La tumba vacía de Coventry.

222 19 0
                                    

Como lo dije antes, la figura de Mr. Quillsh Wammy fue muy importante en mi vida. Aún antes de conocerlo en persona, sabía sus aventuras y desventuras gracias a las cartas de mi hermana Margaret, quien estaba locamente enamorada de él. Ella radicaba en la capital al igual que la famosa familia, así que les seguía los pasos y coleccionaba los reportajes que sobre ellos aparecían en los diarios. Sus mensajes apasionados eran la nota que quebraba el silencio de mi vida solitaria en Hampshire, pero lo que sabía en aquel entonces del inventor era superficial; a su yo auténtico sólo pude accesar a través de las conversaciones que sostuvimos, y gracias a su diario personal, que fue el tesoro más valioso que tuve en mis manos. En realidad se trataba de escritos sueltos con grandes diferencias de fecha entre uno y otro, donde a veces narraba los hechos detalladamente o solo ponía ideas o frases aisladas. Como él mismo anotara: "el papel era el único amigo a quien habría podido confiarle esos pensamientos". Me vi obligado a destruir los documentos, pues con ese fin me fueron entregados, pero antes de hacerlo leí y releí su contenido, memorizándolo con tanto esmero, que aún hoy puedo reconstruir páginas completas.

Quillsh Wammy nació el primero de mayo de 1933. Fue el primogénito de Rose Mary Lindbergh y Edward Charles Wammy, piloto aviador retirado y exitoso fabricante de tuberías. En 1936 nació Victoria Rose Wammy, la última de la descendencia. Desde muy corta edad, Quillsh demostró gran inteligencia e interés en los estudios, por lo que pudo terminar la educación básica con honores en sólo un par de años. En 1940, cuando Inglaterra se vio amenazada durante la segunda guerra mundial, el Sr. Edward decidió enrolarse en la Royal Air Force, y envió a su esposa y a su hija a refugiarse a casa de su suegra, en Coventry. Mientras tanto, el pequeño entró como aprendiz del legendario científico Reginald Víctor Jones, gracias a la recomendación del también mítico Alan Turing, quien supo confiar en el talento del chiquillo para desarrollar tecnologías que neutralizaran las armas del enemigo alemán.

Edward fue reconocido como héroe nacional tras participar en las batallas aéreas de agosto, pero su hijo no saltó a la fama en ese momento. El proyecto en el que trabajaba era mantenido en el secreto más absoluto, y los nombres de los participantes sólo fueron revelados años después. Entonces el pueblo de Inglaterra pudo aplaudir a los hombres de Bletchley Park que preservaron incontables vidas gracias a sus prodigiosos razonamientos, pero Quillsh no disfrutó la gloria; había fracasado en salvar a quien más quería: su madre. Los científicos desviaron las bombas en varias ocasiones, pero no lograron evitar la destrucción del lugar donde se encontraban las mujeres de la familia Wammy. Edward nunca le perdonó eso a su heredero. Debido a la magnitud del desastre, los restos de Mary fueron sepultados sin ceremonia en la ciudad devastada, pero meses más tarde fueron enviados a la cripta familiar en Londres. Afortunadamente Victoria sobrevivió, pero sufrió un trauma tan fuerte, que permaneció con miedo de salir a la calle. Por eso nunca se casó, pese a ser muy bella.

Quillsh continuó con sus estudios, y se graduó como físico e ingeniero en electrónica con las mejores calificaciones. En poco más de una década logró registrar cincuenta y ocho patentes que iban desde innovadores modelos de estufas, calentadores de agua, radares, rifles, fórmulas químicas diversas, técnicas para extracción de minerales, hasta refrigeración y sistemas contra incendios. Pronto su fortuna superó a la de su progenitor, y con ella fundó numerosas fábricas, además del orfanatorio que nos ocupa: Wammy's House. La institución, inaugurada en 1969 en la región de Winchester, fue un instrumento para hacer llevadera la soledad de su hermana, quien quedó a cargo. El inventor tampoco había contraído matrimonio, pues no encontraba a una mujer que llenara las expectativas de perfección que su padre le había inculcado. Así, pese a ser admirado, miembro de los grupos sociales más importantes, y tener dinero de sobra, se encontraba triste y vacío... como la tumba de su madre en Coventry.



Death Note: Los bombazos locos de WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora