Capítulo VIII

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VIII

A la mañana mamá se pone a preparar unas medicinas. La veo fuerte, relativamente calmada pero sin dejar de ser consciente de lo que ha pasado. Está firme, a pesar del dolor que debe estar agobiándole.

Recuerdo las semanas después que papá murió. Mamá parecía no salir de su dolor. No lloraba como Katniss o yo, pero estaba como perdida. Se pasaba todo el día en la cama, sin hablar ni comer, si nosotras no la obligábamos. Yo a veces la tomaba de la mano y le hablaba y hablaba pero parecía que mamá no me respondía.  Nunca dejé de trenzarle el pelo antes de ir para la escuela. Al regresar siempre estaba como la habíamos dejado.

Esa situación afectó mucho a Katniss porque pobrecita en esa época mi hermana era incluso más chica que yo y tenía que cocinar  o ir a comprar comida. Me acuerdo cuántas veces cuando llegaba con las manos vacías yo trataba de no decir nada pero seguramente notaría mi cara de hambre, o cómo estaba mamá y se ponía a llorar.  En esos momentos no se me ocurría otra cosa que estar a su lado, abrazarme y ponerme a llorar también con ella.

Creo que estuvimos a punto de morir de hambre o de ir a un orfanato, como muchos chicos de la Veta.  Hasta que empezamos a descubrir. Bueno mi hermana se dio cuenta de que hay muchas plantas que crecen por todas partes y son comestibles. Fue ese día que Katniss se apareció con dos panes enormes un poco quemados. Desde esa vez Katniss empezó a cazar y a juntar verduras y pescar y conseguir huevos y un montón de cosas. Yo trataba de juntar verduras y medicinas pero fuera de la pradera porque es un ligar que me da mucho miedo. El pan. Katniss arrojando esos panes sobre la mesa después de casi tres días de no comer casi nada. Nunca le pregunte a Katniss como los había conseguido. ¿Se los habrá regalado el panadero tal vez?.

Ver de a poco a mamá recuperándose me iba llenando de alegría. Incluso a veces cantaba cuando yo le trenzaba el pelo, pero Katniss parecía no querer acercarse demasiado. Mamá seguramente sufrió por eso, y Katniss también claro, pero la entendía. No dejaba de estar pendiente de las dos pero respetando la distancia que Katniss ponía. A veces cuando mi hermana estaba dormida, mamá se sentaba en la cama a su lado y le acariciaba el pelo y la mejilla. Katniss parecía sonreír en sus sueños.

Katniss siempre está pendiente de mí, a veces se pone a reír o a jugar conmigo  y hasta me canta cuando estoy enferma. Tiene una voz preciosa, como la de mi papá. Recuerdo que ellos se la pasaban cantando. Incluso he visto como unos pájaros llamados sinsajos los escuchaban y repetían sus melodías.

El día de la cosecha al despedirnos mamá y Katniss parecieron unirse de nuevo, se dijeron cosas que por ahí tenían guardadas. Y se abrazaron… nos abrazamos. Pienso que sería injusto que ahora que ellas se reconciliaron Katniss no vuelva con nosotras. Demasiado injusto.

Hoy es el día de desfile de presentación de los tributos, son presentados a todo Panem en carros vestidos con trajes relacionados con el distrito de cada uno. Suele ser el momento más pintoresco, aunque a los nuestros siempre los visten horrible. Pero pienso que Katniss de cualquier modo se va a ver maravillosa.  Y hoy voy a poder volver a verla aunque sea a través de una pantalla.

Hoy podremos salir antes de la escuela. Eso me comenta Gale cuando me pasa a buscar.  Al llegar al colegio como siempre Madge viene a recibirme con un beso y esta vez me da un paquete que su mama envía para la mía. Tiene un olor especial.

--Es café—me dice --es para tu mamá--. Mi mamá dice que se acuerda que le gustaba mucho—agrega.

Tenemos clase de historia donde el profesor explica lo que sucede estos primeros días, cuando los tributos comen bien y los entrenan para que cada uno desarrolle mejor sus habilidades y los presentan para que los habitantes más ricos del capitolio los patrocinen. Eso quiere decir que pueden enviarle cosas que necesiten. Comencé la clase sin querer oír nada de los juegos, pero saber que mi hermana comería bien y además se entrenaría y aprendería más cosas para defenderse me animó e hizo que prestara mucha atención a lo que el profesor contaba.

