Capitulo 9.

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A la mañana siguiente, Rose y Cal están sentados uno frente al otro, desayunando.
—¿Café, señor? —pregunta la mucama.
Cal apenas mueve su cabeza en respuesta. La mucama deja la garra en la mesa y se marcha.
Cal solo mira a Rose impasible.
Ella levanta la mirada lentamente, moviendo la cuchara en su taza, toma un sorbo
Cal deja la suya en la mesa, mira al personal y dice:
—Esperaba que vinieras a mi anoche.
Rose baja la taza.
—Estaba cansada
—Tu esfuerzo abajo debió ser agotador.
Rose baja la mirada
—Veo que mandaste a tu asistente a seguirme, que típico.
—No volverás a portarte así, Rose ¿entendiste?
Rose lo mira.
—No soy un capataz a quien puedas mandar. Soy tu prometida.
—¿Mi prometida? ¡Mi prometida! —Cal se levanta rápidamente —¡Si, lo eres, y mi esposa!
De un solo moviendo Cal tira la mesa y todo lo que había en ella.
Se acerca a Rose apoyando cada brazo en la silla de ella, acorralándola.
—Mi esposa en la práctica, si aún no por ley. Así que me honrarás. Como una esposa debe honrar a su marido. Porque no me verás la cara de tonto, Rose. ¿Hay algo que no quede claro?
Rose mueve la cabeza
—No
—Bien. Con permiso.
Cal se retira, y Rose respira apresuradamente.
El personal se acerca a ella.
—Señorita Rose
—Fue un leve accidente.
—Esta bien. —le contesta
—Lo siento, Trudy. Permíteme ayudarte.
—Esta bien, señorita. —dice Trudy tomándola de la mano.
Rose se inclina hacia atrás haciendo que su silla se corta hacia un lado. Comienza a llorar.
—Esta bien —trata de animarla Trudy.

Pasado en accidente, Rose se encuentra en su habitación. Trudy le ayuda a atar su vestido.
De pronto, entra Ruth.
—Té, Trudy. —le dice y Trudy se va. Ruth cierra la puerta tras de ella.
Ruth se acerca a su hija, la cual se da vuelta para que la ayude a atar lo que queda del vestido.
Su madre tira fuertemente de los hilos.
—No volverás a ver a ese chico, ¿entiendes? —hace una pausa, pero ella no responde —Rose, te lo prohibo.
—Basta, Madre. Saldrás perdiendo.
Ruth la agarra para que la mire de frente.
—Esto no es un juego. Nuestra situación es precaria. Sabes que se acabo el dinero.
—Claro que se acabo. Me lo recuerdas a diario.
—Tu padre nos heredó solo grandes deudas ocultas por un buen nombre. Ese nombre es nuestra única carta. No te entiendo. Es un buen enlace con Hockley, asegurara nuestra supervivencia.
—¿Por que me impones esa carga? —¿Por qué eres tan egoísta? —grita Ruth
—¿Yo estoy siendo egoísta?
Ruth la mira, sus ojos se ponen brillosos.
—¿Quieres verme trabajando como costurera? ¿Eso es lo que quieres? ¿Ver que vendamos todo en subastas? ¿Nuestros recuerdo lanzados al viento?
Ruth se tapa la boca, llorando y se da vuelta. Respira lentamente.
—Es muy injusto.
—Claro que es injusto. Somos mujeres. Elegir nunca nos es fácil.
Ruth acerca sus manos al rostro de Rose y besa su mejilla.
Luego la hace darse vuelta para seguir atando su vestido, fuertemente.

Todos están reunidos en un salón, cantando, con la letra en sus manos. Juntos con el capitán del barco.

