Introducción.

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El próximo cinco de noviembre se cumple otro aniversario de la muerte de dos grandes personajes. A mi edad, ya he perdido a muchos seres queridos, pero no por eso me he vuelto inmune al pesar. Se que mi fin se acerca también, pues este cuerpo se niega a funcionar como antes; tal vez todo termine con un ataque al corazón, sin que esta vez Kira tenga que ver en el asunto.

Ahora me hago llamar Watari, pero en realidad mi nombre siempre ha sido Roger Ruvie. Tengo el honor de representar al hombre maravilloso que fue Quillsh Wammy, y en homenaje a él me decido a hacer este relato. Los niños del orfanato miran su fotografía como una simple curiosidad, sin saber que su benefactor, además de ser un reconocido inventor y un héroe nacional, fue un humano entrañable. Y del extraordinario L, el primero que usó esa letra como identificación, ¿qué puedo decir? El resto del mundo ignora que ya dejó esta existencia, pues Near ha tomado su lugar con gran éxito, y a su vez ha encontrado a un sucesor. Sería una lástima que nunca se llegara a conocer el origen del detective que a tantos ha inspirado. Como todos, él tuvo un padre y una madre; yo mismo me encargué de buscarlos. Mi informe sobre esa peculiar pareja desapareció misteriosamente, pero puedo recrearlo con suficiente fidelidad.

Si antes decidí guardar estos secretos, fue pensando en la seguridad de las personas involucradas, pero ha pasado bastante tiempo y no creo que pueda perjudicar a alguien. Escribo pues esta historia con la intención de obsequiarle a mi querida gente de Wammy's House un legado de conocimiento... y también porque no puedo soportar más el cargo de conciencia. Fui yo quien convirtió el orfanatorio en un centro de reclutamiento para sucesores de L, alegando que él necesitaba un discípulo para que sus habilidades continuaran siendo aprovechadas en favor de la justicia, pero mis auténticas intenciones eran otras.

Aunque entre Quillsh y yo sólo había una diferencia de edad de seis años, llegué a considerarlo como un padre. Yo era un palurdo jardinero, hasta que él vio talento en mí y lo cultivó. Me confió la administración de su institución más querida, ¡y todo para que la arrastrara al desastre! Yo no quería preservar la carrera de L, lo que me interesaba era demostrar que ese niño extraño no era tan especial como todos creían. Me sentía celoso porque me había robado la atención de Mr. Wammy, así que forcé a los internos para que estudiaran hasta el cansancio, ansioso de conseguir un genio mejor. Me siento muy avergonzado por eso, y pido disculpas a quienes perjudiqué, aunque nada podrá traer de vuelta al pequeño A, Alex Brown, quien se quitó la vida al no resistir la presión. ¿Y qué decir de Beyond Birthday? el pobre acabó sus días en la cárcel, convertido en un cruel asesino. No puedo contener las lágrimas al recordar a Mihael Keehl, mi querido rubio pendenciero; a veces me parece escuchar de nuevo su risa traviesa por los pasillos de la casa. Le tenía un cariño muy especial, pues tuve la fortuna de criarlo desde que era apenas un bebé. Él tenía cualidades para ser un excelente investigador en cualquier parte del mundo; si yo no lo hubiera hecho obsesionarse con sobrepasar a su mentor, ahora estaría gozando del éxito que merecía. Es una lástima que Mello no pueda leer esta historia, pues aunque afirmaba saber sobre "Los bombazos locos de Winchester", dudo mucho que conociera la versión completa.

No me queda más que hacer con estas letras una reverencia a los que se fueron, esperando que su ejemplo edifique a quienes lean estas memorias.



Death Note: Los bombazos locos de WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora