Flores.

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Noviembre 30, 2015

He cortado mi cabello. Hoy tendré mi primera exposición aquí en Estocolmo. Mi representante, el señor Saionji, me ha comentado que se realizara en el Museo Nacional, sobre la península de Blasieholmen.

Podría haber caminado desde ahí, solo haría once minutos, pero no se me permitió. <<Debes verte presentable, tanto para las cámaras como para todos los presentes>> mientras encendía uno de esos puros cubanos que tanto lo extasiaban, como una bella mujer a la cual, debía tocarse con delicadeza, o al menos eso me ha dicho siempre.

Después de darme un baño, me dirigí al balcón, a tomar una taza de café. He de admitir, que ese balcón ha sido una maravilla, me ha servido a realizar algunas de las pinturas que se mostraran el día de hoy; los amaneceres y atardeceres son hermosos desde aquí, además de que queda frente a la Plaza Mayor, por lo que –aunque en ocasiones no lo desee- siempre tengo el honor de observar las actuaciones callejeras. Me han servido de inspiración.

Hay una pintura que personalmente llevare a la exposición; el señor Saionji ya la ha visto, y dice que sería una manera muy creativa y espontanea de mostrarse en escena. Eres tú...sonriente, mirando al espectador con aquellos brillantes, pero profundos ojos gris verdosos; las mejillas ligeramente sonrojadas, donde se mostraban tus pecas...nunca me había puesto a pensarlo hasta ahora, tus pecas son muy poco notorias, debían estar cerca de ti para notarlas...siempre me parecieron muy adorables.

Termine de arreglarme. Camiseta blanca, corbata gris oscur suéter verde aceituna, zapatos de vestir negros, saco y pantalones grises; me veía bien, no quiero lucir tan estirado como todos los que asistirían, pero tampoco desentonar.

Mientras arreglaba mi cabello, escuche el timbre de la puerta sonar repetidas veces; me acerque y lentamente abrí la puerta. Un hombre alto, un tanto corpulento, de cabellos castaños y ojos animados se encontraba frente a mí; vestía de pantalones color caqui, una chaqueta negra que lo hacía ver aún más grande, una gorra del mismo color que los pantalones, y llevaba consigo una especie de paquete de forma rara. <<Envió especial para usted. >> Me dijo con una sonrisa, Le pregunte sobre el destinatario, pero simplemente me respondió con que sus superiores le explicaron que el cliente pidió fuese anónimo él envió, seguido de un encogimiento de hombros. Firme, y una vez que el hombre se fue, abrí el paquete: unas rosas, las cuales comenzaban a marchitarse. No había ningún destinatario, y las estampillas habían sido retiradas.

Voltee hacia tu cuadro, observando cada detalle, cada pincelada. Un pétalo callo, mire hacia el suelo; comenzaron a caer más y más ...y había gotas en el suelo, más no provenían de mis ojos. Sentí una profunda tristeza...  



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