Jack baja de las escaleras apresurado.
—Hola, Sr. Andrews.
—Hola, Jack.
Continúa bajando las escaleras y se aproxima al salón donde están los pasajeros cantando, junto con dos guardias en la puerta.
—Señor.
—Necesito hablar con alguien.
—No debía estar aquí.
—Debo hablarle. —responde Jack
El Sr. Lovejoy mira hacia la puerta, y camina hacia ella.
Cal se da cuenta pero sigue cantando.
—Estuve aquí anoche, ¿no me recuerda?
—Me temo que no. Deberá regresarse.
El Sr. Lovejoy abre la puerta encontrándose con ellos.
—Él se lo dirá. Necesito hablar...
—El Sr. Hockley y la Srta. Dewitt Bukater... agradecen aún su ayuda. Me pidieron darle esto en agradecimiento.
—No quiero su dinero, solo...
—Y recordarle que su boleto es de tercera y su presencia aquí ya no es apropiada.
—Solo quiero ver a Rose.
—Señores, por favor, vean que el Sr. Dawson vuelva a su lugar y que se quede ahí.
El Sr. Lovejoy le entrega el dinero que le iba a dar a Jack a los guardias.
—Si, señor.
—Acompáñenos.
Los guardias lo toman del brazo, llevándolo fuera.

Adentro, continúan cantando.

—¿Por qué tiene dos timones?
—Ese lo usamos cerca de la playa.
El personal interrumpe, la charla del capital y el señor Andrews con Rose y Ruth.
—Señor, otra alerta de hielo. Esta es del Nordam.
—Gracias, Sparks. —contesta Andrews.
—no hay de qué preocuparse. Es normal en esta época del año.
Ruth suspira.
—De hecho, aceleramos. Ordene prender las últimas calderas.

—Bien, enrédalo como te enseñé. Eso es.
—ahora, suéltalo.
Jack atraviesa la barandilla para pasarse a primera clase. Y cuando lo logra se escabulle.
—Estuvo bien, ¿no?
—Muy bien.
—Excelente, hijo.
Jack toma el abrigo y sombrero que está en una de las reposteras. Se los coloca y moja con su saliva las patillas hacia atrás.

—Sr. Andrews, disculpe, hice la suma en mi cabeza y con el número de botes por la capacidad que dijo... Disculpe, pero no hay suficientes para todos a bordo.
—De hecho, como la mitad. Nada se le escapa, Rose, ¿verdad? Puse estos pescantes nuevos que soportan otra hilera de botes dentro de esta, pero algunos pensaron que la cubierta se vería apiñada. Así que pasaron sobre mi.
—Desperdicia cubierta es un barco inhundible. —afirma Cal y continúa caminado con Ruth.
—Duerme tranquila, joven Rose. Le construí un buen barco, fuerte y confiable. No necesita botes salvavidas. —Dice y continúa caminado —Sigan hacia proa, sigue el cuatro de máquinas.
Jack, que se encontraba a un lado de los botes, toma a Rose del brazo.
—Ven.
Ambos miran hacia atrás asegurándose que nadie los viera y entran a otro cuarto, que solo conserva máquinas. Jack cierra la puerta.
—Jack... Esto es imposible. No puedo verte.
—Necesito hablarte.
—No, Jack, no. Jack, estoy comprometida. Me casaré con Cal. Amo a Cal.
—Rose, no eres un retrato ameno. De hecho hasta eres una chiquilla malcriada. Pero, debajo de eso, eres la más sorprendente, perturbadora y maravillosa chica... Mujer, que he conocido. Y...
—Jack, yo... —dice Rose alejándose de él
—No, déjame decirte esto. Eres sor... —Jack suspira —No soy un idiota, sé cómo funciona el mundo. Tengo 10 dólares en el bolsillo, no tengo nada que ofrecerte y lo sé. Lo entiendo. Pero estoy demasiado involucrado. Si saltas, yo salto ¿recuerdas? No puedo irme sin saber que estarás bien. Eso es todo lo que quiero
—Bueno, estoy bien. Estaré bien. De verdad.
—¿de verdad? —Jack la mira —no creo. Ellos te tienen atrapada, Rose. Morirás si no te liberas. Quizá no ahora, porque eres fuerte. —toma su mejilla— Pero tarde o temprano el fuego en ti, que amo... ese fuego se apagara.
—No depende de ti salvarme, Jack.
—Tienes razón. Solo tú puedes hacerlo.
Rose le toma la mano a Jack, la que sujeta su mejilla y la aparta.
—Voy a regresar. Déjame en paz.
Jack la mira a través de la ventana, y luego mira al suelo. Totalmente destruido.

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