3.

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—Buen trabajo, Rojito. —Los tres billetes de cien dólares fueron arranchados bruscamente de las manos de Jimin, éste no protestó, pues era para lo que él trabajaba, se la pasaba casi las 24 horas del día en aquel lujoso restaurante en donde ofrecía sus servicios como mesero, su bonita cara hacía que en ocaciones reciba buenas propinas, no era que fuera a alegrarle el echo de conseguir más o menos dinero en cuando a propinas, a fin y acabo terminaban por quitárselo, aunque aveces la impotencia lo asfixiaba, Park Jimin no podía renunciar al empleo más seguro y estable que había conseguido, después de todo la paga no era mala, el departamento en el que vivía quedaba cerca y si solo tenía que aguantar al engreído y egocéntrico de su jefe pues para él estaba bien.
Al salir del prestigioso lugar, el chico caminaba sin prisa cargando en sus brazos un paquete envuelto en bolsa de papel, dentro de este habían algunos panecillos de ajo y orégano bañados en mantequilla. Estos bocadillos normalmente eran dados en el restaurante por cortesía, pero los tan refinados clientes terminaban despreciándolos haciendo que se conviertan en basura para ellos, algo que al chico no le parecía justo y siempre acababa llevándoselos a casa para comer.

Las calles estaban oscuras y solas, el ruido de los autos al pasar era lo único que se apreciaba, los faroles alumbraban perfectamente las mojadas pistas, el clima era bueno, por lo menos para el pelirrojo, llovía y el viento parecía envolver las almas intranquilas, si bien es cierto a pesar de que el ambiente era agradable, tenía miedo pasar mucho rato en este mismo decidiendo acortar camino hacia su vivienda.
Jimin vivía solo, afortunadamente no padecía pero el dinero no sobraba, más aún cuando el dueño del mini departamento en el que se encontraba instalado, le cobraba demás queriendo pasarse de listo solo porque el pelirrojo era aún menor de edad y según él era ingenuo e incapaz, la situación realmente no era así, para ser sinceros Jimin no estaba en condiciones de buscar algún otro cuarto cerca al trabajo.

Aproximadamente quedaban tres calles más para dar con el edificio, el frío empezaba a invadirle, sus piernas tambaleantes y sus manos temblaban.
Era distraído y para suerte suya esta vez no falló, se encontraba saltando por las veredas, entreteniéndose en aquel juego que la mayoría de niños hacían, evitar pisar las líneas que separaban unas de otras las baldosas, poco a poco su mente divagaba por alguna u otra dimensión, fue así como no notó que ya se encontraba en la esquina de la calle en donde él tendría que voltear, estaba tan metido en el juego que ni siquiera vió a alguien aproximarse a él en dirección contraria —¡Quita, hijo de puta!— Aquel grito lo sacó de su mundo de pensamientos, su cuerpo impactó contra algo duro, sintió como si hubiese sido bruscamente zarandeado y su cerebro estuviese parloteando dentro suyo, la vista se le nubló por completo obviamente haciéndole perder el equilibrio y caer en el acto contra el pavimento de una forma muy dolorosa.

—¡¿Te podrías fijar por donde vas, anormal de mierda?! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! —Escuchó vagamente un no tan nítido grito proveniente de alguien con voz rasposa a pocos pasos de donde el se encontraba tendido en el suelo, al parecer eso duro con el que había chocado era una persona en realidad.

Romántica Necrofilia ♡ [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora