Capítulo 1: Bienvenida al infierno

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Me desperté muy jodida por culpa de esa resaca, no me gustaba mucho salir de fiesta. Me di de cuenta de que no tenía ropa, ¡¿Dónde coño dejé mi ropa?! Me diriji al armario para coger algo de ropa, otra vez lenceria negra, ¿Cuándo me comprarían ropa decente en vez de lenceria? Me puse lo primero que pille y al lado encontre unas botas negras y unos tacones, seguramente las botas eran las de ayer por la noche.

Abrí la puerta y no sabía donde estaba la cocina para comer algo, me moría de hambre pero también me moría del puto dolor. Llegué al comedor sin saber como, a lo mejor me trajo dios o algo por el estilo pero lo más importante era que había llegado intacta. Necesitaba mi colacao como todas las mañanas pero no lo encontré, como hechaba de menos a Nick y como me preparaba el colacao por las mañanas. Me senté en una silla y una sirvienta de ropa ajustada y escotada apareció para atenderme.

-Señorita,¿Quereis vuestro desayuno?

-Eh... si si- Estaba muy desorientada y no sabía que hacer.

Se fue a la cocina, por fín sabía donde estaba la cocina pero no veía a Gabriel por ninguna parte, seguramente estaría con las dos tias de anoche. Todavía me dolía la cabeza, puto Jacobe haciendo que me emborrachara, por lo menos no me había violado pero Gabriel estaba tan guapo anoche... parecía un ángel caido, un dios de la oscuridad pero era un completo pervertido como los otros. El rey de los muertos vivientes estaba con el pelo revuelto y sin camiseta, solo con unos pantalones vaqueros negros que le quedaban genial, estaba embobada viendolo.

-Preciosa si quieres más vamos a tu habitación- Me giñó un ojos y me quede embelesada.

-Si... ¡Espera!¡No!- Hizó que me pusiera roja y nerviosa pero él estaba riendose- No hace gracia

-Pues a mi si, estaba atontada viendo mi tableta- Me puse más nerviosa, se acercó a mi cogiendome en brazos y poniendose en la silla conmigo

La sirvienta vino y puso mi desayuno en la mesa, no se como pero me puso una taza de colacao y unas galletas, como si estubiese en casa. Gabriel le dio un azote a la sirvienta, allí seguramente él mandaría pero no hacía falta enseñarme eso. Él puso una de sus manos en uno de mis pechos y me levanté asustada.

-¿¡Qué haces pervertido?!- Estaba demasiado asustada que ni si quiera pude defenderme.

-Eres mi trofeo, puedo hacer lo que sea contigo incluso puedo desvirgarte ahora mismo en la mesa- Empalidecí cuando dijo eso, ahora era de su propiedad. La marca me escocía demasiado e hizo que me pegara a él.

-Duele...- Me agarraba a sus musculos, joder, estaban tan bien formados.

-Por chica mala.- Empezó a agarrarme del culo con sus manos- Tienes que hacer todo lo que te diga y sin rechistar

-Si... pero... haz que.. deje de doler...- Empezaba a decir las frases entre sollozos

-Entonces tendría que penetrarte pero como tu no kieres...

-Por favor... ayudame...- Gabriel empezaba a desnudarme lentamente- Se gentil...

Me puso en la mesa y empezó a besarme, sus labios eran geniales, como su cuerpo escultural. Todavía me desnudaba y bajaba lentamente por mi cuerpo, beso unas cuantas veces mi marca y luego fue directo a mi intimidad todavía virgen. Heche un gemido al notar su boca allí abajo, no podía creer el placer que sentía, era impresionante. Sentí como mi clítoris estaba su lengua, era demasiado placer en mi cuerpo incluso hizo que me corriera. Me miro lamiendo sus labios, ¡Me entraban ganas de besarlo joder!

-Sabes muy bien princesita- Empezó a besar y mordisquear mi cuello, me excitaba demasiado como sus dedos jugaban con mis pezones.

-Por favor... hazme tuya...

Se quito los mantalones y sus boxers, me quede atónita al ver su enorme pene érecto ante mis ojos. Me cogio en brazos y fue lentamente bajando hasta que note la punta, heche un gemido y eso hizo que me bajara más. Estaba doliendo, no era la misma sensación como cuando me metía los dedos. Me agarre hasta que llego entera, estaba dentro de mi.

-¿Te duele?- Negue lentamente con la cabeza.

Empezó a moverse lentamente hasta que en no me doliese y empezase a gemir de placer, cuando llegaba ese momento empezaba a ir más rapido y más fuerte. Su sudor hacía que le brillase la piel y lo raro era que no había sangrado como mi hermana me había informado de que pasaría, a lo mejor había veces que no sangraba. Sentí que ya no podía más, estaba siendo penetrada por ese chico que me había llevado de mi casa pero no me importaba, ahora era suya y de nadie más. De pronto se corrió llenandome por completo, cuando me bajo su semen caía por mis muslos hacíendome cosquillas y tampoco era capaz de sostenerme en pie. Me senté en la silla y vi que todavía la tenía dura, me la metí en la boca lentamente y con mi lengua en la punta como había visto en los videos xxx de Nick. Empecé a moverme lentamente y lo veía gemir, era sorprendente ver a un chico gemir y sobre todo a un chico malo y duro. Me movía con más rapidez e hice que se corriera en mi boca, me encantaba el sabor asi que me lo tragué lentamente mientras el me miraba.

-¿Te gusta pequeña?- Lo miré a los ojos y me la saque de la boca

-Si- Estaba como medio drogada, seguramente por el placer que había sentido minutos atrás.

-Pues si te portas bien tendras más pero si te portas mal...- Me miro con una mirada pervertida- seras castigada duramente

Me dio una bata blanca, por primera vez veía algo de color que no fuese negro y no podía quejarme, era uno de mis colores favoritos aparte del blanco y del aguamarina. Empecé a tomarme el desayuno todavía con el semen callendome de mis muslos y piernas, era una sensación excitante.

De la Tierra al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora