iii.i llama. [ íncubo: prólogo ]

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#Mingyu 


"Caminos llenos de maleza y una fresca garúa cayendo sobre su castaña melena era lo que tenía en ese momento pero él no le daba mucha importancia a todo eso. Él tan solo corría con aquella pequeña cesta de mimbre colgando de su brazo, la respiración cálida y húmeda a causa de la humedad del ambiente y los jadeos necesarios de alguien que ha corrido metros sin detenerse desde la humilde cabaña que poseía junto a la persona que más amaba."


Aún recuerda su primera víctima. Hombre, quizá de cuarenta años, usaba sombrero de copa y un reloj de mano. Recuerda el ardor de su garganta y el dolor de sus colmillos recién crecidos pidiendo a gritos lo que necesitaba para mantenerse con vida. No lo pudo evitar, el tan solo deseaba un poco para calmarse pero el impulso animal que vivía ya dentro de él pudo más; solo quedó un cadáver laxo y más blanco que el mármol al separarse luego de minutos. Recuerda haber llorado, soltado lágrimas por una persona que no tenía mínima idea de quién era. Se sentía patético.


"Su madre estaba muriendo y él no podía permitir eso. No podía perder a la única persona que le quedaba en el mundo, eso jamás; por eso corría, corría sin temor por los escabrosos caminos del bosque con dirección al deprimente pueblo que tenía más cercano y el único que había kilómetros a la redonda. En la cesta llevaba lo poco que había podido cosechar del huerto, teniendo la esperanza de que el médico se apiadara de ellos y curara a su madre, la sacara de ese mundo de dolor en el que parecía estar. Lo que no supo es que jamás llegaría a su destino y su madre tampoco iba a encontrar salvación."


Recuerda su primera matanza, fue en el pueblo donde residía su padre. No llevaba cuentas de cuanto tiempo había llevado buscando pistas o datos de quién podría ser su progenitor y donde se encontraba en esos momentos, si es que estaba vivo, claro estaba. Lo encontró en un pueblo escondido entre colinas, lleno de vida y luces, gente paseando por las calles, apestando a perfume barato y seda desgastada. Recuerda haber sembrado el pánico en el lugar, y como lo disfrutó, claro que lo disfrutó. Una montaña de cuerpos sin vida y desangrados, y en la cima de todos, su frío asiento sin vida; su padre, el culpable de todas las desgracias de su ahora inmortal vida.


"Tan solo se había apoyado unos segundos en un árbol, intentando regresar el aire a sus pulmones pero ni siquiera pudo hacer eso. Su cesta escapó de su brazo izquierdo y cayó enredado en alguna raíz sobresaliente de los altos macizos, pero eso era lo de menos. Ahora se encontraba desapareciendo a alta velocidad entre ellos, siendo estrellado de pronto contra un pino de gran altitud, lo reconocía por el olor. No pudo pensar más porque en esos momentos un dolor agudo se clavó en el medio de su cuello, sentía que le absorbían el alma, que le quitaban la vida trozo a trozo...en esos momentos tan solo pensó en morir."


Un recuerdo empalagoso y dulce. Es lo único que recuerda de su creadora, porque era "ella". Una súcubo que contra la naturaleza de los de su especie lo dejó con vida. No le importa mucho porque es la menor de sus preocupaciones, tan solo es un simple recuerdo danzando en su mente. Ahora su mente divagaba en aquel cazador de dorados cabellos que parecía perseguirlo por varios meses, no tenía cansancio. No acostumbraba matar a sus perseguidores, era divertido ver cómo intentaban atraparlo y jamás lo conseguían, siempre se rendían al mes o hasta en semanas. Pero aquel cazador que se hacía llamar Jeonghan parecía no dar tregua, tenía que tomar medidas de una vez por todas.

*/*

Fuego. Él vio fuego en sus ojos y por primera vez en toda su vida sintió esa sensación que comúnmente llamaban miedo. El hombre de cabellos dorados lo apuntaba con una flecha en la que notaba la plata por toda su extensión y él se había quedado estático frente al individuo. Media humanidad sabía que el podría escapar fácilmente de aquello, y matar al cazador sin el menor reparo. Eso fue lo que le dijo de manera seria y no de la manera burlona en la que solía dirigirse a sus víctimas. El cazador le pidió tregua. Sorprendido vio cómo bajaba el arma y la dejaba caer, soltando un suspiro cansado y riendo de algo que no estaba al alcance de su comprensión. Habló para si mismo antes de volver a fijar sus claros ojos delineados por líneas negras que lo volvían hipnótico. Le dijo que se ofrecía, que lo matara pero que se fuera de su ciudad, de su pueblo, que se alejara de su gente. Era lo único que le quedaba. Y por primera vez en los ojos de Mingyu se dibujó en ellos, una llama de vida que creyó no volver a tener luego de perder a la única persona que le quedaba en su vida...en aquella antigua vida que perdió a manos de un vampiro.  


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Creo que no es lo que esperaban ¿cierto? Pero lamentablemente he tenido una adicción a "Flame", el nuevo single de ChoA de AOA (Uno de mis grupos favoritos), y fue imposible no narrar algo como esto. Al menos tendrán idea de la historia de Mingyu. Si habrá continuación de Íncubo, lo prometo, y quizá sea desde el punto de vista de Jeonghan. Les dejaré más viñetas, claro que sí, aunque no tengan que ver con la línea de esta historia. De nuevo muchas gracias a las que leen; las adoro. Y si, el nombre de esta viñeta lleva el nombre de la canción, les recomiendo verla porque además de la historia que me cayó a pelo, la canción es preciosa. Besos a tod@s. 

© for Cover Picture: taesual (Tumblr)



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