Cuarto Azul

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Sé que esperas que el "Cuarto Azul" sea efectivamente azul.
Pues no. Era morado. 
Sí, no tiene sentido, pero que lo tiene cuando pasaste por tantas cosas. 
Era como un signo de rebeldía que el mismo cuarto sentía con ellos. 
Era una sala. Con varias sillones, mesas y sillas. A fuera tenía un jardín con un mini parque. 
A primera vista solo veías personas charlando, pero luego de ver con más atención notabas que había algunos solo escuchando. 
Algunos solo miraban a un punto fijo como si buscarán una salida. Perdidos
Había unos con ojos sin vida.
En el aíre había tristeza, risas apagadas y un gran deseo de ser como eran antes.
Por varios días ella solo se sentaba en rincón viendo como todos sufren de manera diferente. 
Escuchó sobre un señor que perdió toda su familia en un accidente de autobús y perdió el control casi matando al conductor. 
Cómo una señora vivió toda su juventud en manos de un esposo abusador. 
Cómo un chico solo era rechazado y golpeado por todos y cómo esa niña había vivido la muerte de su mamá. 
También vio algunas personas que sólo decían estar felices cuando solo eran sonrisas falsas. 
Nadie intentaba hablar con ella y ella cada día se sentaba en su rincón viendo. 
Claro, eso fue hasta llegada de Leila. 
Ella solo vino un día y simplemente se sentó a su lado. No dijo nada. Solo la miró y le dio una sonrisa. No intentó nada más.
Al día siguiente vino a su lado con un cuaderno, una caja de colores y un lápiz. Los dejó en la pequeña mesita que estaba a su lado, luego sacó un cuaderno para ella misma y solo se sentó a su lado y dibujó. 
Leila estuvo así toda una semana. Solo venía se sentaba a su lado dibujaba o escribía y le dedicaba una linda sonrisa.

Un día se acercó como cualquier día normal y simplemente empezó a hablarle.
─A veces es silencioso por acá, ¿no? Amo hablar con ellos. Son muy buenas personas. Bueno, me imagino que si me hablaras dirías "Sí, son tan buenas personas y geniales como tú". Bueno, me halaga. 
El señor que está en el jardín fue secuestrado y llevado a Italia, pero siempre dice que a pesar de todo pudo visitar Italia.
Bueno, supongo que si me hablarás dirías "A pesar de todo Italia es un buen país para ser secuestrado." pues tendrías razón.

La miraba como esperando alguna reacción, pero ella solo la miraba sorprendida. 
Leila estuvo así por un mes. Solo hablando y charlando con ella, como si ella respondiera o preguntara. 
─Sabes, si me hablaras sé que dirías "¿Qué haces en esos cuadernos?", pues dibujo. Es mi manera de expresarme. Me gusta dibujar sobre todas las cosas que llaman la atención. Te dibujé a ti. Escuché sobre cosas que te pasaron. Me dirás "Que fastidiosa, no sabes nada de mí." Nos parecemos ambas. Así bien bonitas.
Leila, era alguien con un gran cariño y humor en su corazón. Era de familia Musulmana muy religiosa. Un día vino solo a contarle sobre ella misma.
─No me conoces, así que es normal no confiar en mí. Llegué ya hace un año. Y pasé por el mismo silencio que tú. Aquí sola. Sentía que mis ojos solo veían oscuridad y la niebla era permanente. A veces solo quería estar sola. Lejos de todos. O en el profundo del mar, pero un día entendí que podía salir al superficie. 
Tuve a papá y tres hermanas mayores religiosas. Éramos una familia Musulmana. En mi casa solo me entendía mi mamá, pero como en esta familia mandaba solo los hombres. No me dejaron estudiar. Y mi amor por dibujar era pecado. ¿Ellos nos golpeaban sabes? Por ser mujer quizás, no sé. Cuando tenía 15 a mi papá se le ocurrió casarme con un mercenario árabe. Mi mama le rogaba que no lo haga, pero él lo hizo. Al principio no entendía porque ese hombre era así conmigo. Creía que era normal. Pero supongo que lo llaman violar. Me escapé. Fui con mi única confidente. Mi mamá. Él me perseguía enojado. Simplemente no debía ir. Él simplemente a sangre fría la mató. El mató a mi mamá. Y mi papá no dijo nada. Me escapé, vine con la policía los denuncié y pues aquí estoy. No creas que lo contaba a la ligera. Solo lo sabe la policía y Doctor Robert y tú. 
No te cuento porque él me mando, o porque quiero que me cuentes, solo quiero que sepas que no estás sola. Sé que sientes y puedo hablar contigo siempre que quieras. Sé que si me hablarás dirías "que genial eres."

Ella miró a Leila primero sorprendida y luego de tanto tiempo se sintió comprendida. 
Hola.

El olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora