Capitulo 6.

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El músico en el comedor toca su violín mientras las personas de primera clase hablan entretenidamente.
Un camarero le deja un plato a Ruth sobre la mesa.
—El propósito de la universidad es hallar un bueno marido. Rose ya lo hizo.
—Miren, ahí viene la vulgar señora Brown. —dice otra mujer.
Ruth deja su taza sobre la mesa y contesta:
—Vámonos antes de que se siente.
Deja la servilleta delicadamente y se levanta junto con las otras dos señoras.
—Hola, esperaba alcanzarlas para el té. —les dice Molly.
—Lamentamos que te lo perdieras. La condesa y yo íbamos a la cubierta de proa. —dice Ruth y mira a su acompañante sonriendo.
—Buena idea, debo actualizar mis chismes. —dice efusivamente Molly.
Ruth, la condesa y la otra mujer caminan a su lado, Molly las sigue.
En otra mesa cercana a la de ella esta el capitán y un pasajero hablando modestamente.
—No ha encendido cuatro calderas. —dice el pasajero mirando un papel y  luego mirando al capitán.
—No, no veo la necesidad. Llevamos un tiempo excelente.
El pasajero dobla el papel en cuatro.
—La prensa sabe el tamaño del barco. Quiero asombrarlos con su velocidad. Debemos darles más que imprimir. —dirige el cigarro a sus labios y luego los saca —El viaje inaugural debe ir a los titulares.
—Señor Ismay, no quisiera forzar los motores hasta que estén asentados.
Este vuelve a colocarse el cigarrillo y retirarlo otra vez.
—Soy un pasajero, le dejo a usted decidir lo mejor. Pero que final para su carrera, llegar a NY la noche del martes y sorprenderlos a todos. Salir en los diarios matutinos. Retirarse con bombos, ¿eh, E. J.?
El capitán lo piensa.
—Buen hombre. —le dice y continua fumando.

—Luego trabaje en la pesca de calamar en Monterrey, fui al muelle de Sta. Mónica en Los Ángeles y hacia retratos a 10 ctvs.
—¿Por qué no puedo ser como tú? Lanzarme al horizonte cada vez que quiera. —Rose mira el atardecer —supongamos que vamos a ese muelle aunque solo hablemos de ello.
—No, lo haremos. Tomaremos cerveza barata, viajaremos en la montaña rusa hasta vomitar —Rose se ríe — y cabalgaremos por la playa, en la resaca. Tendrás que hacerlo como vaquero, no con esas sillas de lado.
—¿Con una pierna de lado?
—Si.
Rose lo mira sorprendida y pensativa.
—¿Puedes enseñarme?
—Claro, si quieres.
Rose asiente varias veces.
—Enséñame a montar como hombre.
—Y a mascar tabaco como hombre.
Rose se ríe de nuevo.
—Y a escupir como hombre.
—¿No te enseñaron eso en la escuela?
—No.
—Ven, te enseñare. Vamos a hacerlo.
—¿Que?
Jack camina al lado de ella.
—Te enseñare como, vamos.
Jack la toma de la mano.
—Jack, no. Jack, no.
—Vamos.
Rose se resiste.
—Espera, Jack.
—Anda.
Caminan un poco mas adelante.
—No, Jack. No podría, Jack.
—Fíjate bien.
Jack se agarra de la barandilla, lleva su cabeza hacia atrás y escupe.
—Es asqueroso.
—Bien, te toca.
Rose mira a su izquierda, cierra los ojos, y escupe y mira a Jack.
—Eso da lastima. Debes lanzarlo bien, ¿si? Darle palanca. Usa los brazos.
Jack repite lo que hizo anteriormente y Rose lo imita.
—Arquea el cuello. —dice y escupe.
Rose intenta formar saliva.
—¿Viste hasta donde llego?
Rose balbucea y escupe perfectamente.
—Estuvo mejor. Tienes que practicar.
—¿de verdad?
—Trata de lanzarlo y darle cuerpo.
Jack trata de hacerlo otra vez, pero es interrumpido. Rose de pronto ve a su madre, y le toca el brazo a Jack varias veces.
Jack se da cuenta y da media vuelta hacia ellas.
Se miran entre si. Molly mira a Ruth.
Jack traga saliva.
—¡Madre! —dice y se acerca —¿puedo presentarles a Jack Dawson?
—Realmente encantada. —contesta ella con los ojos penetrantes.
Molly le indica a Jack que limpie su barbilla.

Todas eran amables y sentían curiosidad por quien me salvo. Pero mi madre lo vio como un insecto, un insecto peligroso que debe ser aplastado rápido.

—Parece ser bueno tenerte cerca si hay líos. —Molly avisa.
Jack aplica una sonrisa.
Suenan trompetas.
—¿Por qué anuncian la cena como carga de caballería?
Rose se ríe.
—¿Vamos a vestirnos, mamá?
Ruth desaparece la sonrisa.
—Nos vemos en la cena, Jack.
Jack la saluda con la mano.
—Eh... Hijo. ¡Hijo! —Molly lo llama porque no le presta atención.
Jack la mira.
—¿Comprendes lo que estas haciendo?
Jack le sonríe.
—No en realidad.
—Estas por ir a un nido de víboras. —lo mira de arriba a abajo —¿que piensas ponerte?
Jack entiende las manos y luego estas tocan sus pantalones.
—Lo imagine. Vamos.
Molly lo toma del brazo.

Molly lo ayuda a ponerse un saco por los brazos.
—Tenía razón. Tú y mi hijo son casi de la misma talla.
—Casi iguales.
Jack se mira en el espejo.
—Brillas como un sol. —se ríe.

El cielo ha quedado anaranjado, dejando el atardecer atrás, impregnado de muchos colores.
—Buenas tardes, señor.
Jack lo mira he ingresa.
Mira todo desde una piso de arriba, sin ignorar el centro de vidrio en el techo.
Baja la escalera principal, y se encuentra con un reloj en el centro de todo el barco.
Se acomoda el saco. Mira todo a su alrededor y se apoya contra un palo de madera.
Se incorpora, pone su mano detrás de la espalda y saluda cortésmente.
—Buenas noches.
Otro señor lo saluda con la cabeza y Jack hace el mismo gesto.
—¿Que tal?
Ensaya con su mano, como agarra a una dama.
—¿Sabe que hay toneladas de acero Hockley aquí?
—¿En qué parte?
—En las mejores, por supuesto.
—Te culpare si hay problemas. ¿Donde esta mi hija? —Ruth habla con cal.
—Ya vendrá. Ahí esta la condesa.
Ignoran a Jack.
—Hola, querida.
—Buenas noches, Cal.
—Que gusto verla. —dice
Rose sonríe al verlo.
El sigue ensayando, de repente se da cuenta y levanta la vista.
Rose baja la escalera lentamente. Jack se acerca a ella. Le toma la mano y se la besa.
—Lo vi en una película, siempre quise hacerlo.
Ambos se ríen.
Jack extiende el brazo y Rose lo toma. El levanta su cabeza, elegante.
Rose se ríe.
—Los veré en la cena—le dice Cal a alguien.
—Querido, seguro recuerdas al Sr. Dawson.
Cal lo mira dos veces.
—¿Dawson? Es sorprendente. Casi podría pasar por un caballero.
—Casi—repite Jack.
—Extraordinario. —Cal toma del brazo a Ruth.
Jack baja la vista y mira a Rose.

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