En el camino de regreso a casa le cuento a Gale y a sus hermanos lo que el maestro nos dijo, que los van a alimentar bien y también a entrenar. Yo se lo digo para se que anime por Katniss. En ese momento también pienso en el panadero, y que se lo voy a contar a la tarde cuando le lleve los quesitos, para que sepa como tratan a Peeta para que se quede más tranquilo.

Al llegar a casa le entrego a mamá el café que me dio Madge de parte de su madre para la mía. Cuando le doy también el mensaje veo brillar sus ojos como si estuviese a punto de llorar.

--¿La mamá de Madge y tú eran amigas?—le pregunto

--Con ella no tanto, yo era muy amiga de… su hermana—termina diciendo casi en un susurro. Mamá mira hacia arriba y suspira. Aprieta el paquete de café contra su pecho y por un momento se queda con sus recuerdos. Pienso en que es mejor no insistir con el tema así que después de un rato  si íbamos a ir a la plaza para ver a Katniss en el desfile de tributos a la plaza de la Veta  en la pantalla gigante que hay allí.

Mamá me mira no muy convencida. --¿Tú quieres ir?—me pregunta

--Es que allí podremos ver bien a Katniss, mamá—le respondo.

--Está bien—me dice—y me da un beso en la frente.

Nos sentamos a comer y yo lo hago muy apurada porque quiero preparar los quesos y venderlos antes del desfile.  Mamá me tiene que recordar un par de veces sobre los modales en la mesa.  Creo que en el Capitolio van a ver que Katniss también tiene muy buenos modales, aunque seamos pobres.

Voy al Quemador donde en muy poco tiempo vendo todos los quesos que preparé (menos los que le reservo al panadero). Muchos me dan palabras de ánimo, sobre todo una señora que prepara sopa en una especie de olla gigante pare vender. Se llama Sae y se nota que aprecia mucho a mi hermana. Luego paso por la panadería. El papa de Peeta parece preocupado y triste pero sonríe al verme y me saluda amablemente. Le doy los quesitos y una bolsa. Me pone varios panes más que los que me acostumbra a dar.

Le pregunto si va a ir a la plaza a ver el desfile y me responde que no, porque a su mujer eso podría hacerle mal.  No entiendo cómo puede hacerle mal a alguien ver a un ser querido. Yo me muero por ver a mi Katniss

Le comento lo que me habían dicho en la escuela de cómo los alimentan y entrenan como para darle ánimos pero sigue con la idea de no ir a la plaza a ver el desfile.  Lo saludo y salgo de la panadería cargada con el pan. Lo saludo para despedirme y me dice:

--Si vas a la plaza, si quieres deja el pan y lo recoges de regreso a tu casa—

Me reúno con mamá cerca de la plaza.. Vemos  Gale y a su madre y hermanos. También está Possy, su hermanita más pequeña

--No sabíamos si veníamos o no—nos dice la mamá de Gale.

--Yo tampoco—responde mamá –pero Prim insistió, quiere ver a s hermana en esa pantalla grande— añade acariciándome el pelo –

El lugar se va llenando. Ya hay bastante gente, nos saludan, tratan de animarnos o darlos una palabra de aliento. Varios se acercan y nos dan algunos regalos. Una señora bastante anciana y bien vestida me regala dos naranjas, un niño que vive en la parte más rica de nuestro distrito me da una bolsita con unos caramelos en forma de disco.  Me acuerdo que Katniss me ha comprado uno o dos en ocasiones y son deliciosos. Otra mujer que parece conocer a mi mamá de joven nos da un paquetito de azúcar.  Pero de pronto me llega en ese momento una sensación extraña, Siento como si todo esto que nos dan fuera a modo de consuelo, como compensándonos por haber perdido a mi hermana. ¿Piensan que una naranja o un dulce … o una mayor ración de pan van a hacerme olvidar lo que está pasando mi hermana?

 Hasta siento ganas de tirar todo y salir corriendo. Pero veo a la gente,  y veo que sus miradas no son de lástima, sino como que es algo que nos está pasando a todos. Y vienen a mi memoria las palabras del maestro. O el gesto de la gente saludando a mi hermana con los tres dedos…  o las palabras de Haymitch en medio de su borrachera

Hay varios agentes de paz también. Me dan un poco de miedo. Uno de ellos, con el pelo teñido de rojo me mira y me guiña un ojo. A su lado esta Sae, la señora del Quemador que me saluda con la mano. En ese momento se enciende la pantalla gigante.

COLITA DE PATO (Desde el corazón de Prim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora