XVI

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¿LA MAGISTRAL?

El lugar estaba levemente iluminado, las paredes parecían estar hechas de rocas talladas sin ningún cuidado dejando algunos rastros filosos y peligrosos. El piso de tierra firme y rojiza no dejaba mucho a la imaginación. En el centro de dicho lugar yacía una mesa redonda con un pentagrama dibujado en su superficie. Allí en medio de ese horrendo panorama estaba sentado Júpiter, con una capa marrón oscuro de la cual salía una capucha que tapaba por completo sus rasgos y expresiones, y no era el único con ese atuendo.

Les acompañaba cuatro personas más las cuales guardaban silencio. Esperaban la llegada de la máxima autoridad entre ellos, el único ser que podía evitar que entre ellos se asesinaran aun sin saber de qué tribu pertenecían.

Júpiter juzgando los movimientos y forma de actuar de los demás comprendió que solo había dos chicos en esa habitación, y uno era él. Aun se preguntaba como había sucedido aquello, hacia un milenio atrás cuando asistió a esa reunión la única mujer era la que tenía a su lado. Por supuesto que él reconocía a Vesta así se disfrazara de otra persona, su forma de caminar, su forma de actuar e incluso su manera de golpear impaciente con sus uñas la mesa.

Pero los demás eran nuevos, quizás iniciados. Y de ser así podría suceder que el magistral sacerdote también lo fuera.

Rodeados de niños mimados que aun no saben cómo se maneja las cosas en el mundo oscuro. Júpiter no era tan viejo, pero entre ellos era el más sabio. Reconocía donde fuese el aroma de Minerva, mas no sabía cuál de las otras tres personas era, al menos dos. El chico era más que obvio.

La puerta se abrió dejando entrar una mujer de cabellos plateado, su apariencia dulce e infantil podría confundir a quien sea, Júpiter no pudo evitar elevar una ceja, la muchacha ni siquiera se tomo la tarea de traer su capa.

-Buenas noches amigos –Dijo la dulce niña, incluso su voz era infantil- Hoy nos reunimos aquí por onceava vez para conocer a nuestros nuevos miembros y aclarar las leyes que nos comprometen como magos y hermanos.

-No somos hermanos querida, así que solo limítate a darle la iniciación a los demás. Supongo que tu también lo harás –Vesta como siempre de impaciente se hizo notar, el veneno de sus palabras fueron inyectados con la intención de hacer retroceder e intimidar a la muchacha.

-¡Oh Vesta! Lamento informarte que yo podría ser incluso más antigua que tu, y aun así conservo mi belleza intacta –La mujer se sintió ofendida y Júpiter se limito a escuchar aunque claro estaba que quería aplaudir la forma de actuar de aquella nueva líder- Veras querida, la sangre no es la única cosa que puede darte lo que tu tanto presumes... -Vesta descubrió su rostro mostrando así su inmaculada belleza, estaba enojada pero aun así era digna de admirar.

-Querida entrometida, déjame decirte que lo único que tienes es juventud, porque belleza no, esa la tengo yo.

-Lo que digas, no la necesito. La belleza esta en el alma ¿Cierto Júpiter? –Señalo al hombre y todos lo observaron sorprendidos de saber quién estaba detrás de su disfraz. Bajo la capucha mostrando una sonrisa para asentir.

-Así es líder –Respondió de la manera más fría que pudo, no quería darle más información a la mujer pero por el simple hecho de nombrar las almas sabia que ella tenía en su poder una información más valiosa de la que él pudo conseguir.

De pronto alguien comenzó a reír, el otro chico de esa habitación encontró algo gracioso en la forma de hablar de ellos pero Júpiter comenzaba a maquinar otras cosas en mente, se sentía vulnerable, de hecho no era él, era la humana la que lo estaría si ellos tenían información.

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