Había varios árboles formando un corro, era una especie de mini-pueblo para hadas. En el centro había un lago, que para mi era como un charco, rodeado de un césped aterciopelado que no parecía de este mundo y alrededor todo tipo de flores y troncos secos haciendo de casa para las hadas. Estas, no paraban de pasar de un lado a otro, llevando y trayendo cosas que no llegaban a ver mis ojos. Sin embargo, pude ver hadas de todos los colores, parecían pequeñas luciérnagas con los colores del arcoíris. De repente, un extraño sonido como salido de un trombón me sacó de mi ensimismamiento. Me di cuenta de que provenía de uno de los árboles milenarios que rodeaban la aldea de las hadas, había unas cuantas hadas que vigilaban y habían dado la alerta de nuestra llegada.
Al instante, todas las hadas dejaron lo que estaban haciendo y se volvieron a mirarnos, como si no se hubieran percatado antes de nuestra presencia, mientras un silencio sepulcral envolvía el ambiente cargado de aromas dulces y tranquilizadores. Por lo que no me había dado cuenta de que ni Shaylee ni Jara estaban conmigo.
Me gire a mi alrededor pero no las vi, a quien sí que pude ver fue a un esbelto búho, parecía ser muy viejo e iba acompañado de varias hadas. Una de ellas me dijo:
-Sentaos por favor.
Y así lo hice, pero con cuidado de no sentarme encima de algo que no debía, por suerte todas las hadas y sus casitas estaban por el centro del círculo. Cuando ya me hube sentado, el búho, que no sabía que pintaba allí, se me acercó dando saltitos, me puse muy nerviosa, en ningún momento las cosas habían tenido sentido y ahora que empezaba a entender algunas cosas se me empezaron a plantar nuevas dudas. Además de que no me sentía muy cómoda con tantos ojos sobre mí.
-Han sido unos catorce años muy largos.-empezó a hablar el búho, que ya era algo que no me sorprendía.
Aunque estuviera sentada, el ave tenía que mirar hacia arriba. Pude ver que su plumaje del pecho no era del mismo color que de sus alas blancas y color café. La parte de debajo del cuello era más blanca y tenía pintas de ser suave, así que me contuve las ganas de acariciarle. Sus ojos parecían estar cansado y saber todos los secretos del mundo. Eran negros y profundos y al igual que los de todas las hadas estaban clavados en mí, pero los suyos iban más allá, leían mi alma.
-Me llamo Noa.-no pude evitar decirlo. Al ver que el búho no decía nada más me había puesto nerviosa y le había dicho mi nombre como si me presentara ante alguien desconocido. Bueno, él era un desconocido pero si Shaylee había sabido mi nombre también él ¿no?
-Yo soy Kael.-me di cuenta de que parecía que una sonrisa escapaba de su desgastado pico y de que tal vez me estuviera siguiendo el juego.-A veces me llamas El Sabio.-entonces me acordé de lo que había dicho Jara cuando había llegado corriendo en nuestra busca.
-Tengo preguntas.-le dije sin más miramientos.
-Todo llegará a su tiempo pequeña Noa, nosotros también tenemos preguntas. ¿Por dónde puedo empezar para que lo entiendas...?
-Soy La Hija del Bosque según me ha contado Shaylee.
-¿Ya sabes eso?-se giró y se quedó mirando a un hada en concreto, cómo no, esa era Shaylee, que se acercó con un gesto que le hizo Kael con el ala. De nuevo se giró hacia mí y me di cuenta de que sabía todo lo que Shaylee me había contado. Por un momento sentí miedo de que pudiera saber de mí más de lo que yo sé.-Vuestra alma es una sola alma, cada Hija del Bosque nace junto a una hada que es diferente a las demás, pero en el momento en que veis la luz al nacer os separáis, partiendo en dos vuestra alma para estar cada una con vuestra especie, es algo que nunca hemos sabido porqué ocurre.
Shaylee se había sentado en mi rodilla, como si estuviera escuchando un relato alrededor de una hoguera y escuchase atentamente las hazañas del viejo búho. Junto a ella me sentía más completa que nunca, ahora entiendo porqué la quise desde el primer momento que la vi, nuestras almas eran la misma partida en dos.
-Desde hace cientos de años, desde que se creó la Tierra, los bosques siempre han estado vigilados por las hadas, y los animales por los duendes. Aquellos años, según contaron los antepasados fueron los mejores tiempos. Aparecisteis vosotros, al principio no parecíais una raza curiosa y llena de sabiduría, pero enseguida vimos que sin daros cuenta destruíais todo a vuestro paso, dando la extinción a algunos animales. Evolucionasteis tanto que acabasteis con las guaridas de los guardianes sin daros cuenta de que estabais matando a una de las fuentes de vida del planeta.-Kael no parecía estar aquí, estaba triste y se iba enfadando por momentos. Suspiró profundamente para tranquilizarse y recuperar el control para añadir.-Supongo que ya te lo imaginaras...
-¿Y antes de que los humanos existiéramos quiénes eran Las Hijas del Bosque?-me había perdido, lo estaba entendiendo pero ¿qué había entonces antes de los humanos?
-Los animales eran los que nacían unidos a un hada, pero en cuanto os desarrollasteis lo suficiente la naturaleza cambió. Pasamos de estar en vuestro lado a ser enemigos, sin embargo uno de vosotros siempre no ha estado ayudando...y por eso han sido muy largos estos 14 años, nuestra energía se agota y cada vez quedan menos hadas.
-¿Tú eras unos de ellos?-al ver que no entendía mi pregunta proseguí.-Quiero decir si fuiste uno de esos animales.
-No, yo querida Noa soy El Sabio, el que se ocupa de orientar a las hadas, y de darle protección mientras La Hija del Bosque no esté.-se giró hacia las hadas y después me miró a mí y a Shaylee intensamente.-Por eso estás aquí. Seré directo: mi tiempo se acaba, ya no me quedan muchos meses de vida, has de encargarte de la protección de las hadas y buscar al nuevo Sabio.
-Pero...no te puedes morir...-una angustia me atenazó el estómago ante semejante responsabilidad y confesión.-Yo no puedo...
-Shh...-con un gran impulso el viejo búho se subió a mi otra rodilla.- Tranquilízate, aun me quedan unos dos meses, podré aguantar y te ayudaré a buscar a mi sustituto, pero ahora debes descansar...
Como en un sueño, todo se volvió borroso mientras los aromas de todas las hadas me adormecían hasta que caí en un profundo sueño.
Me desperté por las risas de mi hermana Lia, mi madre no paraba de hacerle cosquillas. Yo me removí en la cama, con ganas de quedarme hasta más tarde pero antes de que pudiera taparme entera con la colcha mi madre vino a por mí.
-Menudas dormilonas sois.-empezó a hacerme cosquillas a mi también, yo no paraba de gruñir y de intentar quitarme a mi madre de encima cuando vio que llevaba la ropa de salir.-Noa, ¿no has dormido con el pijama?
Miré mi ropa y así era. De repente, me entraron unas ganas enormes de mear y salí disparada hacia el baño.
Me aclaré la cara y recordé todo lo sucedido anoche, había sido todo tan raro y confuso... ¿No habrá sido un sueño? Me pregunté saliendo del baño, pero algo en mi interior me decía que no lo era.
ESTÁS LEYENDO
La hija del bosque
FantasyMi vida, como cambió en unas vacaciones, me ocurrió algo que ni yo misma he podido nunca llegar a imaginar... Me llamo Noa, todo empezó cuando tenía 14 años, unas vacaciones fantásticas para la familia, ya que fue la primera vez que íbamos de vacac...