Hace tiempo que no me dirijo directamente a ti. ¿Cómo has estado? Yo muy bien. He estado contando una historia y tú has escuchado.
Fue como si estuviera hablando sola. Se nota que las normas de buen oyente son lo tuyo.
¿Qué crees que pasara al final de la historia? ¿Ya tienes una idea?
Quizás esta historia es demasiado corta. O podría ser muy larga.
Sabes cómo cuando el tiempo se siente tan largo. Y tan lento.
Es como venganza. Cuando sabe que estas feliz pasa rápido y cuando no, simplemente los minutos duran más.
¿Te diviertes? O ¿Ya te has hartado de la historia? No es lo que podría llamar una historia feliz.
Lo sé.
¿Quisieras que pare? Ella lo quiso también. Quiso tanto que pare. Pero ella lo vivía y no era posible. Pero tú podrías pararlo. Tú tienes una posibilidad que ella no tenía.
¿No te sientes afortunado?
Podrías hacer que esta historia sea tuyo. Y así podrías agregar final que quieres. Una feliz o triste. Es tu decisión.
¿No es bonito? Tener el control. Trazar las líneas. Elegir un final con la que estás de acuerdo. Es un poder que debes aprovechar, porque podría irse en un abrir y cerrar los ojos.
La vida es un laberinto. Y puedes verlo de dos maneras.
Puedes verlo como la vida entera. Con su inicio al nacer y su final al morir.
O verlo como camino a tus metas.
Al final es lo mismo. Porque tus metas están dentro de lo que es la vida.
¿Has leído Harry Potter? En cuarto libro, Cáliz de fuego, hay un laberinto. Ahí salen diferentes obstáculos contra los que debe luchar para llegar al cáliz. Así es el camino.
Habrá caídas, luchas, miedos. A veces muertes. Simplemente a veces no logras llegar al punto que querías llegar.
¿Ahora entiendes porque dije que debes aprovechar rápido ese poder? A veces es tan efímero. Sientes que tienes el control y de la nada se va.
¿Imaginas cómo sería trazar tu propio laberinto? Desde su inicio a su fin.
Te equivocas. No sería bonito cómo crees. En este camino hay heridas, caídas, tristezas. Pero también hay felicidad, logros, risas. Hay amigos y amores.
Que sería de la vida si no sabes cómo se siente el abrazo de un amigo en momentos tristes.
O si no sabes de esas charlas y risas, quizás sobre cosas tontas, en piso de tu habitación mirando a quien quieres, sintiendo como tu ansiedad se calma.
¿Y has sentido esos besos que te quitan la depresión aunque sea por momentos?
Lo malo de la vida cansa. Pero si tienes el apoyo que necesitas al menos el peso es más ligero. Aunque cueste encontrar a tu persona o personas. No puedes negar que hay cierto placer en quejarte y sentir apoyo de esa persona. Sentir que te entienden.
Bueno salí del tema. ¿Tú crees que ella pudo salir de su oscuridad?
Volver a creer...
Volver a confiar.
No es tan fácil.
Cuando nada en tu vida ha valido la pena y cuando solo has probado caídas, dudas de que exista una salida.
Es como estar en un cuarto, blanco, vacío. Sin ventanas o puerta alguna.
Sientes tu corazón latiendo. Estas viva. Si. Pero dices, ¿porque estoy viva? Esto no es vivir. Tus razones para sentirte viva están lejos. Sientes que cuando los vas a alcanzar se alejan más.
Pero dime. Solo dime una cosa.
¿Qué tenemos que hacer o lograr para sentir que nuestra vida ha valido la pena?
Piensa en eso. Y piensa en que final crees que tendrá esta historia. Quizás esté más cerca de lo que esperas. Y si decides que final que quieres es mejor, parame. Simplemente dejare de contar. Y escuchare tu final.
Quizás calme nuestros corazones el final que le demos a su vida, porque sobre nuestra propia vida no tenemos control.
Simplemente juguemos a ser Dioses por un día.
Bueno la historia debe seguir. Como la vida misma sigue. Nunca para.
Mejor volver a la historia de la niña hundida en su oscuridad brillante.
Lo que ella no veía es que el brillo de la oscuridad venía de ella.