Faltaba menos de un mes para navidad. El frío se volvía más intenso y las Nochebuenas abrían sus pétalos rojos y dorados con orgullo. Estuve ensayando con los chicos una docena de villancicos y conseguí que nos incluyeran en el festival de invierno de Winchester. También decoramos Wammy's House con listones y guirnaldas, y pusimos un inmenso pino repleto de esferas para depositar los regalos de los internos. Yo no sabía si debía comprar quince presentes, o solamente catorce.
Quillsh se había trasladado a la capital para hacer la declaración fiscal de sus empresas y adquirir un traje para su próximo matrimonio. Ya tenía reservado un lugar para L en una institución famosa, pero no sabía cómo comunicarle la decisión.
El pequeño despertó en un lujoso lecho de la gran mansión Wammy. Su protector estaba sentado a su lado, sonriendo.
—¡Qué bien, por fin hemos viajado! —exclamó el chico—. ¿Dónde estamos? ¿En Osaka?
—No, querido. Te he traído a Londres para que me ayudes a preparar lo de mi boda.
—Está bien, pero no hay que tardar demasiado. Tengo otros asuntos pendientes. ¿Cuándo se casa?
—El sábado doce. Será únicamente por el civil. La ceremonia religiosa la haremos después.
—¿No le parece demasiado pronto, Wammy-San?
—Si tuvieras cincuenta y seis años también tendrías prisa.
El caballero le dio a su protegido un buen baño y le puso zapatos. El niño se quejó al principio, pero cuando supo que irían a ver al padre de Quillsh, se resignó. También tuvo que prometer que no intervendría en las conversaciones de los adultos.
Edward Wammy había sido trasladado a otra habitación, pues ya no requería cuidados intensivos. El nuevo cuarto tenía una inmensa ventana que permitía ver un bonito panorama de la ciudad. La enfermera de siempre anunció a los visitantes, y les advirtió que sólo podían estar allí durante veinte minutos.
—¡Otra vez tú! —dijo el anciano, sin ni siquiera dignarse a mirar a su hijo.
—Hola, papá. ¿Cómo te sientes?
—No finjas que te importa mi salud.
—Me alegra ver que tienes mejor aspecto. No voy a aburrirte mucho, sólo vengo a convidarte a mi casamiento.
—¡Y encima de todo te burlas de mí! ¡Respeta mi convalecencia!
Quillsh indicó a L que fuera a mirar por la ventana, mientras él se acercaba al lecho de su padre. El niño obedeció, ayudándose con su muleta.
—¿Y ese inválido qué hace aquí? —preguntó el enfermo.
—Ese pequeño es mi amigo —dijo Quillsh, y sacando un sobre de su bolsillo cambió el tema—. Aquí te dejo la invitación. Mi prometida se llama Elizabeth Melbourne.
El anciano cogió el papel e hizo un gesto de desprecio.
—¡Vaya, con que va en serio! ¿Y quién es esa fulana? Nunca había oído hablar de ella.
—Es sobrina de Thomas Melbourne. Es empresaria, y además una magnífica pianista.
—¿Qué no pudiste conseguirte alguien mejor? ¡Tenía que ser pariente de un rival! Qué bajo has caído, Quillsh.
El gran inventor enrojeció de furia. Estaba acostumbrado a ser humillado, pero le disgustaba demasiado que L se diera cuenta de ello.
—Regresa cuando te consigas una novia decente, malagradecido, y no me vuelvas a traer esta clase de gentuza —dijo, Edward, señalando al niño. Entonces mi amigo no pudo más; arrancó la invitación de la mano de su padre y la hizo pedazos.
ESTÁS LEYENDO
Death Note: Los bombazos locos de Winchester
FanficFanfiction basado en la serie "Death Note", que narra la historia de Quillsh Wammy, un famoso inventor que tiene que unir fuerzas con un misterioso huérfano para terminar con una serie de atentados que han ocurrido en la región de Winchester.