CAPÍTULO CINCO.

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Actualidad.

Termino de bañarme, y seco mi cabello despeinado con la toalla. Estoy en un departamento nuevo y bastante alejado al de antes, los días han pasado y nada que los de norte me encuentran, no creo que Fátima se haya atrevido a mentirme.

Quizá sí.

—Al final saliste —habla la chica rubia coqueta, que se encuentra recostada en mi cama. —Tardaste tanto, que pensé que necesitarías ayuda, pero respeto tus órdenes.

—Y haces muy bien. —Me siento en la cama y ella pasa sus piernas por encima de mi, acaricia mi barbilla, y solo puedo admirar sus grandes atributos.

—Eres bastante ardiente. —sonríe pícara, —Y eso que aún no hacemos nada.

—Y ni haremos. —digo rápidamente alejándola de mi. —No te pague para que te acostaras conmigo, yo sólo quiero compañía. —Hablo claro y sin rodeos.

—¿Es en serio? Pues ese no es mi servicio. —Vuelve a decir, molesta y solo frunzo el entrecejo por lo confundido que me pone está chica. Del asco que me causa por lo ofrecida que es.

Me colocó la camisa y vuelvo a sentarme en la cama. Disgustado totalmente.

—Hazme tuya. —Propone. Se encuentra frente de mi, dispuesta a quitarse la poca ropa que ya tiene, me acerco a ella y la toma del cuello, sofocándola un poco, la veo batallar por conseguir aire.

—Mejor valorate, perra sucia. —Rio malicioso,  disfrutando verla sufrir, para que aprenda.

La suelto y veo como se esmera en respirar deprisa. Seguido sale corriendo por su bolsa que de seguro esta llena de cosas innecesarias como condones y consoladores como parte de su servicio.

Creo que tampoco debería rebajarme más a ese tipo de mujeres, que aunque no quiera, me recuerdan a mi madre y de las cosas sucias que hacia.

Tomo mi chaqueta y salgo directo con el Don. Enciendo la motocicleta y conduzco por las oscuras calles de la ciudad, tomo un atajo por un viejo callejón que conduce a una bodega que lleva años ahí, realmente pasa desapercibida.

A pesar esta bastante protegida, lo interesante ea cuando entras. Me retiro el casco y veo como varios hombres me inspeccionan con la mirada.

Descubrí que tengo un grave problema. Sin mencionar los de ansiedad, si no algo más diferente, a la soledad, no me apetece estar solo cuando se donde buscar compañía.

Me encamino a la puerta, un hombre calvo con gafas oscuras me detiene.
Baja un poco sus lentes y me sonríe al reconocerme.
Evita hacer cualquier comentario y me deja pasar.

Al entrar de inmediato un olor a cigarro embriaga el lugar. Hay mesas de billar donde varios compañeros se entretienen, otros beben hasta mas no poder, cada vez la familia crece más.
Todos aquí se conocen, pero no mas de lo que deberían.

Realmente parecen felices, a pesar de que no deberían, no por lo que hacemos.

La bodega es grande y llena de habitaciones con cosas ilegales. Algunos son expertos en estrategias, computadoras y sobre todo: puntos débiles.

Me dirijo al cuarto mas sucio y repleto de dinero, si el del jefe, que me hizo parte de ellos por lo cual ahora puedo sobrevivir, esto es mi vida y hasta donde pueda seguiré.

Lo veo sentado como todo un rey, tal como lo vale. Es uno de los hombres mas buscados.

Hay tres personas más con él. Un chaval y Jaime la mano derecha de el Don, y Regina una de las mujeres mas valientes que conozco, pero no me alegra mucho que también haga este tipo de cosas.

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