12.

5.9K 513 191
                                    

Stark analizó la situación. El Capitán América estaba allí tumbado, en ropa interior, se había quitado la camiseta y le había pedido que se quedara. Miles de preguntas asolaron su cabeza, ¿a qué se refería con que se quedara?, ¿sólo dormir?, él no era de dormir, eso siempre venía después. Todos aquellos recuerdos de días anteriores sacudieron su mente. Veía a Steve a su lado en la cama, se veía con él bajo la ducha, y cerró los ojos por inercia reavivando aquella sensación tan atractiva, tentadora y enloquecedora. Observó la anatomía del rubio de abajo arriba, un escalofrío le recorrió la espalda devolviéndolo a la realidad, sonrojándose tenuemente ante la atenta mirada de Steve que si bien mantenía el rostro serio, Stark juraría que podía vislumbrar una sonrisa escondida tras sus preciosos ojos azules. Se aproximó lentamente temiendo espantar al contrario, sentándose en un lateral de la cama buscó la mirada de su compañero en la penumbra.

-Steve...-comenzó con un hilo voz.-¿Estás seguro?-

-Sufro alteración del sueño. Me harías un favor.-acompañó sus palabras con una débil mueca.-Tony..., yo...-

El teléfono de Stark vibró en el interior de uno de sus bolsillos liberando un sonido que detuvo de repente la voz del capitán.

-Dime.-respondió aceptando la llamada.-Lo siento. Estoy en casa de Rogers.-le echó un vistazo al capitán.-Él no se encuentra muy bien. No. Volveré mañana.-se pasó una de sus manos por la nuca acariciándose el cabello.-Vale. Buenas noches, cariño.-se retiró el móvil de la oreja observando disgustado la pantalla que iluminaba tenuemente la habitación.-Era Pepper.-

Steve ya lo sabía, aquel amargo'cariño' se lo había revelado. Dos sentimientos opuestos peleaban dentro de él y no tenía ni idea de cómo sentirse. Completamente agradecido y encantado porque Stark decidió quedarse con él esa noche, y a la vez, apenado enormemente sabiendo que la flamante novia de este lo esperaba en casa, posiblemente en su cama. Potts había vuelto para quedarse, y eso le recordaba que Anthony no era suyo ni mucho menos, y que por supuesto con la rubia aquí ya no tenía posibilidades.

-¿Qué ibas a decirme?-preguntó Stark sacando a Rogers de su trance.

-No importa. Ve con ella, Tony.-cada sílaba que pronunció le lastimó.-Vuelve a casa. Estaré bien.-

-No voy a dejarte solo.-

-Ella ha vuelto. Es lo que querías. No seas tonto, vete a casa.-

-Ella se fue cuando sufría pesadillas.-susurró con la cabeza gacha y la vista fija en el suelo.-La única persona que fue capaz de aguantarme así fuiste tú.-lo miró de soslayo.-Y no soy tonto en absoluto.-

Steve no supo que responder. Antes estaba seguro de que le diría todo de una vez, antes de ser callado por la inoportuna llamada, creía que aquel era el momento para retomar la conversación sobre aquel extraño asunto que los envolvía. El debate moral que lo abrumaba sobre su orientación sexual no era nada comparado con el reto de sincerarse con Anthony. Esos ojos claros de color miel lo ponían nervioso, se veía superado por el brillo y la impertinencia de estos.

-La habitación para invitados es la primera a la izquierda. La cama está recién hecha, la hice para Natasha.-Tony suspiró sonoramente y asintió.-Siento no poder ofrecerte los mismos lujos que tú a mí.-

-No importa, estará bien.-se levantó dirigiéndose a la puerta del cuarto.-Qué descanse, capitán.-

Tony observaba espantado la pequeña cama que se hallaba en el centro del cuarto. Acostumbrado a su amplia y enorme cama estaba seguro de que se caería al suelo mientras dormía. Se desvistió y buscó en un pequeño mueble alguna prenda que poder usar para dormir y así no arrugar su carísima y exclusiva ropa. Encontró una vieja camiseta blanca seguramente del capitán y se la puso. Le quedaba realmente grande, las mangas le cubrían los codos y respecto a la altura parecía más bien un horrible vestido. Se metió en la cama. Todos y cada uno de los muelles del colchón chirriaron ante la presión del cuerpo del millonario que maldecía a cada movimiento. Para Tony, eso no era una cama, aquello era un festín de muelles. "¿Cuánta diferencia habría con una tabla de clavos?" se preguntó. La delicada espalda de Anthony no paraba quieta, este se meneaba bajo los edredones que parecían ser hechos de papel de periódico. No conseguía entrar en calor, en su torre siempre hacía una temperatura perfecta y ahí hacía un frío glaciar. Resoplaba fastidiado, apretando los párpados obligándose a intentar dormir, pero ni sus pensamientos se lo permitían. Steve lo había echado de su dormitorio, mandándolo a esa tortura de cama. Y no es que hubiera deseado desde el principio dormir con el capitán, pero sólo bastaba impedirle algo para que deseara hacerlo. Él era así. Lo prohibido le resultaba demasiado tentador, y conseguir algo que se le había negado anteriormente alimentaba su ego. Era caprichoso, como un niño travieso.

Descontrol. (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora