Capitulo 32: "Creo Que Es Hora De Empacar"

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Llevaron sus dos maletas al auto de policía y una vez que Andrea y los detectives subieron, emprendieron el camino hacia la estación. Ahí la llevaron a la sala de interrogatorios por la que ya había pasado varias veces y comenzaron con las preguntas.

- ¿Dónde estuviste la mañana de ayer entre las siete y las ocho? -

- De camino a la escuela - respondió ella con cansancio.

- Pues Mathew y Margarette nos dijeron otra cosa - recriminó el detective Brown, Miller asintió apoyándolo.

- Dijeron que habías ido con Morgan a casa de Emily -

- No, no - negó con la cabeza - Él fue a casa de Emily, yo fui a la escuela -

- ¿Tienes testigos de eso? -

- Mis profesores - encogió los hombros - Pasan lista cada día, pregunteles a ellos - Miller y Brown se miraron.

- Bien... - Miller se inclinó hacia atrás en la silla -¿Y...? -

- ¿Por qué demonios siguen esta tontería conmigo? - replicó ella - ¿No tienen algún otro sospechoso?  ¿A caso soy la única persona en toda la ciudad? - fingió alterarse y ofenderse - Ya les he dicho que el verdadero asesino sigue ahí, burlándose de ustedes mientras pierden el tiempo aquí ¿Realmente creen que yo podría hacerle algo así a Morgan o a los Amowitz que han sido tan buenos conmigo? -

Ambos policías se miraron casi avergonzados.

- Supongo que tienes razón - el detective Miller suspiró y vio a su compañero - Te llevaremos a casa y después irémos a hablar con tus profesores -

Un gran alivio la inundó, realmente había esperado que la retuvieran más con alguna otra cosa o le preguntaran por Emily. Se preguntó a quién habrían interrogado para el caso de Emily.

Pasarón frente a la casa de los Amowitz, aún había algunas personas esparcidas por el jardín. El auto se detuvo unos metros más adelante, frente a la casa de sus padres.

- Los Amowitz nos comentaron que ahora te quedaras aquí, así que... - le entregaron una bolsa de plástico con algunas cosas dentro, papeles en su mayoría - Ahí están las llaves de la casa, algunas tarjetas de crédito y las escrituras de la casa, todo lo que tus padres dejaron a tu nombre en su testamento -

- Y... - habló Brown un poco incómodo - Ya limpiaron todo adentro -

Andrea asintió.

- Gracias por todo -

Sin decir más, bajó del auto y se introdujo en el jardín, que antes había sido un césped verde y vivo, ahora estaba seco y amarillo.

Vio la casa como si no se tratara de la suya, ya no la sentía como la suya. Sacó las llaves de la bolsa y abrió.

El silencio la recibió, el sol de la tarde se colaba por la ventana y sin avisar, una oleada de tristeza la invadió haciendo que un sollozo potente cortara la quietud.

Se sentó en el suelo con las rodillas flexionadas, las abrazó contra su pecho y lloró, por primera vez en meses.













Su cuarto estaba tal y como lo había dejado antes de irse con Jeff, no había cambiado nada, no habían movido nada. Ya había anochecido y el silencio persistía, no quería hacer ruido, no tenía ganas de hacerlo. Solo se había duchado y había echo parte de la tarea para luego quedarse acostada en la cama mirando al techo con una mano apoyada en el estómago y la otra en la frente, sin saber que hacer.

Alguien tocó la puerta. 

Desconcertada bajó a abrir.

- ¿Qué haces aquí? 

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