CAPÍTULO CUATRO.

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Siete años atrás...

El día siempre se amolda a mi estado de ánimo, tal como ahora, o quizá simplemente yo a el. Respiro con calma, como de costumbre con el intento de controlar mi agresivo comporamiento, mientras camino con Flor rumbo a su escuela pre-escolar, también junto con Amanda que nos acompaña totalmente distraída con esos audífonos puestos.

Ya que por desgracia vamos en el mismo Instituto, tenemos bastantes diferencias a pesar que sólo tiene dos años más.


El cielo nublado, me hace sentir bien, bien de verdad, pero debido a que los últimos días del mes pasado a estado lloviendo hay variedad de charcos por doquier que Flor no deja de brincar en ellos. Está niña hace que mi paciencia se agote rápidamente; si sigue así creo que explotare en cólera.

Me he dado cuenta que tengo unos graves problemas de ansiedad, de estrés sobretodo, no tolero muchas cosas. Mantego mi vista al frente, mientas acomodo mi vieja mochila en los hombros; veo un enorme charco, giro y también veo la sonrisa maliciosa de Flor por brincar en el.

Sólo se que si lo hace, no se como reaccionare.
Nos acercamos, y hace lo que su sonrisa pícara planeana hacer: salta. Siento gotas de agua putrefacta saltar en mi cara.

-¡Maldición! -Me detengo. -¿Quieres dejar de hacer eso? no es como si tuviera muchas ganas de ir al colegio y tu sales con esto. -Muerdo mi mejilla por dentro, tengo que relajarme, estoy en la calle y la gente nos mira raro.

Amanda se quita uno de sus audífonos. -¿Qué te hace la pobre niña? -Dice mientras acomoda su cabello suelto que vuela por su cara, -Siempre buscas con quien desquitarte, y claro, Flor es tu única opción. -se limita a darnos una mirada soslayo.

No digo nada. Flor está cabizabja y Amamda la toma de la mano; continuan caminando sin mí.

Me detengo un momento para limpiar mi cara con la manga larga de mi sueter. Entonces me pregunto, ¿Por qué incluso debo ir a la escuela? ¿Que gano con todo esto?

A pesar de todo ella tiene razón. Siempre busco con quien estallar. A quien gritarle y más.

No soporto esto.

Aprieto mis puños y siento como mis uñas se encajan en mi piel. Continuo caminando hasta llegar al jardín de niños y ver como Amanda despide a Flor, me encuentro a lo lejos esperando para continuar nuestra ruta.

-¡A las doce treinta vengo por ti! -grita la fastidiosa de mi hermana a lo lejos, a pesar que nuestra salida es aún mas tarde, no se como hizo para conseguir un permiso y salir más temprano. También me pregunto que excusa invento y el motivo que habra dado del porqué nuestros padres no pueden ir por ella.

Me cuestiono tanto y caigo en cuenta que no se nada de mi propia familia, si es que así se le puede llamar.

-¿Cómo le hace para fingir tanta felicidad en aquella pequeña sonrisa? -Platico con Amanda, ya que está guardando los audífonos.

-Ese es el punto -dice -fingir.

-Amanda, ¿Por qué no huimos? -La veo reír como si hubiese dicho un chiste bastante gracioso, -¡Al carajo todo esto! vayamonos, busquemonos una vida mejor. -Espeto y recalco mis palabras.

-¿Una vida mejor? -suelta pequeñas risitas, como si siempre estuviese pacheca. -Eso no existe pequeño mariquita, no puedes huir de tus problemas. -Nuevamente ríe, no se puede platicar nunca bien con ella.

Siento un enorme coraje que no puedo expulsar, me carcome por dentro y me dan tantas ganas de gritarle que no se sabe pintar, su rimel es espantosamente azul y su deliniador mas chueco que los dibujos torpes de Flor.

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