Silencio. No se oía absolutamente nada. Era como si todo el mundo se hubiera parado en el momento en que dejé el bosque detrás de mí para dirigirme al hotel. Era de noche, pero no tardaría en amanecer, sin embargo yo ya sabía que por más que esperase para ver el sol no lo vería, pues Shaylee tenía permitido parar todo, con el fin de que a mi vuelta al bosque ya nadie se acordara de mí. Esto obviamente fue duro, yo quería quedarme, hacer el bien en el bosque y alejar a todo ser humano de él, pero para ello debía alejarme yo de ellos y hacer que se olvidaran de mí si no quería que mis padres hicieran llamar a la armada a buscarme por todo el mundo.
Entré en el hotel silenciosamente, ya que al mínimo ruido el silencio se rompía produciendo demasiado estruendo a mí alrededor. A la mañana siguiente nos tocaba irnos ya, así que sus maletas ya estaban medio hechas a la entrada de la habitación, era como sí no les preocupara que hubiera desaparecido hacía casi más de un día, pues ya era la segunda noche seguida que iba a pasar en la Selva Negra. De nuevo, gracias a Shaylee había conseguido hacer que se olvidaran de mi desaparición para que tuvieran un día de lo más normal...pero sin mí.
Me dolió mucho terminar de coger todas mis cosas...y un pequeño recuerdo de cada uno para no olvidarlos, pues un amor así no se desprende tan fácilmente, porque una familia es una familia y su amor es único. Tras un rato llorando a moco tendido junto a mis padres y después junto a mis dos hermanas conseguí largarme de allí. De paso, para olvidarme del tema me dirigí a las cocinas del hotel para pillar algo que picar e ir acostumbrándome poco a poco a la comida del bosque.
Al volver a la selva me encontré con un hada algo cabreada porque había tardado más de lo previsto, pero al darse cuenta de que había llorado le entró compasión y trató de abrazarme, a lo que yo me volví a echar a llorar. Más valía que todo saliera bien y que mi estancia allí mereciera la pena porque si no lo iban a pagar bien caro...
-Venga...tranquilízate...vas a hacer mucho bien a la Selva Negra y a todos sus habitantes, tú eres la única ahora mismo capaz de protegernos de las manos de los humanos.-parecía realmente triste por mí e intenté recomponerme.
"Será mejor que vengáis y entréis en vuestro refugio de hadas. No podré entrar allí, pero tengo un mal presentimiento."-el lobo había aparecido de la nada detrás de nosotras y se le veía realmente preocupado.-"Algo malo está pasando allí dentro."
-Noa ve tú con él, yo os adelantaré enseguida, he de terminar el hechizo y asegurarme de que todo va bien.-claramente le tuve que trasmitir el mensaje del lobezno, pues hasta que no fuera nombrado como Sabio no podría comunicarse como Kael.
Al final acabamos corriendo para llegar cuanto antes. A simple vista allí no pasaba nada y aunque supieras que allí había un portal, como yo, no había nada extraño o diferente que delatara que algo no iba correctamente.
"¿No lo sientes?"
-¿Sentir el qué?
"Magia."-gruñó intentando atravesar con la mirada la puerta invisible.-"Será mejor que entres cuanto antes."
Al ver mi mirada confusa y que yo no me movía ya que pensaba esperar a mi pequeña Shaylee y enfrentar juntas sea lo que sea que esté pasando allí dentro, me empujó con el hocico.
"Noa esto no es una broma. Esto es serio. De veras que siento mucho lo de tu familia, ¿te crees que yo no tuve una? Pero llega un momento en la vida que hay que desprenderse de aquello que amas y a pesar de todo madurar, actuar como un adulto aunque seas demasiado joven para ello y seguir adelante."-tenía el semblante completamente serio y el temor, aunque yo no quisiera verlo, se podía ver reflejado en sus ojos.
Entré, pero allí no había nada, de hecho ni siquiera entre...
-¿Eh? Pero...y... ¿y la puerta? ¿A dónde han ido a parar todas las hadas? Tenías razón aquí...-me giré, pero allí no había nadie. Había atravesado la puerta, pero en realidad la puerta ya no estaba allí, no había pasado nada, sin embargo algo me impedía ver a mi lobo.-Oye tú mismo me habías dicho que esto era serio, así que no te escondas.-miré a mi alrededor, pero estaba sola y pude comprobar que no había ni un solo animal, no podía oír ni un solo pájaro cantando (pues ya había amanecido), algún que otro animal escarbando en la tierra o corriendo tras cualquier animalillo.
El temor empezó a invadirme sin dejarme pensar con claridad. Di vueltas sobre mí misma, intentando percibir cualquier rastro de vida. Empecé a correr. Ni siquiera me di cuenta hacia dónde iba, solo quería encontrar vida, pues aunque hubiera árboles y otras plantas no me daban la sensación de que estuvieran allí porque por más que tratara de ponerme en contacto con ellos como Shaylee me había enseñado, no podía, era como si fueran simples objetos.
Después de ¿cuánto? ¿Minutos? ¿Horas? No lo sabía. El miedo y la angustia me habían controlado de tal forma que había perdido la noción del tiempo y ya no sabía dónde estaba, además de que no podía respirar, me faltaba aire y todo me daba vueltas. Ahí por fin pude volver a coger el control de mi cuerpo. Me apoyé en el tronco de un árbol y deslizándome me dejé caer en el suelo.
Debía volver al principio, al lugar dónde había estado la puerta e inspeccionar los árboles que la había formado, estaba claro que no era más que magia como muy bien había sentido el lobo. Pero ahora no podía, había agotado mis fuerzas y tenía demasiado sueño como para buscarla.
Mientras trataba de dormirme en la seca tierra recostada contra las raíces de un árbol organicé mentalmente lo que me acababa de ocurrir. Estaba claro que la puerta que escondía a las hadas ya no estaba allí, sin embargo la debían de haber sustituido por otra, que... ¡ya está! ¡Era eso! La habían sustituido por otra que me hacía entrar en la Selva Negra pero vacía. Estaba claro que era una ilusión, ¿pero cómo habían hecho desaparecer la puerta en tan poco tiempo? ¿Me habría visto salir corriendo el lobezno? ¿O él tampoco podía verme a mí?
No lo sabía, pero tenía muy claro que saldría de allí sea como fuere. Pero antes debía descansar para tener la mente despejada.
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La hija del bosque
FantasíaMi vida, como cambió en unas vacaciones, me ocurrió algo que ni yo misma he podido nunca llegar a imaginar... Me llamo Noa, todo empezó cuando tenía 14 años, unas vacaciones fantásticas para la familia, ya que fue la primera vez que íbamos de vacac...