Capítulo VII

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Al llegar a la habitación esperaba encontrarme con Belicia, ya que después de la cena siempre nos sentábamos juntas a hablar durante horas, pero hoy, no había nadie.

Eso me extrañó y me preocupé un poco pero supuse que la habrían llamado para realizar alguna tarea.

Suspiré y me dejé caer sobre la cama rememorando todo lo que había ocurrido a lo largo del día, desde la prueba del vestido y la noticia de mi matrimonio hasta la discusión de Unai y Edith.

Lo último en lo que pensé antes de quedarme dormida fue en la peste. Recé para que ningún ser querido la padeciera aunque ya sabía que eso era practicamente imposible.

***

Me desperté sobresaltada. Había tenido una pesadilla. Miré el reloj de mi mesita y me levanté de la cama. Aunque tan solo eran las seis de la mañana supe que no me volvería a dormir por lo que me vestí rápidamente y salí al balcón para ver amanecer. El viento me despejó y me agitó los cabellos mientras observaba como el cielo se iba tiñendo de tonos rojizos y naranjas. Recuerdo que de pequeña mi padre me despertaba temprano, montábamos a caballo e íbamos al Gran Valle para ver el amanecer. Me encantaban esos ratos que pasábamos juntos. Hasta que la zona se llenó de bandidos y desde entonces no he vuelto a ir.

Decidido, mañana se levantaría pronto e iría en la madrugada como en los viejos tiempos. Solo que esta vez iría sola.

Después de observar un rato la ciudad y las montañas pensé en ir a los establos y montar a Rubí.
Entre en la habitación y cambie mi vestido por unos pantalones de mi hermano. Mi madre no me permite llevar otra cosa que no sea un vestido (cosa que yo odio) pero cuando voy a montar a caballo yo sola siempre me cambio ya que es mucho mas cómodo para cabalgar.

***

Aunque prefería no ser vista, en los establos me encontré con uno de los mozos de cuadra. Estaba dando de comer a los caballos y al verme se sorprendió.

-Princesa, que sorpresa- dijo mientras hacia una rápida reverencia.

-Llamame Triana- empecé con una sonrisa- ¿tu como te llamas?

-Will, a su servicio- contestó alegremente.

-Saldré a dar una vuelta por el Gran Valle, ¿podrías preparar a Rubí?

-No creo que sea una gran idea. Estuve allí hace unos pocos días junto con unas compañeras y nos atacaron unos bandidos, ambas salieron heridas y ahora mismo aun se encuentran en la enfermería.- argumentó.

-No sabía nada, lo siento mucho.
Después me pasaría por la enfermería para ver como se encontraban.

- Ya se encuentran mejor pero aun tienen que descansar. Bueno, entonces le saco a Rubí pero no vaya por allí por favor. No quisiera que le pasara nada.

-Tendré cuidado.

***

Había sido increíble. No me sentía tan viva desde que que salia con mi padre. A partir de ahora saldré mas a menudo, con tal de que Edith no se enterara no pasaría nada.

Ya en palacio le pedí a uno de las sirvientes que llamara a Belicia. Quería hablar con ella y contarle todo.

-Majestad, he de avisarle de que Belicia a contraído la peste, lo siento mucho -dijo decaído.

-¡No!¡No puede ser! -grité espantada. Esto tenia que ser una pesadilla. Me despertaría y Belicia se encontraría bien.

-Si, ayer descubrieron los síntomas.

Asentí con la cabeza e intente mantener la compostura al menos delante de él. Al doblar la esquina comencé a correr hacia mi habitación y una vez allí me derrumbé. Aunque sabía que era cierto, que nunca volvería, me parecía imposible que no la vería de nuevo. Y ni siquiera había podido despedirme.

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¡¡Vacaciones!!
Se acabaron las clases :) ¡Al fin somos libres!
Os deseamos a todos una feliz navidad.

Esperamos que os guste el capitulo ;)
Comentad y dadle a la estrellita

~Se despiden las doncellas literarias.~

Trenzando mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora