Capitulo 8: "Los Secretos No Se Agotan Hasta que Llegan Al Suelo"

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Al levantarse por la mañana y mirar por la ventana Andrea vio un auto de policía en la calle de enfrente de la casa, podía ver sus siluetas observando la casa, lo más seguro era que la estuviesen vigilando a ella y no precisamente como parte del Programa de Protección de Testigos, si no como la sospechosa que ellos consideran que es.

Lo más probable era que estuvieran esperando a que ella saliera hacia la escuela para seguirla y poder continuar vigilándola. Pero ella no estaba dispuesta a dejar que se salieran con la suya.

Cuando la señora Amowitz los llamo para desayunar, Andrea bajo las escaleras poniendo cara de asco y sobándose la panza.

- No me siento bien – gimió con fingido dolor. Margarette arrugo el entrecejo con preocupación, por un mínimo momento Andrea se sintió culpable por mentirle, pero en un instante el sentimiento desapareció tan rápido como apareció.

- Oh, linda, ¿qué tienes? – ella frunció el ceño metiéndose en su papel de enferma.

- Me duele el estómago, ¿puedo quedarme hoy? –

- Por su puesto, sube a acostarte –

- Gracias – salió de la cocina arrastrando los pies y subiendo las escaleras se encontró de frente con Morgan, ya estaba listo y con su mochila colgando del hombro.

- ¿Qué te sucede, Andy? – pregunto en cuanto vio su rostro de "dolor". Andrea repitió los gestos de antes, sobándose la panza.

- Creo que comí algo que me hizo daño –

- Ohm... ahora que lo mencionas, si te ves un poco pálida –

Andrea levanto una ceja y se tocó la mejilla con las yemas de los dedos.

- ¿Tú crees? – Morgan asintió.

- Si, será mejor que te quedes, no te preocupes, yo le diré a mi madre –

- Oh, no te molestes, yo se lo dije ya –

- Ah, bien – le sonrió - ¿Estarás bien aquí sola? Porque podría quedarme aquí contigo –

- No te preocupes, Morgan, estaré bien por mi cuenta y tú no tienes por qué perder clases por mi culpa –

- Pero...

- Insisto, estaré bien –

- Bueno, en ese caso, supongo que te veré mas tarde –

- Hasta entonces – Le sonrió y luego cada quien siguió su camino.

- Hay sopa de pollo en el refrigerador por si tienes hambre – menciono la señora Amowitz mientras se apresuraba a salir por la puerta principal, ella era la última que quedaba por irse ya que el primero era Morgan, después el señor Amowitz y por ultimo ella.

- No debió tomarse tantas molestias – replico Andrea desde el pie de la escalera.

- No es ninguna molestia, también hay jugo de naranja fresco, ah... y recuerda no abrirles a extraños –

Aquello le estrujo el corazón a Andrea, ya que le recordó a lo que le decía su madre cuando era niña y por una u otra razón era necesario dejarla sola, pero oculto sus sentimientos debajo de una sonrisa.

- Adelante, que tenga buen día –

- ¡Gracias! –

Cerro inmediatamente la puerta, Andrea escucho el sonido de las llaves antes de el del seguro de la puerta, agradecía los cuidados maternos de la señora Amowitz, pero seguía pensando que no se lo merecía.

Subió a su habitación pensando en que lo más seguro seria que los policías no dejarían pasar por alto su ausencia ya que se mantenían pendientes de quienes entraban y salían de la casa y sabía muy bien que se habían percatado de que ella no había salido, solo esperaba que no se les ocurriera ir a tocar la puerta para asegurarse.

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