor de la mesa y a lo que me día cuenta me había quedado dormida.
Un par de horas más tarde, me desperté sobresaltada con el ruido de una moto, me asomé, más bien un cuat. Me giré hacia la puerta acristalada que se había cerrado en mis narices, apoyé la cabeza en ella para intentar ver en el interior. Todo seguía tal y cómo cuando había entrado.
Sin ideas de qué poder hacer, hice que mi cabeza chocara con el cristal, cerré los ojos y me quedé así, pensando que tal vez podría ir saltando de terraza en terraza hasta llegar al suelo. No, no era Tom Cruise en una misión imposible...
TOC, TOC, TOC.
Sobresaltada, me aparté del cristal, una mujer rubia no muy alta, vestida de blanco estaba delante de mí, al otro lado del cristal. Inmediatamente me abrió la puerta y me dijo unas palabras en otra lengua, supuestamente alemán, que no claramente no comprendí.
-Esto...Yo soy española...NO hablo alemán.-le dije remarcando el "no".
La alemana sólo me sonrió y se metió en el cuarto de mis padres, yo la seguí para ver qué hacía, estaba haciendo la cama, era la señora de la limpieza que pasa cada mañana, se me hizo un poco raro verla tan tarde. Lo olvidé y me dirigí a la habitación en la que había dormido, quité el móvil del cargador para revisar si tenía alguna llamada. No tenía ninguna, así que supuse que habían visto que no me lo había llevado.
Enseguida los llamé, mi madre me cogió el móvil a la segunda vez.
-¿¡NOA!?
-¡Mamá! ¿Dónde estáis?-al oír voces, la alemana se asomó, curiosa por saber qué hacía. Yo la ignoré, preocupándome por el destino de mi familia.
-¡Eso es lo que debería preguntarte yo!-me contestó toda enfadada.-¿¡Se puede saber dónde te has metido!?
-Baja la voz que nos están mirando.-oí que le decía mi padre.
-He salido a correr esta mañana y cuando me he dado cuenta ya era tarde, así que volví pero no estabais.-dije de carrerilla antes de que pudiera seguir echándome la bronca.
-Buff...-la oí bufar al otro lado de la línea.- ¿Dónde estás?
-En casa...digo...en el hotel.-me corregí rápidamente.
-Ni se te ocurra moverte, ahora vamos para allá.-me dijo más calmada, acto seguido me colgó.
Me giré y vi a la señora vestida de blanco sonriéndome y señalando la cama. Entonces comprendí que tenía que hacer su trabajo. Para no molestar, pensé en salirme a la terraza para verlos llegar, pero enseguida descarté la idea y me tiré en el sofá. No quería volver a quedarme encerrada.
Me acordé de lo ocurrido en el bosque, aun no me lo podía creer: había visto un hada... ¡Existen! La pequeña Shaylee era adorable, parecía una muñequita de porcelana, no se parecía en nada a las hadas de cerámica que yo tenía en casa. Me imaginé que las veía y pensé que seguramente se ofendería ante aquella absurda réplica. Sin darme cuenta estaba riéndome yo sola, mirando a la nada, pensando en todo. Por suerte la señora de la limpieza ya se había ido. Miré mi reloj, eran las dos y media del mediodía, tenía hambre, no había desayunado, pero no era eso lo que me preocupaba, no podía quitarme de la cabeza que esa misma tarde a las seis había quedado en el mismo lugar dónde nos habíamos visto Shaylee y yo. Me sentía inquieta de solo pensar que mi madre no me iba a dejar salir sola después de lo ocurrido, aunque...claro está...me puedo escapar. En ese momento oí como entraban por la puerta.
Bueno, ya se verá...
*Nota de autora*He de admitir que de alguna parte me he copiado la frase: mirando a la nada pensando en todo. No he podido evitar ponerla, me gusta mucho.
Espero que les haya gustado. :) Votos y comentarios se agradecen y animan a seguir.
Saludos: natural_adventures
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La hija del bosque
FantezieMi vida, como cambió en unas vacaciones, me ocurrió algo que ni yo misma he podido nunca llegar a imaginar... Me llamo Noa, todo empezó cuando tenía 14 años, unas vacaciones fantásticas para la familia, ya que fue la primera vez que íbamos de vacac...