CAPÍTULO XXI

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—¡Eres una maldita loca!

Y en parte ella sabía que si lo era, no era de personas totalmente cuerdas tirar platos. Pero tenía unas incontrolables ganas de lastimarlo.
Era la segunda vez que la besaba y si dejaba las cosas así iba a mal acostumbrase e iba a hacerlo cada vez que quisiera.
En ese momento se encontraba con un vaso en la mano y Kellin tratando de salir de su puntería.
Ya había esquivado tres platos pero no podía seguir así toda la tarde.

—¡Sólo fue un jodido beso!
—No tienes derecho a besarme. ¡Y menos cuando estoy dormida! Eres un maldito acosador.
—Hasta tú sabes que estás exagerando.
—¡Me importa una mierda!
—¿Por qué mierdas me odias tanto? ¿Acaso alguien rompió tu corazón?

Ella se detuvo y lo miró seria. Bajó el vaso y se cruzó de brazos. Así que eso es, pensó Kellin.

—Tal vez ese chico fue un imbécil, pero yo no soy el culpable de eso.
—Sólo cállate. No tienes ni idea.

Ella caminó hacia su habitación pero Kellin se interpuso en su camino.

—Kellin no estoy de humor para que intentes ser un maldito psicólogo.
—Y yo no estaba de humor para que me arrojaras todos esos platos y aún así sucedió.

Ella pareció reconsiderarlo. No le gustaba hablar de ese tema y mucho menos con Kellin, pero sentía que si no lo hablaba todas esas palabras la iban ahogar. Ella lo miró un momento, estaba a casi nada de llorar.

—Se llama Tom...

Su nombre le quemaba la garganta. Nunca había tenido el valor de pronunciar aquel nombre en voz alta.

—Tom Lee. Un imbécil de primera.
—¿Cómo yo?
—Tú eres un caballero de la época victoriana al lado del maldito infeliz.
—¿Te engañó con otra?

______ sonrió amargamente y negó con la cabeza. Kellin no tenía ni la más mínima idea de lo que sucedía, pero tampoco tenía intenciones de sentarse a tomar una taza de café con él mientras le contaba las desgracias de su vida.

—No. Y ya no quiero hablar de esto.
—Encerrarte en tu habitación para escuchar a Green Day no solucionará nada ni te va a hacer sentir mejor.
—Lo sé.

Ella lo hizo a un lado y siguió caminando.
Kellin apretó los puños. Necesitaba respuestas y sabía dónde encontrarlas: Beatrice.
Ella sabría qué era lo que pasaba. Salió en busca de la rubia, iba a conseguir las jodidas respuestas costara lo que costara.

Enamorada De Un Idiota (Book 1) [Kellin Quinn Y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora