7.

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Miami.

Los tres miembros de los vengadores aterrizaron en Miami a media noche. Se introdujeron en el apartamento que les había facilitado Furia para la misión. Un humilde piso no en muy buenas condiciones, esto le supuso a Stark poner una cara de asco nada más entrar por la puerta. No era grande, contaba con un salón principal con dos sofás y una mesa, y tres habitaciones aparte de la cocina. Tony que iba refunfuñando recorriendo la casa fue el primero en dirigirse a las habitaciones y elegir la suya. Allí ninguno decía nada, Natasha se adueñó del cuarto al lado del que había elegido Tony mientras Rogers revisaba las provisiones en la cocina y preparaba algo de comida. Steve sabía que la convivencia con el millonario en aquel apartamento tan diminuto iba a ser muy dura además de que Romanoff estaba por medio. Sirvió la comida en la mesa y se sentó en el sofá al lado de la pelirroja dedicándole una sonrisa amable. Stark fue atraído como un cervatillo por el olor de la cena, estaba demasiado hambriento para continuar con su plan de permanecer encerrado en aquel cuchitril que ahora tenía por habitación. Se incorporó a la mesa con los otros dos, limitándose a comer sin mediar palabra y sin levantar la mirada el plato devorando lo que había preparado el capitán.

-¿Estás bien?-habló Steve pasando el brazo por los hombros de Natasha a la cual notaba ida. La mujer miró al rubio asintiendo.

-Es sólo que... Sabes que trabajaba para el KGB, no quiero ver ningún rostro conocido mañana.-admitió.

En ese momento Tony levantó la vista observando la escena incómodo.

-¿Y tú qué Steve, ya te has olvidado de esa ducha?-

Stark casi escupe toda la comida que tenía en la boca. Tragó fuerte y empezó a toser, le dedicó una mirada fija y asesina a un Steve completamente paralizado y sonrojado que se atrevió a devolverle la mirada lleno de pavor.

-¿Ya se lo has contado a Tony?-la pelirroja al ver que el soldado no respondía hizo aquella pregunta esperando que el genio aportara alguna palabra a la conversación.

-¿Tienes algo que contarme, Steve?-pretendió sonar tranquilo sin apartar la vista de Rogers.

-Em... No. Como ves no sabe nada.-le respondió a Nat mirando a Tony esperando que este entendiese la indirecta.

El castaño se levantó dejando la cena a medias y entonando un "muy rico" se retiró enclaustrándose en su cuarto.

-¿Qué bicho le ha picado? Cada día es más raro.-dijo Romanoff. Steve aun sintiendo el corazón salírsele del pecho le hizo un gesto a la chica con la mano indicándole que lo olvidase.-¿Entonces qué? ¿Y la chica?-

-La he olvidado, Nat.-se irguió para recoger los platos.-Ve a dormir, yo iré luego, mañana será un día duro.-

La pelirroja, no muy convencida, a paso sereno fue a su habitación dispuesta a dormir hasta el día siguiente para estar fresca para la misión. No le fue muy difícil caer en un profundo sueño debido al agotador vuelo.

[...]

Ya eran las 2 de la madrugada y Steve seguía todavía en el sofá sumido en sus propios pensamientos entre el sueño y la vigilia cuando escuchó un ruido proveniente del cuarto de Stark. Por inercia y seducido por un campo magnético que parecía atraerlo hasta la morada del castaño se acercó a la puerta descansando su oreja en la madera de esta.

-¿Stark?-dijo en un susurro.

-Largo.-escuchó ligeramente y se lo tomó como una invitación abriendo la puerta y cerrándola sin demora.

-¿Tan enfadado estás?-preguntó apenado.-Creo que debería estarlo yo.-

Tony estaba metido en la cama tapado hasta las orejas. Suplicándole a su Dios, que suponía que era él mismo, que Rogers se largara de ahí. ¡Estaba desnudo, por favor! Sus frases bordes y sarcásticas no iban a sacarlo de aquel lío, con el capitán eso no funcionaba.

Descontrol. (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora